“La Nuestra” es un concepto utilizado frecuentemente para identificar un estilo de juego. La génesis del término se remonta a las décadas del ’30 y del ’40, cuando empieza a nacer la idea de lo que hoy se conoce como “Fútbol Argentino”. Es la alusión a una forma de jugar desfachatada, criolla, contestataria de las rígidas estructuras inglesas que sostenían una dinámica basada en un funcionamiento solido, colectivo y en detrimento de la destreza individual. Suele hablarse de “La Nuestra” y enseguida acudir a términos como gambeta, indisciplina táctica, taco, libertad, sorpresa, sombrero y, claro, potrero para llegar a esa identidad muchas veces añorada por estos días.

La Nuestra también es una asociación civil. Un espacio de fútbol femenino del barrio Güemes, en la Villa 31 de Retiro, que cumple diez años. Pero que no solamente reúne mujeres alrededor de una pelota. “Llegamos al barrio en noviembre de 2007 y por aquellos días las mujeres casi no entraban a la cancha de fútbol. Pero con el tiempo conquistamos el territorio, la cancha, y sostener el espacio que antes era para jóvenes y adolescentes, y que ahora también es para niñas, es motivo de un gran orgullo para nosotras”. Mónica Santino es la presidenta de La Nuestra y entrenadora de fútbol. O al revés. Pero las denominaciones resultan chiquitas cuando con voz firme asegura que la cancha más grande del barrio “es de las mujeres”.

Pero no lo dicen sólo ellas. Todos y todas reconocen ese espacio con ese mote. Mónica sostiene que ese es el logro político más importante, “porque hizo cambiar muchas costumbres”. Y luego ejemplifica: “Ahora, son muchos los chicos que se quedan al cuidado de sus padres mientras las madres juegan al fútbol”.


La Asociación Civil La Nuestra Fútbol Femenino es una organización conformada por ex jugadoras de fútbol y directoras técnicas que busca recrear un espacio para la práctica de fútbol femenino para adolescentes y jóvenes que trascienda lo deportivo, integrándolo al trabajo con perspectiva de género sobre otras áreas como la educación y la salud. Son 60 jugadoras desde los seis años de edad, tres entrenadoras, una preparadora física, una kinesióloga, una entrenadora de arqueras, una educadora popular, una trabajadora social, una diseñadora gráfica y una responsable de prensa. “Creemos que el fútbol es una herramienta maravillosa para erradicar la violencia de género”, agrega Mónica. Y sigue: “Es un deporte que genera identidad, que nos representa y a través del cual conseguimos, en estos diez años, mucho. Y somos conscientes de que se puede hacer mucho más, sobre todo ahora, en un contexto político y social de crisis en el que a veces hay chicas que no pueden venir a jugar porque tienen que salir a buscar laburo o a laburar para parar la olla”.

Yesica tiene 25 años. Nació en el barrio Güemes y desde los siete juega al fútbol. “Jugaba los campeonatos del barrio con los varones. Me venían a buscar porque jugaba bien”, se enorgullece. Delantera –“yo soy nueve”, refuerza– y fanática de River Plate, Yesica ama al fútbol desde la cuna. Pero reconoce que ahora se siente más cómoda jugando con mujeres. “Pero porque son mujeres igual que yo. Porque no me daba miedo jugar con varones. Tengo un re aguante. No le tengo miedo a nada”, dice. Tiene una hija, Abigail, de cuatro años que ya entrenó con ella y que se perfila para seguir sus pasos. De vez en cuando va a la cancha y no sabe que elegir cuando se le presenta la encrucijada de ir a alentar al Millonario o calzarse los botines: “Soy re fanática de River y me muero por jugar un partido. No puedo elegir una u otra”.

Para Yesica “el fútbol es todo”. ¿Por qué? Ella lo cuenta: “Pasé momentos muy difíciles. Pero gracias a Moni me pude rescatar de la droga. Ahora me estoy preparando para entrar al profesorado de educación física. Y todo fue gracias al fútbol y a este espacio que Mónica formó para nosotras”.


Juliana llegó a la Argentina hace 14 años. Colombiana (de Bogotá), hoy tiene 33, es directora técnica y cumple el rol de secretaria en La Nuestra. Vino a jugar al fútbol y conoció a Mónica en San Telmo, quien la invitó a participar del proyecto. Y si bien su pasión por el fútbol no reconoce límites, no fue sencillo andar ese camino: “Cuesta ser mujer en el ámbito del fútbol. Me cargaban por jugar. Me decían marimacha. Y como antropóloga quería entender por qué nos cuesta tanto a las mujeres jugar al fútbol”.

Desde 2012, Juliana entrena a las chicas más chiquitas en La Nuestra y estudió para ser DT: fue la única mujer en una promoción de 87 varones. “Aún con todo lo que hemos logrado, a las mujeres se nos asignan ciertas labores, ciertos deportes, y tratamos de pensar entre todas por qué pasa esto”, cuenta. Se refiere a los talleres que se dan en el marco de la asociación civil para que las mujeres sean empoderadas. “El gran triunfo de La Nuestra es haber ganado el derecho al juego como mujeres futbolistas. Entrenamos en la cancha más grande del barrio y logramos un cambio social en el barrio. Los padres las alientan, no las mandan a lavar los platos. Realmente hemos hecho una transformación”, sostiene. Además, desde lo físico y estético, cree que “el fútbol permite a la mujer convertir a su cuerpo en uno fuerte y ágil, y no en uno colonizado por las cuestiones que el patriarcado a construido para las mujeres”.


En ese sentido, Mónica refuerza: “Tenemos pibas muy empoderadas que difícilmente sean víctimas de violencia de género. Y cuando te das cuenta de que tenés un cuerpo que puede hacer todo lo que te dijeron que no podía hacer, es cuando realmente te empoderás y podés transformar la realidad. El fútbol no hace sentir más fuertes y lo podemos hacer igual que un hombre. Amarlo igual que un hombre”.

Y si bien desde la tribuna de un estadio de fútbol (en el marco de un partido jugado por hombres) es común escuchar cantos relacionados con la sumisión sexual violenta del rival derrotado, las chicas de La Nuestra gambetean los obstáculos y ganan por goleada. Mónica finaliza: “Nosotras lo vemos desde la lógica fantástica que tiene el jugar. Es un deporte que siempre nos negaron a practicar, que es machista, que tiene una violencia muy profunda. Y que ese terreno lo conquistemos las mujeres es un signo de mucho empoderamiento. Ahora, el objetivo máximo es fundar un club de mujeres. Y en ese camino estamos”.

Festival para celebrar

El sábado 11 de noviembre, La Nuestra Fútbol Femenino y MIA (Mujeres Incentivando Arte, encuentro de mujeres que desde el arte busca re-significar la lucha frente a lo establecido) realizarán un festival en la Villa 31 en el que habrá talleres artísticos, charlas, feria y bandas en vivo, bajo el lema “Esta villa es mía. Esta villa es la nuestra”. Comienza a las 15.