Al igual que en los ’90, los trenes atraviesan otro momento de letargo. A pesar de que el macrismo asumió con un plan de la gestión anterior para expandir servicios ferroviarios, urbanos y de larga distancia, en menos de cuatro años se eliminaron 12 ramales.

Son 104 comunidades afectadas. La mayoría aún lucha por dejar el aislamiento, y abarcan todo el territorio nacional: en el Gran Buenos Aires, cerró el ramal Alsina–Bonzi. En Buenos Aires y La Pampa, los trenes a 25 de Mayo, Tandil, Bahía Blanca vía Pringles, Pinamar, Saladillo-General Alvear, General Pico y Santa Rosa. Y otros tres ramales en Entre Ríos y Chaco.

Pese al freno de algunas de las iniciativas estrella de Cambiemos en la región metropolitana (la Red de Expresos Regionales –RER–, 16 kilómetros de vías subterráneas en pleno centro porteño, o el soterramiento del tren Sarmiento), el gobierno buscó mostrar avances en el AMBA con la electrificación del Roca o los viaductos en CABA. Sin embargo, el Gran Buenos Aires no se salvó del vendaval antiferroviario, con la clausura del ramal Puente Alsina-Aldo Bonzi de la línea Belgrano Sur, que permanece suspendido «hasta nuevo aviso» desde hace dos años. En todo este tiempo sufrió intrusiones y robos de material, pero los mayores padecimientos los causó el propio Estado, que anunció construcciones de centros de salud en su traza e incluso un «parque lineal» que inutilizaría el trayecto, «siguiendo el camino del tristemente célebre Ferrocarril Provincial», según indica un informe del sitio especializado enelsubte.com.

En el interior de la provincia, el traspaso de Ferrobaires a la Nación no se tradujo en una ampliación de las prestaciones ferroviarias, sino todo lo contrario. Trajo aparejado un profundo recorte que dejó a numerosas ciudades sin servicio: «Tras aceptar a regañadientes la transferencia, la Nación delineó un plan que sólo contemplaba tres destinos: Mar del Plata, Junín y Bahía Blanca vía Lamadrid». Sin razones oficiales, cerraron los ramales a 25 de Mayo, Bahía Blanca vía Pringles (que permitía acceder a Sierra de la Ventana, en el partido de Tornquist), Tandil y Pinamar, donde la estación fue convertida recientemente en un mercado de verduras y hortalizas.

«Cada vez viajaba más gente. Si bien no era un tren cero kilómetro como los que van a Mar del Plata, estaba reacondicionado, se viajaba bien», se lamentó ante la prensa local Marcelo Eduardo Samuel, pasajero frecuente del tren desde Tandil, que aún conserva el pasaje del tren que tomó el miércoles 29 de junio de 2016, el último día que funcionó. «Yo me encontraba con gente que iba a comprar mercadería a Once o a Avellaneda para traer a vender a sus negocios. Otros que iban a trabajar, o que venían de allá a ver familiares que hacía años no veían. Muchos que iban por tratamientos médicos, familias enteras que iban al Garrahan o a algún hospital público», recordó.

Una maniobra que se repite es la de cancelar una línea «hasta nuevo aviso» a causa de accidentes, y que no vuelve a funcionar. Le ocurrió en enero de 2018 al servicio Temperley–Saladillo/General Alvear, cerrado tras el descarrilamiento de un tren de cargas, a pesar de que otros que utilizaban las mismas vías (por ejemplo el de Cañuelas-Lobos) fueron restablecidos a los pocos meses.

Cruzando las fronteras bonaerenses, la situación es aun más crítica. La provincia de La Pampa se quedó sin trenes de pasajeros en enero de 2016. La suspensión del Ferrocarril Sarmiento cortó tres servicios: Once-General Pico, Bragado-General Pico (vía Realicó) y Catriló-Santa Rosa. La mayoría estaban suspendidos desde la inundación de agosto de 2015, que afectó varios puentes de la traza. Eso sirvió de excusa perfecta para no retomarlo, teniendo en cuenta que desde el gobierno admitieron que los trenes a La Pampa no volverían porque «dan pérdida». El recorrido afecta también a localidades de la provincia de Buenos Aires, como 9 de Julio, Pehuajó, Bragado, Trenque Lauquen y Lincoln.

«A diferencia de lo ocurrido en los años ’90, cuando la clausura de ramales era al por mayor y se hacía de forma explícita, fundamentada en argumentos económicos, puede advertirse el patrón de que el gobierno ha optado por una estrategia de clausuras por goteo y silenciosas», indica el artículo publicado por enelsubte.com. Y completa: «A sabiendas de que el cierre de ramales ferroviarios es altamente impopular, ninguno de ellos se informa como definitivo, sino como temporario. Pero el tiempo pasa y no hay respuestas acerca de cuándo volverán a circular esos servicios. Algunos de ellos, incluso, ya han sido borrados de los registros oficiales y ni siquiera se informa su suspensión, como si nunca hubieran existido».