La pandemia frenó todo. Y uno de los ámbitos donde más se percibe esa quietud es en el de la salud. Parece una contradicción, pero no. Por fuera del coronavirus había un mundo de turnos, cirugías, tratamientos y consultas en un abanico de patologías que, con el aislamiento preventivo, el temor de los pacientes a salir y el auge de la telemedicina, se redujeron sustancialmente. El temor: que se desatiendan cuadros clínicos que podrían resultar severos.

En algunos casos no es que la enfermedad no existe, sino que la persona prefiere no consultar. Y deja pasar dolores que en otro contexto atendería. En la Fundación Favaloro hay menos del 50% de las unidades coronarias ocupadas. «Bajaron casi un 80% las consultas. Muchos enfermos coronarios tienen miedo de venir, por multas o por temor a contagiarse en el hospital. Puede tener un dolor de pecho, se lo aguanta en su casa y por ahí es un infarto», grafica Alejandro Hershson, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y jefe de Cardiología Ambulatoria de la Favaloro.

En abril, época de primeros fríos y guardias atestadas, los pasillos están desiertos, en tensa calma, esperando el pico del Covid-19 para fines de mayo o principios de junio. Cuanto más se alargue la curva, más demorarán en volver las otras ramas de la salud. Actualmente hay 44 mil camas destinadas a internación en todo el país. La mitad, reservada para el coronavirus. Desde hace semanas se impulsa a nivel nacional una disminución de las actividades programadas: aquellas cirugías que no comprometan la vida de los pacientes, la derivación a domicilio y seguimiento de internados, y la reprogramación de turnos que no sean urgentes. Sólo se atienden emergencias o tratamientos crónicos de áreas como oncología, obstetricia y hemodiálisis.

Antes de la pandemia, por el Hospital de Clínicas circulaban diariamente unas 10 mil personas. Hoy son menos de mil. Al igual que otros centros de salud, quedó literalmente dividido en dos: un sector para atender el coronavirus y el otro para el resto, confinado a la guardia y a los tratamientos que deben continuar. Al llegar un paciente, los médicos le toman la temperatura en la planta baja y evalúan el grado de urgencia. Lo esencial –aseguran– es evitar la aglomeración.

En la jerga sanitaria, son «los otros»: los que arriban con un tobillo roto, alguna infección o un malestar que derivó en un «vine porque no doy más». El último recurso. Las salidas pueden traer problemas. Natalia Álvarez y su pareja, de Vicente López, llevaron a su hijo Simón, de tres años, a la guardia de la Fundación Hospitalaria, en Saavedra, el domingo por la noche, luego de tres días de fiebre. Al retornar a Provincia, un policía amenazó con multarlos. Les recriminó que no apelaran a la videoconsulta. «Le insistimos en que lo tuvieron que revisar y hacerle análisis de orina, lamentablemente eso no lo podemos resolver desde casa», relata Natalia.

Algo que caracterizará a este período será el auge de la telemedicina: en las primeras tres semanas de confinamiento se realizaron más de 300 mil consultas con esta modalidad, que aún no está regulada. En Córdoba, la presidenta de la Asociación de Reumatología, Ana Bertoli, reclamó que las prepagas no les reconocen las atenciones virtuales: «Incluye consultas con modalidad a distancia y realización de recetas, además de la contención emocional inherente a todo acto médico».

Pero hay áreas donde el contacto personal se vuelve indispensable. Es el caso de los dentistas. «Cualquier situación que requiera alivio inmediato tiene correspondencia con una atención válida, y los turnos fueron reprogramadas para cuando pase todo esto», cuenta Cristina Tula, presidenta de la Asociación Odontológica Argentina. ¿Cómo se imagina el poscoronavirus en una profesión con altísimo riesgo de contagio por el contacto bucal? «Va a haber un antes y un después en la odontología, desde la bioseguridad estricta con equipos especiales hasta el manejo de turnos espaciados, con selección previa, y un protocolo estricto en la sala de espera».

Moreno es una de las localidades con más casos de coronavirus en la Provincia, por viajeros que se contagiaron en eventos sociales. El Hospital Mariano y Luciano de la Vega es uno de los epicentros de la atención por Covid-19. «Hay consultorios externos que siguen, se está trabajando mucho con consultas de salud mental, para lo que se colocaron teléfonos con el municipio, lo mismo con la temática de la ILE (Interrupción Legal del Embarazo), donde también se continúa dando respuesta –relata Adriana Montana, trabajadora del hospital–. También llegan más urgencias, nos pasó con casos de apendicitis o cardíacos: vienen cuando está más avanzado el problema, y terminan sometidos a cirugías de emergencia».

Las restricciones también abarcan a los acompañantes de los pacientes. En guardia de pediatría, sólo se permite a un mayor entrar con el niño. En internación de adultos, ingresa sólo una visita, en horario de almuerzo y cena, y durante apenas media hora. La situación se repite también en el sector privado. En el Hospital Alemán la atención general disminuyó casi un 80 por ciento. «Ahora se empieza a ver un poco más de consultas, sobre todo en traumatología o clínica médica, porque pasan los días y no tienen más remedio que venir», explica la jefa de Medicina Interna de ese centro de salud, Cristina Freuler, y acota: «Los controles de niños sanos mayores de un año también se suspendieron. A veces llama una madre y dice: ‘Le tocaba control oftalmológico por los tres meses, pero me da miedo llevarlo’. ‘Entonces, no lo traigas’, le decimos. Si es de rutina, hay que evitar la exposición».

Prepagas apuestan a la telemedicina

Las prepagas avizoran un futuro con mayor presencia de la telemedicina. Gabriel Barbagallo, gerente de Relaciones Institucionales de OSDE, explica a Tiempo que «toda práctica que no es urgente pero que por algún motivo no puede diferirse, se realiza estrictamente con turnos previos. El resto se intenta programar para más adelante. No sólo para evitar la circulación de gente, sino para no disponer del recurso sanitario o del insumo crítico». Y agrega: «Compartimos la preocupación de las sociedades científicas de no desatender las otras patologías prevalentes. Mucha gente, ante el temor del contagio, decidió posponer consultas programadas».

–¿Qué áreas continúan con tratamientos y cirugías?

–Obstetricia, oncología, hemodiálisis, radioterapia, las cirugías no programadas que requieran resolución, siguen atendiéndose. Muchas especialidades atienden a sus pacientes, en especial a los enfermos crónicos, por sistemas remotos, al igual que las terapias psicológicas.

–¿Bajaron las consultas y las recetas de patologías no relacionadas con el coronavirus?

–Nuestro primer análisis es que, lógicamente, hay un importante descenso en la cantidad de consultas generales y un gran crecimiento de las virtuales. Los números son categóricos: tenemos más de 12 mil profesionales operando bajo esta modalidad. En las primeras tres semanas de confinamiento realizaron más de 300 mil consultas y se superaron las 500 mil recetas digitales. Más que nunca necesitamos una regulación que permita vencer barreras y establecer límites, para no caer en algunas improvisaciones que la actual crisis provocó. Luego, seguramente aumentará la valoración positiva que la sociedad tiene de la telemedicina. Esta experiencia confirmó lo que decíamos hace tiempo: no reemplaza al médico, pero permite ganar un tiempo muy valioso y llegar a todos lados.

–¿Cómo se imaginan el escenario post Covid-19?

–Preferimos concentrar toda nuestra energía y recursos en la atención de la pandemia, pero sin dudas, el escenario será otro. Se puede prever una mayor articulación con el sector público o un mayor repliegue hacia la esfera familiar, pero es pronto para ir más allá. Lo que vemos con preocupación en el corto plazo es un serio problema en el financiamiento de las obras sociales que reciben el grueso de sus ingresos del aporte de las empresas y de sus empleados en un escenario recesivo.


«Pami está sosteniendo a las clínicas privadas»

«El Pami está financiando el sistema de clínicas privadas en la Argentina». Quien lo afirma a Tiempo es Martín Rodríguez Alberti, subdirector del organismo, y explica que «en un contexto donde las clínicas no están recibiendo demanda, porque obviamente se postergaron las prestaciones programadas y los afiliados están tratando de no ir al centro si no es una urgencia, algo que nosotros también recomendamos, el proceso de desfinanciamiento es grave. Entonces, Pami, como tiene un sistema capitado, en el que no se paga por prestación sino por el uso potencial de cada afiliado, termina sosteniendo los sueldos y la compra de insumos de las clínicas privadas, a sabiendas de que esas prestaciones no se están dando en su totalidad, porque hoy las clínicas atienden entre un 30% y un 50% menos de lo que atendían antes de la emergencia». El pago fijo per cápita por afiliado abarca a casi medio centenar de instituciones privadas, que pueden llegar a atender hasta 30 mil afiliados cada una. Mientras tanto, continúan las recetas digitales: el afiliado sólo debe llamar a su médico de cabecera, que emite la orden y esta llega a la red de farmacias adheridas a Pami. Luego, un familiar o vecino del afiliado, con el DNI y la credencial, puede retirar el medicamento.

Donaciones

Algo esencial para la salud colectiva, y que se vio resentido por la cuarentena, es la donación de sangre. Por eso el Comité Operativo de Emergencia comunicó que resulta de vital importancia que los voluntarios continúen con su acción solidaria habitual, y reafirmó que se encuentran habilitados para circular hacia el lugar de donación mostrando en su celular la citación individual acordada previamente con su banco de sangre.