Quisiera reflexionar acerca del nuevo furor lúdico virtual que es el Pokémon-Go y que se halla en consonancia con otras producciones de realidades virtuales que parecería que tienen la misma finalidad o tendencia.

El Pokémon-Go es la expresión máxima de la propuesta de vivir una dimensión virtual en un simulacro de que estaríamos viviendo una hiperrealidad. Pichon Rivière diría es un “como si” fuera una realidad pero en rigor es un formidable mecanismo de ocultamiento y evasión de la misma.

Se plantea como juego de una hiperrealidad pero en rigor nos aleja de la realidad y nos sumerge en una lógica hipercapitalista. Conserva todas sus lógicas aumentadas: el individualismo, cada uno debe perseguir a los animalitos; la competencia, algunos cazan más animalitos que otros; propone una excitación y un goce sin anclaje social ni productivo.

Es el puro deslizamiento lúdico en un goce carente de lazo social. Es sin otro o es contra otro a quien quiero ganar.

Pero esta propuesta lúdica además de ser evasiva de la realidad es peligrosa. La cacería virtual y la competencia con otros “cazadores” produce tal estado de tensión y excitación que tiende a la distracción aun de situaciones peligrosas como cruzar una calle o exponerse a caer en la zanja de una obra, etcétera.

Esta estrategia aislante de la realidad es una tendencia en las realidades ficcionales que ya lleva un tiempo instalándose y logrando amplio consenso. Me estoy refiriendo a programas como Gran Hermano u obras ficcionales como El Señor de los Anillos o Harry Potter.

El Señor de los Anillos: quiero llamar la atención acerca de que, si bien son novelas y películas donde se transmiten ideales heroicos en función de un bien común, se despliegan empresas profundamente solidarias, se ensalzan sentimientos profundamente humanos como la lealtad, la amistad, los ideales, el amor, la comunidad formada con el objetivo de luchar por el bien, etc., todos estos valores existen en otro mundo de características mágicas. Sus personajes y ámbitos transcurren en escenarios ficticios y alejados de la realidad.

Harry Potter: escrito por la narradora inglesa J.K. Rowling en 1997 y editada en el mismo año, se publica en español en el año 2000. No creo que sea casual que ambas obras logran su apogeo a fines del siglo XX y comienzo del nuevo milenio. Esta obra de ficción también es un mundo donde la magia predomina, lo increíble sucede, en un ambiente de amigos-enemigos. Enemigos además que son exponentes de una “pura maldad” sin ninguna razón muy valedera que no sea la competencia o la envidia.

Ambas novelas legitiman que existe un mundo mágico muy diferente al de la realidad cotidiana. En Harry Potter no hay un anillo que hay que destruir para evitar que el poder total caiga en manos de un ser maligno pero existe la piedra filosofal. A la cual también hay que proteger.

También se trata de una historia donde los escenarios son ficcionales. Se ensalzan las alianzas contra el mal, el valor de la amistad, la lealtad, etc., pero son valores que ocurren en un mundo sobrenatural. Mi perspectiva es que ambas historias tienen el objetivo de evadirnos de la realidad.

Se ha dicho que las novelas nos alejan de la realidad para que volvamos y nos reencontremos con ella desde una perspectiva diferente. Creo que esto no ocurre con estas novelas de ficción. Solo intentan evadirnos de la realidad y dejarnos allí, desconectados.

Se suele comparar a Harry Potter con Alicia en el país de las maravillas. Creo que es su opuesto. El libro del matemático es un libro escrito en un clima de profundo amor por una niña que está descubriendo el mundo y que la invita a reírse de las estereotipias y rituales de la sociedad inglesa. La invita a relativizar su paradigma positivista acerca de la verdad objetiva cuando en realidad lo que importa es “quién tiene el poder”.

En esta obra hay una crítica mordaz y encantadora por su humor a la Inglaterra de su época que, en 1862, vive bajo el reinado de la reina Victoria. Se trata de un período de profundos cambios en el plano industrial, cultural, político, científico y militar de un Reino Unido caracterizado por la expansión del Imperio Británico.

Lewis Carroll le entrega a la niña Alicia Liddell un relato donde se mofa del inglés atildado con chaleco, guantes y reloj, muy ajetreado seguramente por ser un producto burgués de la revolución industrial.

Se burla de la afición inglesa a las competencias por lo cual acontece una carrera entre Alicia y varios animales donde todos ganan y todos reciben premios. Se burla de los rituales como el juego del croquet y la ceremonia del té con sus charlas sin sentido. Se mofa del mundo de la corte y de la historia de decapitaciones del reinado inglés. Hasta Alicia participa de un juicio para acusar a la sota de haberse robado algunas tartas en una mera farsa de juicio donde las pruebas son inventadas.

¿Qué es lo más valioso que Lewis Carroll le ofrenda a su pequeña amiga Alice? Desde mi perspectiva, le regala la posibilidad de una visión crítica de la realidad inglesa de su época, donde nada está establecido para siempre y que aun, esa sociedad, asfixiada de rituales y escenificaciones burdas, puede concebirse como diferente.

En ese sentido es un aporte a la posibilidad de una lectura crítica de la realidad. El relato nos aleja, momentáneamente, a un mundo ficcional desde donde regresamos, renovados, con imágenes y gérmenes de reflexiones críticas acerca de nuestro mundo actual. Este retorno crítico a la realidad es lo que no encontramos en El Señor de los Anillos y Harry Potter. En estos se trata de un mundo ficcional que solamente pretende aparentemente alejarnos de la realidad y hacernos vivir un mundo de fantasías sin anclaje con nuestra realidad social, cultural, histórica. <