Trabajadores de la salud, organizaciones de Derechos Humanos, dirigentes sindicales, organizaciones políticas, periodistas, referentes sociales y comunitarios, y familias se concentraron este miércoles en el Obelisco para reclamar la inmediata entrega de las cunas pertenecientes al Plan Qunita. La convocatoria tuvo como blanco de las protestas al ministro de Salud de la Nación, Jorge Lemus, quien debe resolver en relación a la reutilización de los 60 mil moisés que permanecen en depósitos, luego de que hace doce días el juez Claudio Bonadio diera marcha atrás con la idea de incinerarlos por considerarlos elementos de riesgo.

El objetivo del Plan Quinita (que no sólo contemplaba la entrega de un kit con 34 productos sino que además constituía una articulación integral con otros programas sanitarios) era reducir las muertes súbitas de lactantes, de las cuales el 50% se debe al colecho (situación en la que la madre y el bebé duermen en la misma cama). Iniciado en 2015, el programa completaba el círculo de la Asignación por Embarazo, para mujeres sin cobertura social que además debían hacerse cinco controles, y tenía como fin prevenir las muertes de 2000 bebés y de cien madres por año. ¿Cómo? Aumentando el número de controles en aquella población de madres que más dificultades tienen de abordar los servicios de salud, que tienen problemas de accesibilidad, de educación y una serie de determinantes sociales que hacen que no se controlen adecuadamente el embarazo.

Durante los controles, las madres eran derivadas a lo que se llaman maternidades seguras, que son centros certificados ante el Ministerio de Salud de la Nación, que cumplen con las condiciones neonatales y obstétricas esenciales para garantizar la recepción de un parto y tienen todos los servicios y profesionales necesarios para garantizar la atención de cualquier complicación en el momento del nacimiento.

Es decir que las mamás debían cumplimentar todos estos pasos para poder recibir el kit y ser derivadas, junto con el niño, al control postnatal en los centros de salud cercanos al domicilio de la madre.

Pero tras entregar cerca de 45 mil equipos, Qunita dejó de funcionar en abril. Fueron poco más de seis meses de la conquista de un derecho que hoy se ve lesionado. “Con el cese de la entrega de estos kits se priva de un derecho a un sujeto que, según nuestra Constitución, es un sujeto de valor superior con respecto a otras edades de la vida: los recién nacidos. Es suprimir un derecho a una persona de altísimo valor en términos de producción humana”, manifestó en diálogo con Tiempo la pediatra Gabriela Bauer, que participó de la concentración en el centro porteño.

No obstante el retroceso, la médica infantil consideró que “estamos mejor que hace tres semanas porque hemos visto expresiones importantes, que nos hacen bien, como es el documento de Unicef Argentina que llama a la reflexión”. Pero luego dejó en claro que seguirá en la calle reclamando la inmediata restitución del plan porque “la cuna tiene un valor simbólico y cultural muy importante, ya que espera a un niño que recién llega a un hogar y lo protege del riesgo de muerte súbita”.

Además, Bauer destacó que “el plan buscaba garantizar el cuidado de la mujer embarazada que vive en situaciones de máxima vulneración en nuestro país”, y cuestionó la falta de respuesta por parte del Ministerio de Salud de la Nación: “Dimos un compas de espera de más de diez días para saber si el ministro Lemus o las autoridades que lo representan iban a tener alguna comunicación oficial en torno a esto. Y dado que esto no sucede estamos acá, siempre en sentido propositivo porque pensamos que las cunas tiene que llegar a su legítimo destinatario”.

Por su parte, la neonatóloga Adriana Gorenstein mostró su tristeza ante esta realidad. “Todo lo que sea un retroceso en las políticas públicas para la reducción de la mortalidad de nuestras madres y de nuestros chicos es algo bastante doloroso para todos los profesionales que nos dedicamos a la salud materno infantil”, se lamentó y aclaró que “el plan Qunita no era un regalo de insumos a una madre que recibía la asignación por embarazo, sino que es una estrategia sanitaria que estuvo pensada y articulada con otras estrategias sanitarias, que se enfocó en la muerte súbita del lactante pero que no se dedicó solamente a eso, sino que tenía que ver con el resto de las estrategias sanitarias que apuntaban a que cada vez fuéramos reduciendo, año a año, la mortalidad de los menores de un año”.

Según contó la médica, en la Argentina, el 10% del total de los embarazos no tienen controles durante la gestación o tiene pocos controles, por debajo del número que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Esos embarazos, explicó, tienen altas probabilidades de cursar con una mamá que no está en condiciones de salud para afrontar el embarazo y el parto, y con complicaciones en el nacimiento. “Esto determina un aumento de patologías de niños y de madres que no enfrentan adecuadamente el parto y que presentan enfermedad o alteraciones en lo que se llama período perinatal, es decir el período alrededor del momento del nacimiento”, dijo Gorenstein.

Más tarde, la profesional cuestionó que “un retroceso en este sentido hace que una infinidad de niños que nacen en nuestro país no reciban lo que necesitan, que es un lugar seguro para dormir, no se garanticen los controles de la madre, no se garantice que el parto se haga en una maternidad adecuada y esto seguramente va a impactar en la salud materno infantil”.

Finalmente, Gorenstein lamentó que el plan no haya podido continuar para cuantificar los avances y cerró: “Para tener datos sobre los avances se necesita un mínimo de tiempo y un mínimo de kits entregados de los cuales hay que hacer el seguimiento. Este plan duró un poquito más de seis meses, se entregaron unos 45 mil kits pero no hay cifras y no hay seguimiento de lo que pasó con las madres que han recibido”.

Un caso

Alison sonríe mientras su mamá, Silvia Álvarez, le hace caritas. La beba de cinco meses iba a ser una de las beneficiarias del Plan Qunita, pero como otras miles, recibió el revés estatal. “No me la dieron. Me hice todos los controles para que la beba no corra riesgos, pero con el cambio de gobierno perdí todo lo conseguido”, se enfurece esta madre sentada cerca del Obelisco. “Este programa hubiera sido de gran ayuda. La piloteé como pude, pero hay un montón de bebés que corren el riesgo de morir por muerte súbita”, agregó.

Finalmente, Silvia describió que “es un tristeza que nazca tu hijo y no tener una cunita para que lo reciba”, y deseo que “estas cosas no pasen nunca más porque los chicos son el futuro”. Y porque “no se pueden meter con los chicos”.

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