Hace cinco años, cuando parte de la comunidad educativa fue notificada, familias y docentes comenzaron a reclamarle al gobierno porteño que tomen cartas en el asunto. Meses más tarde, la inacción del ejecutivo y el silencio ensordecedor de medios adeptos, se adueñaron del tema y desde entonces están en riesgo la salud de 400 estudiantes y decenas de trabajadores y trabajadoras de la educación. En 2018, la asociación de trabajadores del subte y premetro, dio a conocer documentación que advertía sobre la presencia de asbesto en los viejos talleres de tranvía ubicados en Caballito, linderos a dos escuelas porteñas: la primaria ‘Organización de Estados Americanos’ y el jardín de infantes ‘El Tranvía’. Tras la ratificación de que en los talleres Polvorín y Bonifacio hay material potencialmente cancerígeno, la vida de cientos de familias de la comunidad educativa cambió para siempre. Hoy viven la angustia de ser ignorados por la cartera educativa que conduce Soledad Acuña; por la firma privada que concesiona los subtes, Emova; y por SBASE, la empresa estatal de CABA propietaria legal de toda la red de subterráneos. Mientras los metrodelegados realizan varias medidas de fuerza exigiendo la remoción del asbesto de los diferentes espacios contaminados por este material cancerígeno, padres docentes y directivos de las escuelas reclaman que hagan lo mismo de los viejos talleres Polvorín.

El 12 de agosto del año pasado, Tiempo realizó un informe sobre este tema que, hasta hoy, acongoja a cientos de familias. Los talleres contaminados con asbesto tienen un horno cuya chimenea apunta directamente al patio de la escuela primaria y del jardín de infantes. En aquel entonces, el equipo de conducción del establecimiento educativo, solicitó a la empresa SBASE que ponga en suspenso el funcionamiento del horno «hasta que se pruebe que no afecta la salud» de estudiantes, docentes y toda la comunidad educativa. Al mismo tiempo exigió el retiro de todos los materiales que contienen asbesto.

Yo a mi hija la cambié de colegio porque el gobierno de la Ciudad no tomó ninguna decisión para sacar el asbesto”, señaló a Tiempo Mariana Larroca, mamá de una nena de 4 años que iba al Jardín El Tranvía. Mariana había decidido no enviar más a ese jardín a su hija hasta que el gobierno entregara los resultados de los estudios ambientales correspondientes. “No podíamos esperar más, la salud de mi hija está primero. Como no pudimos conseguir vacante en la escuela pública para sala de 4 años ahora estamos pagando una escuela privada. Somos más de 20 familias del jardín que decidimos cambiarlos de escuela, por ejemplo, en la salita de mi nena eran 16 chicos y este año quedaron cinco”, agrega.

asbesto
Fachada de la escuela primaria y el jardín de infantes. Al lado los talleres con asbesto.

Durante años, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta logró imponer un manto de silencio sobre la presencia de asbesto en los talleres del viejo tranvía. “De este tema no se habla, o mejor dicho no se hablaba”, dijo a Tiempo Francisco Ledesma, secretario de salud laboral y condiciones en el trabajo de Metrodelegados. Tras la información brindada a las autoridades de las escuelas por los trabajadores del subte y la ratificación mediante un informe realizado por la empresa SI Consultores con el laboratorio CIH, que confirmó la presencia del material cancerígeno en el lugar, las familias comenzaron a organizarse y realizaron abrazos a las escuelas, se movilizaron a los talleres, pegaron afiches en el barrio, exigieron soluciones concretas a la administración de Rodríguez Larreta, pero todo quedó en la nada.

“Los afiches que pegamos fueron despegados al poco tiempo que los colocamos y no sabemos quiénes hicieron ese trabajo y lamentablemente la lucha se fue desintegrando por diferentes motivos a medida que no recibíamos respuestas”, manifestó a Tiempo Mariano Villarraza, padre de dos estudiantes que asisten a la escuela. Ambos alumnos, desde hace un tiempo, sufren complicaciones respiratorias al igual que algunos de sus compañeritos. Mariano tiene en su poder estudios médicos de sus hijos que faltan reiteradamente a la escuela por las recaídas que sufren de manera crónica. Algunas familias lograron cambiar a sus hijos de escuela, pero la gran mayoría no encontró vacante en otro lugar.

Una de las movilización de las familias hacia los talleres Bonifacio y Polvorín

“Mi pibes se fueron enfermando cada 10 días con problemas respiratorios, si bien uno le puede echar la culpa al cambio climático no es así, porque esto es algo que años anteriores jamás había ocurrido”, relata Villaraza. “Es por eso que cuando nos enteramos del asbesto me puse al frente del reclamo pero lamentablemente todo fue tapado y lograron desactivar la lucha de las familias. Ocho meses después de que nos enteramos que hay asbesto que flota por el aire de la escuela, seguimos en la misma: no sacaron los talleres, no removieron absolutamente nada ¿tan poco le importa la salud de nuestros hijos al gobierno porteño?”, termina.

Mientras pasa el tiempo, el silencio de la empresa SBASE que maneja la administración de Rodríguez Larreta, responsable de controlar el funcionamiento de los subtes, es ensordecedor. Ante esta situación tampoco se manifestaron funcionarios de la cartera de Salud que dirige Fernán Quirós, ni autoridades de la cartera educativa porteña que comanda Soledad Acuña.

La Ciudad se niega a trasladar los talleres y a quitar el asbesto

“La semana pasada nos llamaron de EMOVA porque la empresa quería comenzar con la quita de asbesto en una formación, y fuimos a los talleres Bonifacio y Polvorín a hablar con representantes de la empresa. Aprovechamos y le preguntamos sobre los techos del taller que tienen asbesto, el horno, y todos los espacios del taller; queríamos saber cuándo los iban a desabestizar”, contó a este medio Francisco Ledesma, secretario de salud laboral y condiciones en el trabajo de Metrodelegados. La Empresa EMOVA dijo que en los meses de enero, febrero y marzo de este año, iban a comenzar a quitar el asbesto del tinglado y otros espacios de los talleres, pero que la empresa estatal SBASE no firmó los pliegos para que se puedan contratar a las empresas privadas que iban a realizar la remoción.

Otra de las posibilidades es que el gobierno de la Ciudad, cierre o traslade el funcionamiento de los talleres a otro lugar alejado donde no exista población en riesgo. Respecto a esta propuesta, el ejecutivo argumenta que “no los puedes cerrar porque están declarados como patrimonio histórico, pero del traslado no dijeron nada”, suma Ledesma.