Rodrigo Alejandro Correa tenía 14 años. Fue asesinado de un tiro en la nuca por el oficial de la Policía Bonaerense, Hugo Daniel Pos, en el partido de San Martín. En el barrio los vecinos recuerdan las piruetas que hacía con su bicicleta. La madre está destrozada y reclama Justicia, que alguna vez sea con mayúscula.

“Era un niño todavía, no lo puedo aceptar, no comprendo cómo pudo pasarle esto», dice Irma Mansilla a Tiempo, con lágrimas en sus ojos. Continúa: «Era inocente, con un corazón de oro y muy cariñoso. Soy empleada doméstica y mi hijo quería trabajar para ayudarme,  yo le decía que no porque todavía era muy chico». 

El drama ocurrió el martes a las 21:30 cuando Rodrigo regresaba a su casa junto a dos amigos. En la esquina de Ocampo y José Hernández se cruzaron con dos jóvenes que iban hacia ellos corriendo y un policía que los seguía a punta de pistola. Una vecina contó que vio cómo Rodrigo se quedó paralizado. El agente vació el cargador de su arma reglamentaria y una de las balas impactó en la nuca del menor.

Las primeras noticias que se refirieron al hecho en grandes medios hablaban de que su hijo era un «delincuente». Su madre se lamenta: «con qué necesidad hablan así y demonizan a un niño. Esas personas no saben ni se imaginan quién fue Rodri. Él sólo quería andar en su bicicleta y hacer ‘willy’ sin parar. Mi hijo no era un chorro».

Irma lo recuerda como un gran compañero, no sólo con sus amigas, sino también con los problemas crónicos que ella padece en su pierna: “él se ponía muy mal, siempre decía que me quería ayudar». Fue hincha de River hasta los tres años, cuando su hermana más grande lo hizo de Boca. «Jugaba con sus sobrinitos a la pelota, eso hacía, era un nene”, describe su madre.

Rodrigo murió en el acto, mientras que los dos jóvenes que escapaban del policía –uno de 14 y otro de 16– también fueron heridos, pero permanecen internados en el Hospital Castex. Ambos están imputados por el robo calificado por el uso de arma, en poblado y en banda. Pero la supuesta arma de los jóvenes no fue secuestrada.

Según Pos, «al menos cinco adolescentes» lo quisieron asaltar «con un arma de fuego», y le pidieron «que les entregue sus pertenecías”. La única pistola secuestrada en la escena fue la suya de policía (además de los casquillos calibre 9 milímetros). Pos quedó imputado de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego contra Rodrigo, y la tentativa en perjuicio de los jóvenes internados. «