Es fácil verlo junto a famosos como el sábalo o confundirlo como una cría del dorado. De tamaño chico, ronda los 30 centímetros, pero su aspecto intimida. Muestra los dientes, aún con su boca cerrada. No en vano, lo llaman el dientudo paraguayo. Detalles de su vida pasaron desapercibidos por mucho tiempo, hasta que un equipo científico investigó un aspecto poco conocido, y se llevó sorpresas.

“Siempre se había estudiado el desarrollo sexual de la hembra pero, por primera vez, analizamos la dinámica sexual del macho. Y encontramos algo inesperado: este pez podría ser hermafrodita, o sea pasar de un sexo al otro y en algún momento de su vida, presentar los dos sexos en el mismo ejemplar”, señala la doctora en Biología, Yanina Piazza de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Por dos años, el grupo de especialistas siguió a esta especie en el Río Paraná, frente a la ciudad de Rosario.  La cita era en la laguna El Espinillo. Pescadores de la zona, no sólo los cruzaban en sus botes y les guardaban las herramientas, sino que también los guiaban a los sitios exactos para encontrar un muestrario natural de este pez invasor que “llega a habitar hasta el norte de Brasil, de donde hay varios estudios realizados sobre la especie. Pero nada se sabía sobre la reproducción del dientudo paraguayo en estas latitudes tan al sur”, describe.

El dientudo, un pez particular

Nadador veloz y de buena cintura para enfrentar cualquier situación. “Mayormente se alimenta de peces, pero bajo situaciones de escasez puede adaptar su dieta, lo que le da una ventaja adaptativa y lo hace exitoso invadiendo nuevos hábitats”, detalla Piazza. Ella, junto a todo el equipo, observaron que esta especie cuenta con un solo período de reproducción anual, que va de octubre a enero.  Y que la temperatura del agua modula la maduración de las gónadas, “pero fue el nivel del río, el estímulo sincronizador que desencadenó el desove”, indica el trabajo publicado en Journal of Fish Biology.

En aguas tranquilas, una hembra tiene la potencialidad de liberar unos diez mil huevos y generar otras tantas larvas, aunque muchas mueren en el intento. “Esta especie -señala- no tiene cuidado parental, pone huevos y los deja librados a su suerte”.

Los que sobreviven llevan activo una especie de reloj en su cabeza que marca su edad. Allí, hay unas piezas calcáreas u otolitos (como pequeñas piedras) en las que, “si se pulen y se observan bajo la lupa o el microscopio, se pueden distinguir anillos. Cada uno de ellos marcan un día de vida en las larvas, y un año en los adultos”, grafica.

Este calendario escrito en piedra permitió corroborar los resultados que observaron a simple vista.  “Al saber la edad estimada a través de los otolitos, es como corroborar la fecha de la puesta que habíamos determinado, analizando la maduración de los ovarios y testículos”, compara.

¿Contaminación o algo más?

El hermafroditismo no lo esperábamos, fue un hallazgo”, dice sin ocultar su sorpresa. En algunos de los 470 animales estudiados, “encontré testículos con oocitos dentro. En principio, pensé que se debía a efectos de la contaminación del agua, dada su cercanía con la ciudad de Rosario, donde se descartan efluentes cloacales, industriales. Ya hay registros de determinadas especies que, ante diversos contaminantes, denominados disruptores endócrinos, muestran alteraciones en sus gónadas”, señala Piazza del Laboratorio de Ecotoxicología Acuática de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.

Desde hace años, científicas y científicos toman nota de las alteraciones que causa en los organismos la contaminación generada por la humanidad. Por eso, este caso parecía ser uno más de la lista. Pero siguieron indagando y algo distinto les generó nuevas sospechas. “Empezamos -dice Piazza- a encontrar que no era tan azaroso, sino que había cierto patrón”.

En este caso sería hermafrodita secuencial, es decir, el dientudo paraguayo nace como macho y pasaría a hembra en otra etapa de su desarrollo.

dientudo
Yanina Piazza
Foto: Diana Martinez Llaser / Comunicación Exactas

Meses y meses de observaciones y de análisis en el laboratorio fueron los siguientes pasos. “Si fuera por contaminación debería haber malformaciones o daños a nivel de tejido, pero eso no lo encontramos”, relata y enseguida agrega: “Tras numerosas pruebas arribamos a la conclusión de que es bastante probable que este animal sea hermafrodita. Esto era una novedad porque dentro del gran grupo de los characiformes sería el primero con estas características”.

La naturaleza muestra diversos tipos de hermafroditismo. “Algunos son hermafroditas simultáneos, es decir que tienen los dos sexos al mismo tiempo y, entonces, pueden alternar uno y otro, según el ambiente en el que estén. Por ejemplo, en los peces abisales o de aguas profundas, que se encuentran con poca frecuencia, puede ocurrir que, si son dos hembras, una cambie de sexo”, menciona esta investigadora del CONICET.

A renglón seguido, Piazza remarca: “El mundo de los peces es tan amplio y diverso que ofrece todas las combinaciones posibles. En este caso sería hermafrodita secuencial, es decir, el dientudo paraguayo nace como macho y pasaría a hembra en otra etapa de su desarrollo”.

Pero ella insiste en que faltan más estudios. “Lo ideal sería hacer un ensayo en el laboratorio y corroborar esta inversión de sexo. Ahí, no hay dudas porque no hay contaminantes, se controlan las distintas variables”, concluye.

*El artículo fue publicado por Cecilia Draghi en el portal Nexciencia de la Facultad de Cs. Exactas y Naturales de la UBA.

* (Facultad de Cs. Exactas y Naturales UBA)