“Uno de los lugares más sorprendentes es el de las cruces inclinadas en las tumbas del cementerio”, dijo Mabel Latorre. Según explicó la guía, una de las teorías sobre esa disposición es que pertenecen a cadetes que murieron de fiebre amarilla luego de aplicarse una vacuna en mal estado a principios del siglo pasado.

Durante las epidemias de cólera y de fiebre amarilla en la isla se levantaron lazaretos donde los enfermos llevaban adelante su aislamiento. También fue una posta de control sanitario para los barcos con inmigrantes que provenían de Europa.

Otro dato curioso fue la intención del rey belga Leopoldo II de comprar la isla con la idea de ampliar su poderío hacia otros territorios.

Entre las historias que recorren este suelo está la que cuenta sobre  el escritor nicaragüense Rubén Darío quien  encontró en este entorno ribereño la tranquilidad necesaria para recuperar su salud. Además,  en la antigua cárcel que funcionó hasta mediados del siglo XX, estuvieron detenidos cuatro presidentes argentinos: Hipólito Yrigoyen, Marcelo Torcuato de Alvear, Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi.

Como ellos, mucho antes, fueron personas de la Nación Ranquel los alojados en este campo de concentración como el caso del Lonko Epumer de Leubucó, La Pampa, que fue apresado y confinado desde 1879 hasta que falleció en 1890. Si, leyó bien: Epumer, tatarabuelo de los músicos Lito Y María Gabriela.

Pasando a otro tema, para quienes quieren saber la importancia geopolítica de esta isla, sobre su superficie se extiende la única frontera terrestre entre Argentina y Uruguay, ya que en un extremo se encuentra Martín García y en el otro, Timoteo Domínguez, que pertenece al país vecino. La unión entre ambas islas ocurrió de manera natural, tal como se forma el delta, en la década del sesenta.