De las asambleas populares al activismo travesti. De las Madres de Plaza de Mayo reprimidas por la policía montada por primera vez en democracia, a la justicia lenta y oscura. Del movimiento feminista a los curas villeros. De una sala de ensayo independiente al consultorio de un psicoanalista. Del campesinado salteño a los pasillos de Villa Fiorito. De las ideas hechas libros a la economía en crisis. Del «que se vayan todos» a cartonear para comer. Del movimiento del hip hop a Racing campeón. De la economía popular a un sistema de salud sin siquiera aerosol para tratar el asma. De los saqueos como método de supervivencia a los 39 muertos por la represión estatal.  A continuación, el recuerdo de esos días de hartazgo y crisis de diciembre de 2001 en la voz de 20 protagonistas de la sociedad de aquél entonces, con un elemento en común: prohibido olvidar.

Nora Cortiñas – Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora

“Fue una masacre terrible. Las Madres fuimos atacadas por primera vez con la caballería. Ni en el peor momento de la dictadura cívico–militar–eclesiástica vivimos eso. Ese día fuimos para la oficina a la vuelta de la Plaza a abrir las puertas para que la gente pudiera refugiarse de esa persecución violenta. El Estado de Sitio de De la Rúa provocó que el pueblo saliera a la calle, hubo una gran cantidad de muertos, de heridos, de perseguidos y falta Justicia aún 20 años después. Los principales promotores del desastre quedaron libres, De La Rúa murió sin haber pagado ante la justicia el desastre que hizo, y todavía acompañamos a los familiares esperando que haya justicia verdadera. Lo deseamos y haremos todo lo posible. Las escenas registradas son inolvidables y nos competen a seguir luchando”.

Lorenzo “Toto” de Vedia – Cura de la parroquia de los Milagros de Caacupé, en la Villa 21-24 de Barracas.

Foto: Télam

“Yo era sacerdote junto al Padre Pepe y ese año fue muy impactante. Además de las manifestaciones, la villa estaba amenazada porque decían que iban a venir a tomar supermercados. La gente cuidaba sus barrios armando fogatas y las consecuencias del 2001 que pegaron fuerte en la clase media se vieron al instante en los vecinos. Se perdieron puestos de trabajo, las changas se acabaron y había un malestar enorme. A 20 años de aquel diciembre de 2001, habiendo vivido la pandemia, el neoliberalismo y la gran crisis que todo esto provoca es importante entender que antes del 2001 la ausencia del Estado era enorme en los barrios. Ahora en nuestras villas hay más centros de salud, más escuelas, más instituciones y organizaciones sociales y mayor presencia del Estado pero aún se debe ordenar. Creo que se debe fortalecer el trabajo, que es lo que más falta, y valorar la comunidad. La presencia del Estado debe conjugarse con la comunidad organizada”.

Hernán Casciari – Escritor y editor de Orsai, fanático de Racing.

“En 2001 yo estaba viviendo del otro lado del charco, era rarísimo ver desde allí las circunstancias políticas y sociales que se vivían. En ese momento vi a Racing campeón y por primera vez entendí que el triunfo, cuando no podés abrazarte con la gente que querés, es también una derrota. Entendí a los cachetazos ese 27 de diciembre de 2001 que las alegrías cuando no estás con tu gente que se alegra de lo mismo no son alegrías. Los taxis pasaban por la gran vía de Barcelona como si no hubiera cambiado el mundo. Es un recuerdo extraño que no tiene nada de épico en mi vida personal. Creo que 20 años después de aquella crisis evolucionamos a nivel social y político, aunque todo el tiempo la sociedad parece indicar que estamos peor. Siempre también estamos mejor en eso de creer que estamos peor”.

Victoria Stefano – Periodista travesti

“Las travestis tenemos mucho para decir del 2001 y lo que significó como quizás la máxima represión del poder popular, que nos puso en la calle, a resistir a las Fuerzas de Seguridad y que significó un nicho militante que nos atravesó históricamente en las luchas populares. Yo tenía 9 años y vivía en el cordón Oeste de la Ciudad, la zona donde se concentra la pobreza y las Fuerzas de Seguridad. Vi a mi vieja sacrificarse por mi familia, renegando su plato de comida. Ella criaba sola en un contexto donde per se las mujeres también eran invisibles. Toda esa violencia que detonada en el 2001 generó redes entre las mujeres que sostuvieron la enorme crisis económica, la miseria, el hambre y la angustia social. Toda una generación perdió esa referencialidad que habíamos formado les empobrecides a lo largo del tiempo de lo que significaba el trabajo como norte. Creo también que las travestis y las mujeres cis contamos con un anclaje común: jamás tuvimos el reconocimiento de esa presencia concreta y final que pusimos en la calle, en casa, con las familias y resistiendo por los muertos del terror de Estado que se generó. Éramos un cuerpo más en la calle resistiendo, y ese tejido que efectivamente se veía en la práctica disruptiva de tomar las calles por asalto y expresar la opinión popular acerca de las políticas, jamás significó que fuéramos iguales porque por más que estuvimos ahí el 2001 pasó, y nosotras volvimos a los mismos lugares, las mismas esquinas, seguimos viviendo la represión policial y aún hoy sigue sucediendo. A 20 años siento que vive la memoria de las travestis villeras que salieron a resistir a la calle, de Lohana Berkins, de Diana Sacayán, de tantas que sin nombre e identidad salíamos a pelear por los derechos que ni siquiera se nos garantizaban. Y creo que la democracia restituye, por eso hay un papel fundamental que es el de sostener el tejido social. Ya no podemos tirarnos entre nosotras, nosotros, nosotres. El enemigo está en otro lado. Es el gran momento de volcarse a la lucha popular, a tejer otra vez esos lazos sociales y sostener nuestros territorios”.

Rayo Big Buda – Rapero de Villa Fiorito, Provincia de Buenos Aires.

“En el barrio sabíamos que algo estaba pasando porque la gente estaba muy enojada, todos protegían mucho sus casas y sus familias. Yo no entendía pero ellos salían con sus cacerolas. Cuando mis papás llegaban a mi casa se ponían a tomar mate y nos compraban una pizza para cuatro hermanos. Así vivimos hasta que se estableció el mate cocido, el pan, el comedor; lo que vivió cualquier familia de barrio bajo. Tengo el recuerdo de los caciques de familia que se juntaban en las esquinas turnándose, parecía una ranchada pero protegían la cuadra para asegurarse que nadie se trepe en los techos. Había tensión y mucha gente se unió a los saqueos porque había que darle de comer a la familia. Yo tenía 5 años, pero me acuerdo perfectamente de ese momento donde además tuve mi primer contacto real con el hip hop”.

Leo Santillán – Militante del MTD Lanus, en el Frente Popular Darío Santillán, hermano de Darío.

Foto: Prensa Felipe Sola

“Tenía 18 años y ya participaba en el MTD. Hacíamos comedores con colaboraciones de los propios vecinos y compañeros o mangueábamos por los almacenes. Recuerdo las represiones que ocurrían en el norte del país y los asesinatos de muchos compañeros. Había mucha insistencia por parte de mi hermano Darío para que yo participe de los piquetes y así fueron creciendo la organización y las luchas. El 19 de diciembre llegó la represión a los barrios junto a los saqueos, en mi barrio lo viví, la policía tiraba para todos lados. Después de esas jornadas los aprietes en los cortes se profundizaron y antes del 26 de junio de 2002, en una reunión, Darío analizó: “Hay que cuidarse porque mañana van a empezar a matar compañeros”. Hay que ejercitar la memoria de saber quiénes son los responsables que nos han traído hacia una educación muy hecha pelota, una salud con hospitales donde para sacar un turno para una urgencia son tres meses de espera, gente sin vivienda y no poder avanzar. Carlos Menem murió y se lo ha homenajeado; ninguno de los que está hoy en el poder lo ha denunciado. Esos tipos tienen que pagar. Hemos naturalizado que los asesinos de nuestros compañeros estén caminando, y no olvidemos que Fernando de la Rúa murió en la impunidad. Duele mucho, es una tarea del campo popular”.

Natalia Zaracho – Trabajadora de la Economía Popular, militante del Movimiento de Trabajadores Excluidos y diputada nacional del Frente de Todos .

“La pasamos muy mal, tuvimos que salir a cartonear y naturalizamos la falta de oportunidades. Lo que recojo de esa situación es que nos permitió entender que lo individual no iba a ningún lado. Ser parte de la primera cooperativa del Movimiento de Trabajadores Excluidos me marcó desde el poder popular. Esa organización me cambió la vida; encontramos un trabajo en inventarlo en el descarte de otros. En ese momento no teníamos representación política y hoy con un gobierno nacional y popular sí. Pero no nos tenemos que olvidar de los movimientos piqueteros. Nosotros vinimos desde ahí y eso nos permitió madurar. Hoy somos organizaciones sociales y no queremos volver nunca más a 2001. Vamos a disputar los lugares de poder para transformar. En este contexto, que haya una cartonera en el Congreso es muy importante, pero ese lugar es colectivo y representa un sector. A seguir construyendo poder popular”.

J. M, docente.

“En 2001 ayudaba a mi viejo a cartonear, un año antes habíamos cortado todos los servicios que teníamos como luz y cable. El 19 de diciembre, cuando todo comenzó, lo vi en casa. Mi viejo dijo: “Tenemos que ir ahí mañana y buscar para comer”. Fuimos el 20, recolectamos papeles blancos y al mediodía comenzó la represión. Estalló todo, vi caballos de la montada, empezaron a tirar gases, escuchaba tiros. Vi muertos, recuerdo los gritos: “hijos de puta dejen de tirar”. Vi el helicóptero que se iba y cómo la gente empezó a aplaudir. No me lo puedo sacar de la memoria. Cuando cartoneábamos yo encontraba libros de historia y me los llevaba. La suerte y el destino quisieron que el 20 de diciembre pero del 2019 me entregaran el título de profesor de historia. A 20 años creo que la memoria colectiva argentina es de corto plazo pero que tiene el agregado de que el que las hizo no las pagó jamás. Los Bullrich, los Milei que en aquel entonces era CEO de Orígenes, como Vidal o Larreta que eran interventores del PAMI, y otros personajes que también están en el otro bando, porque tampoco me quiero olvidar de que el 2001 no fue simplemente la alianza de De la Rúa la que llevó al desastre. Es un proceso complejo que implicó un montón de personajes nefastos que siguen pululando en los pasillos de gobierno y levantando las banderas diciendo que son honestos y que no tienen ni un pero en el currículum. Los tipos nos llevaron a unas de las peores crisis sociales de la historia moderna”.

Sebastián Gianetti – Integrante de la Comisión Familiares y Amigos/as de las víctimas del 19 y 20 de diciembre.

“La organización siempre estuvo, se dio a partir de los hechos. Hoy nuestra máxima pelea es que se haga justicia porque más allá del fallo de la Sala 1 de Casación que veníamos esperando hace cinco años y medio para que deje la sentencia firme, que no deja de ser tribunero, no vemos que hayan ido a buscar a Santos, a Matov, a Gaudiero o Andreozzi de las pestañas, como correspondería. Y que los metan en una prisión común a cumplir su condena hasta que salga el fallo apelatorio. Nos motorizan los 20 años de impunidad que vivimos como familiares y amigos de las víctimas y queremos denunciarlo porque ya no es sólo una falta de respeto a esas 39 familias que han visto cómo asesinaban a sus seres queridos sino también a la memoria del pueblo argentino. Hoy nos encontramos en Sarmiento y Pellegrini y recorreremos las placas donde se recuerdan que en el microcentro porteño mataron a cinco personas”.

Rubén Flores – psicoanalista

“Trabajaba en un grupo de psicoanalistas que eran prestadores tercerizados de prepagas y la coordinadora del espacio planteó que el valor que se pagaba por hora sesión se reduciría a la mitad. Eso produjo la partida de muchos colegas y mi apuesta por la práctica del psicoanálisis se robusteció. Atendía gente desvinculada de Siemens, devastados por la partida de algo más que una empresa que se reconvertía despidiendo a una multitud de empleados. Yo estaba enajenado trabajando, mi hijo menor me preguntaba ‘¿Cuánto más tenés que trabajar, papi?’. Era difícil económicamente, pero fundamentalmente estaba desalentado de expectativas e ilusiones. Cuando Fernando De la Rúa anunció el Estado de Sitio salimos espontáneamente a la esquina de nuestro barrio, allí permanecimos en la calle. También participamos en reuniones de discusión en la plaza cercana y ocupamos un local vacío para hacer una Asamblea Popular barrial. Fueron tiempos de intensidad traumáticos o de una vivencia de los acontecimientos que fluye acelerado o se estanca”.

María Madalena Quispe –  Campesina, Barrio Libertad, Provincia de Salta

“Mi vida era la de una campesina dedicada al trabajo de la agricultura, ganadería caprina, bovina y ovina. Trabajaba con mi familia y si teníamos escasez de mercadería o insumos se debía al largo trayecto del camino y la dificultad para llegar. Supimos manejar la situación y los productos de la tierra nos dieron lo básico para llevar una vida estable”.

Pedro Peligro Palacios – Rapero, docente.

“En 2001 transitaba un proyecto colectivo con el grupo de teatro Catalinas Sur, con el que viajamos a un festival en Europa. Allí vimos la repercusión que se generaba en otras partes del mundo. Hubo un apoyo puntual de la clase media argentina que resalta un poco algunas manifestaciones. A veces una sociedad de clase media como la que es la de Argentina es reticente a apoyar algunas cuestiones populares que realmente tienen peso y deberían ser apoyadas. Para las clases más bajas con las que yo estaba trabajando en ese momento en el plano social, tanto antes del 2001 como después, la vida no ha cambiado mucho realmente. No es una crítica a sectores sino por el contrario, es una aclaración de lo que le pasa a la gente en los sectores más vulnerables. Muchas veces no son ellos los que ven el cambio porque lamentablemente su vida sigue sumergida en la falta de educación, en la falta de oportunidad y en algún punto en la cosificación social que se les da por añadidura. El Hip Hop de Argentina en ese momento no había planteado aún una cuestión social a través de las letras sino que estaba más abocado al imaginario, pero a partir de ese momento los contenidos de cierto sector se tiñeron bastante. El rap consciente aparece un poquito más adelante, en un momento se plantea como bandera de batalla “Hip Hop no vota a Macri” y eso es consecuencia real de todo este aprendizaje de la juventud en estos caminos nefastos de la política. Todos los sectores juveniles más allá de sus actitudes musicales tuvieron conciencia de lo nefasto que puede ser el ajedrez político cuando el imperio mueve los hilos del títere”.

Marcelo – Escritor y editor de Editorial Nuestra América.

“Era un año denso, se sentía por la situación económica social y política de esa ensalada rusa que fue la Alianza, esa mezcla de tibios y traidores, derechosos y progres que intentaron hacer una cosa nueva para darle cierta esperanza al país. Recuerdo aquello de Manuel Scorza: ‘No hay nada que debilite más al hombre que las mentiras de la esperanza’. Vaya si los gobiernos que hemos tenido de derecha, ultraderecha, centro y centro progre han llevado a cabo esa frase. Esa esperanza que se vende y en la realidad seguimos teniendo chicos muertos por hambre. Hasta que no erradiquemos el hambre en nuestro país y no acabemos con la miseria, de tener miserables que coman, duerman y se mueran en la calle, todos los gobiernos son culpables de esa situación porque el problema es la riqueza y no la pobreza, la mala distribución de la riqueza. El 2001 ya venía así. Recuerdo ese día nefasto cuando todos estábamos frente al televisor esa noche que no podíamos dormir. Las calles comenzaron a poblarse como hormigas que salen previo al invierno a buscar comida, surcaban las avenidas calles y caminos hacia el Congreso de la Nación y hacia la Plaza de Mayo. Llamé a mi amigo y mentor Juan Martin Guevara y le dije: ‘Se pudre todo mal, la gente está saliendo a la calle’. Ese golpe económico que siguieron dando nos afectó mucho con nuestra actividad como editorial, trabajamos gratis mucho tiempo. Las pequeñas victorias fueron las asambleas populares en los barrios y algunas organizaciones piqueteras que siguieron manteniendo las banderas de lucha por una vida más digna”.

Hernán “Cabra” de Vega – cantante de Las Manos de Filippi, militante y compositor argentino.

Foto: Mariano Martino

“Mi vida era muy parecida a la de ahora, no vivía de la banda, trabajaba en un frigorífico y para mí ya era una desgracia ir a ensayar porque tenía que pensar en levantarme a las 5 am, fue una época muy dura. Recuerdo la sensación de estar unidos con la gente en la calle y me hizo acordar mucho al reciente levantamiento de Chile. Plena revuelta, los vecinos todos hermanados en las plazas y asambleas. A partir de toda la movida del estallido social con Las Manos y las bandas que veníamos muy tapadas por los medios -nos acusaban a los que hacíamos música contestataria de que era un estilo antiguo- avanzamos mucho, junto a otras bandas under. Hay que recordar que un día nos pudrimos y salimos todos a la calle. Creo que después de 20 años aprendimos a organizarnos más y la próxima vez esas consignas estarán más apoyadas por organizaciones piqueteras”.

Alejo Caivano – abogado, integrante de La Defensoría de Laburantes.

“Hoy la causa cumple 20 años y recién un Tribunal de Casación confirmó las condenas sobre algunos de los responsables, particularmente el ex Secretario de Seguridad del gobierno de Fernando de la Rúa e integrantes de la policía básicamente. Pero que no tuvieron responsables políticos más que Enrique Mathov, cuando todos sabemos que la orden la dio el gobierno de De la Rúa. Es una falta de respeto, la justicia que tarda veinte años no es ninguna forma de justicia”

Lilian Capone – Médica, docente universitaria, secretaria Salud Laboral CTA Provincia de Bs As.

“Fue muy duro ser militante de salud en aquella época, las compañeras y compañeros se quedaban uno a uno sin trabajo, la informalidad, el hambre, los sindicatos sosteníamos mucho la lucha organizada. En la Plaza la represión fue muy grave, ver las barricadas, los vidrios rotos, autos quemados, es una fotografía que uno no se puede olvidar. Por eso hoy cuando uno escucha a Domingo Cavallo hablar de esa época lo primero que tenemos que recordar son esas imágenes. En el hospital no teníamos aerosol para el tratamiento del asma, por ejemplo. Hacíamos piruetas porque no había siquiera muestras médicas para repartir y la gente estaba a la deriva sin obra social. Hoy tenemos la posibilidad de construir entre todos un sistema nacional integrado de salud que incluya a los trabajadores, el género, los jóvenes, los discapacitados, quienes no tienen obra social, todos y todas”.

Ariel Scher – Periodista, narrador y docente.

“Era periodista y docente, además ejercía mi condición de padre y estaba atravesado por las preocupaciones que iban signando la vida de millones de personas de este país. En ese momento una porción de los habitantes teníamos una preocupación más que, visto lo que fueron aquellos días, solo la puede entender quien tiene una relación intensa con el fútbol: Racing desarrollaba una campaña que por primera vez lo ponía ante la posibilidad de ser campeón en 35 años. En ese universo tan singular los hinchas no estaban sólo sacudidos por Argentina o por lo que pasaba con sus ahorros o sus empleos; tenían un espacio no menor para rogar que el campeonato terminara con Racing campeón. De alguna manera eso explica lo que el fútbol suscita en mucha gente. Muchas veces me preguntaron qué paralelismo posible hay entre la pertenencia popular y el espacio de expresividad popular que es el fútbol, y todo lo que no olvidaremos del 19 y 20 de diciembre del 2001. Eso sigue teniendo la necesidad de ser indagado en el campo de las ciencias sociales con todo el rigor que implica. No tengo respuestas exactas, tengo curiosidad. Sí me parece que el cruce más potente es esto, cómo en medio de todo lo que era este país y de todo lo que este país dejaba de ser, el fútbol latía en algún lugar como un lugar donde encontrarse con expectativas, sueños y frustraciones pero que se parecieran en alguna dimensión a la vida no rota que sentía mucha gente en ese tiempo”.

Julián Borgo –  Economista (UBA / UNLP).

“Las consecuencias más relevantes del 2001 fueron el aumento de la pobreza, la desigualdad y la crisis de empleo que siguió en los años venideros, además del elevado endeudamiento en que quedó Argentina, que tuvo que reestructurar su deuda en 2005 y luego en 2010. Nos deja enseñanzas y aprendizajes importantes como la relevancia de la estructura de la seguridad social para contener y aliviar la situación de la población más vulnerable en contextos de crisis”.

Pablo Viñas, ex secretario general de gráficos de AGR Clarín, abogado laboralista y militante de Política Obrera.

“Trabajaba en AGR, y si bien militaba en el Partido Obrero -hoy en Política Obrera- en ese momento no podía hablar abiertamente de mi militancia para evitar el despido por parte de la empresa. Las jornadas del 19 y 20 fueron impactantes. En la Plaza te ponía la piel de gallina ver las columnas avanzando nutriéndose de la gente se iba sumando. Recuerdo el cantito: ‘Qué boludo, qué boludo, el Estado de Sitio se lo meten en el culo’. Días después escuché ‘El pueblo unido’ de Quilapayún y se me cayeron unos lagrimones. Cuando renunció De la Rúa el festejo popular fue muy grande y fue la primera vez que las masas voltean a un gobierno anti obrero pero que había sido elegido mediante el voto. Ahora, 20 años después, la generación ha cambiado, pero para una juventud que conoce al ‘Argentinazo’ como referencia histórica es una experiencia que queda en la conciencia”.

María Claudia «la Negra» Albornoz . Referenta de La Poderosa, barrio Chalet, Provincia de Santa Fe.

“El 2001 vivía en la misma casa que ahora, donde nací. En mi barrio muchas vecinas cocinaban para quienes no tenían nada. Había hambre y nada alcanzaba. La situación de desesperación por no saber qué iba a pasar era permanente y sobre todo porque venían las Fiestas. Pensarse en una mesa sin nada para compartir es algo que atormenta todavía mucho a las barriadas empobrecidas. En Santa Fe teníamos la policía de Reutemann, que había hecho recorte sobre recorte. Y sabíamos que era represiva, tenía literalmente dentro de su gabinete a un represor. En Rosario lamentamos 8 compañeros y compañeras muertos. Entre ellos Pocho Lepratti, con un tiro de bala de plomo de la policía de Reutemann asesinado mientras pedía que dejen de reprimir. A 20 años del estallido aprendimos a organizarnos, resistir, luchar y hacer reclamos por el sector más empobrecido del país que viene siendo postergado hace mucho tiempo. Hoy la organización es otra, somos sobrevivientes de ese 2001 y tenemos la convicción de saber que siempre la economía popular nos salvó. Hoy son las cooperativas. Cuando nos tiran por la cara que somos planeros nosotros decimos: ‘Si, planeamos todo el tiempo cómo sobrevivir’. Y desde aquel 2001 no paramos de resistir”.

(Nota realizada en el marco del Taller de Redacción de Tiempo).