Se realizó este martes una nueva audiencia del Juicio Brigadas, en el que son juzgados represores por delitos de lesa humanidad cometidos en los centros clandestinos de detención y exterminio conocidos como el Pozo de Banfield, el de Quilmes y El Infierno.

Oscar Herrera, sobreviviente del Pozo de Quilmes, fue el primero en declarar. Contó que tanto el cómo su hermano (Eduardo), su madre (Ilda Marcia Paz)y su padre (Arcángel) fueron víctimas de la dictadura. A partir de 1975, la familia pasó a la clandestinidad por la amenazas.

Su padre trabajaba en Swift y dejó en claro que unos 29 trabajadores fueron secuestrados, por lo que “se vio la responsabilidad empresarial”. Incluso, mencionó que funcionaba dentro de la planta de Berisso un sector de Prefectura. Su hermano fue liberado, pero sus padres no.

“Hace un año estuve en el Pozo de Quilmes y reconocí perfectamente el lugar“, mencionó, tras el relato de su paso por ese centro clandestino de detención y exterminio. “Fueron muchos años de esperar esto. Hoy veo que hay un acompañamiento de la Justicia, siento que hay una reparación en este plano“, apuntó, al tiempo que admitió que espera poder hallar sus restos. “Es importante saber cuál fue el destino”, señaló.

Héctor Arias Anichinni, sobreviviente de Banfield, fue el siguiente testigo. “Fui detenido el 30 de marzo de 1976”, precisó el hombre, que primero fue trasladado a la Brigada de Güemes. “Me entraron directamente a la tortura”, recordó. También pasó por Puente 12 y Devoto. “Al poco tiempo fue el traslado masivo a La Plata”, explicó. Allí fue liberado con libertad vigilado.

La siguiente fue Graciela Sobrino Berardi, hermana de Guillermo Sobrino Berardi, uruguayo que fue secuestrado el 22 de diciembre de 1977 y estuvo detenido en los pozos de Quilmes y Banfield. Precisó que de acuerdo a testimonios, su hermano estuvo con vida hasta mayo de 1978. “Hablan de brutales castigos, algunos días sin interrupción y que los que interrogaban eran oficiales uruguayos“, explicó la mujer, en sintonía con testimonios que se escucharon en audiencias anteriores.

“Mis padres, desde que desapareció hasta que murieron, lo buscaron”, expresó la mujer, quien brindó un detallado informe sobre las denuncias que se presentaron tanto en Uruguay, como en Argentina y el exterior, ante organismos como la ONU y la OEA. “Estoy trabajando para hacer un mundo de los colores y de amor”, reza la carta que le envío a su hijo Pablo a sus 6 años. “La pudo leer 44 años después”, precisó la mujer.

“No vamos a abandonar la lucha por su búsqueda”, aseguró, y manifestó que “los hicieron desaparecer dos veces”, porque “no dicen dónde están sus huesos”. “Los hicieron desaparecer vivos y después de muertos. Yo los voy a seguir buscando y sé que Pablo, su hijo, mi hija y mis nietos van a seguir”, dijo al finalizar.

Pablo Sobrino, hijo de Guillermo Sobrino Berardi, el siguiente testigo. “Yo tenía poco contacto con mi padre porque la separación de mis padres, por las implicancias de su militancia. Una vez allanaron la casa y a mi madre le dio mucha impresión que un soldado se paseara con un fusil a metros de donde yo estaba (apenas meses de vida). Se fue para Argentina y fuimos con mis abuelos, estuve con él allá, alrededor de una semana, y en el 77 iba a ir con mis abuelos y mi tía a pasar mi cumpleaños allá. Llegamos el 23 allá y mi padre no estaba en el puerto. No estaba pero para mi siempre estaba, fue impactante”, recordó.

“Crecí sabiendo que estaba desaparecido, pensaba que cuando se termine la dictadura, lo iban a liberar pero después tuve que aceptar que lo habían matado. La ausencia no la tapás con nada, es un agujero que no se puede llenar con nada y ya no espero llenarlo”, expresó. “Logré armar una familia y trabajar de lo que me gusta, pero todos los días pienso en él, sobretodo en mi cumpleaños”, dijo. Esta fecha coincide con la desaparición de su padre.

Finalmente, el Tribunal y las querellas y defensas escucharon a Adriana Chamorro, sobreviviente de Banfield. Adriana allí tomó contacto con Mary Artigas, a quien asistió durante el trabajo de parto de su hija, Victoria Moyano Artigas. “Fui secuestrada el 23 de febrero de 1978, con mi marido, me vinieron a buscar a la casa de mis padres, a los que habían secuestrado previamente para saber de nosotros”, contó.

Fueron trasladados a la Brigada de San Justo. “Nos torturaron mucho”, explicó, al tiempo que precisó que “por Semana Santa, hubo música muy alta en el pozo y mucha tortura”. “La vida era sobre todo tortura, no había nada para hacer“, insistió la mujer. Luego, fue trasladada al Pozo de Banfield. Allí, acompañó a Mary en la previa y tras el nacimiento de su hija, a quien se llevaron tras unas horas de nacida. Brindó un pormenorizado detalle de lo que fue el cautiverio, las comidas, los guardias y los intentos de abuso.

Fue trasladada a Laferrere, dan aviso a la familia, y finalmente llega a Devoto. Cuando ella y su pareja se reencontraron en libertad, viajaron a Canadá. “Fuimos haciendo una vida pero como quien hace un castillo de Legos, está hecha con pedazos de la otra vida“, resumió. “Tenemos síntomas de todo lo que pasó, yo tengo flashbacks, que son estas cosas del chupadero que se ponen adelante de todo”, precisó.

“Tengo la obligación de recordar. Hasta que pueda, voy a declarar. Yo cargo con la Memoria por la Verdad, ustedes cargan con la Justicia, que parece ser que no se termina nunca de completar”, advirtió la mujer, con los ojos cargados de lágrimas.

Pidió, en ese marco, que también se juzgue a los que estuvieron en “los chupaderos”. “A los guardias, seguro que se los puede identificar, eran empleados de las brigadas, pero esta gente es como inaccesible. Algún día me voy a morir y la emoción no me va a permitir declarar más y voy a sentir que pasaron 40 años y seguimos sin saber”, concluyó, dando vida a un reclamo que ya se escuchó en audiencias anteriores, que la Justicia caiga sobre todos los que participaron de la dictadura.

En el final, la querella de Justicia Ya solicitó al Tribunal Oral Federal 1 de La Plata que libre oficio al gobierno de Uruguay para que aporte la información que posea sobre ciudadanos uruguayos secuestrados y desaparecidos en Argentina, quienes en cautiverio fueron indagados por represores uruguayos.