Cristian «El Paragüita» Toledo Medina, de 25 años, vivía en la Villa 21-24 de Barracas. Trabajaba en la ferretería situada frente a la Parroquia Caacupé. Cerca de las 7:30 del sábado, recibió un balazo en la tetilla y murió prácticamente en el acto. El asesino, un oficial del cuerpo de bomberos de la Policía de la Ciudad, disparó unas ocho veces contra el auto en el que iba la víctima junto a dos amigos quienes milagrosamente resultaron ilesos. El sospechoso adujo que sufrió un intento de robo pero todo indica que se trató de una discusión de tránsito que terminó en un nuevo caso de gatillo fácil.

El Paragüita, Carlos Gavilán, de 23, y Jorge Nadalich, de 24, volvían esa madrugada de bailar. Se trasladaban en un auto Alfa Romeo modelo viejo hasta que en la esquina de la avenida Vélez Sarsfield y Australia se toparon con el Renault Logan gris que manejaba el policía Adrián Otero.

De acuerdo a la versión del acusado, en ese cruce Toledo Medina, que conducía el Alfa Romero, se bajó del auto y con una piedra le golpeó el vidrio de la puerta delantera izquierda de su Renault Logan. En esa circunstancia, el policía dice haberse identificado y haber dado la voz de alto, y acusa a que la víctima se subió a su auto y huyó.

Inmediatamente, siempre según el relato del policía, el sospechoso disparó contra las gomas del Alfa Romeo para disuadir la presunta la fuga hasta que éste chocó a unas cinco cuadras, en la ochava de la esquina de Velez Sarsfield y Santo Domingo. Se pudo reconstruir que de la pistola reglamentaria de Otero se ejecutaron al menos 8 tiros.

Poco después del crimen, los vecinos y allegados de la víctima se manifestaron frente a la Comisaría 30a. para pedir justicia. Incluso, el padre Lorenzo “Toto” de Vedia, de la Parroquia de Caacupé, quien conocía al muchacho del barrio, fue uno de los primeros en asegurar que se había tratado de un abuso policial.

“Quedó comprobado que los chicos no estaban armados y que los empezaron a perseguir hasta que lo mataron», explicó De Vedia, en diálogo con la FM Futurock, quien agregó: «Son pibes que traen generaciones de exclusión, interpretados por alguien que tiene generosidad de prejuicios y expresó eso al decidir matar».

«Esto nos tiene que alertar cómo las fuerzas de seguridad trabajan en los barrios», concluyó el padre De Vedia quien recordó a Toledo Medina como un pibe “trabajador” y “muy querido por todos en el barrio”.

Las primeras medidas de la investigación quedaron en manos de los agentes de la Comisaría 30a, los propios compañeros del imputado, quienes detuvieron a los amigos de Toledo Medina y al policía. Poco después, el Juez de Instrucción 11, Pablo Raúl Ormaechea, liberó a Gavilán y Nadalich, quienes seguirán, por ahora, acusados de intento de robo. Otero, en tanto, continúa preso y será indagado por el juez en las próximas horas.