No caben dudas de que el #NiUnaMenos ha tenido un éxito notable instalando el tema de los femicidios como uno de los que más despliegue recibe en la agenda diaria de noticias. Pese a eso aún no se ha conseguido que el impacto de la iniciativa se traduzca en una baja en las tasas de femicidios que, por el contrario, se han mantenido constantes y hasta en aumento. A tal punto que durante el mes de abril se llegó a la macabra suma de una mujer asesinada por día en el territorio nacional. Sin embargo las marchas, las campañas y las noticias lograron un éxito mayor en cuanto a generar conciencia social respecto del lugar de desprotección en el que se encuentra la mujer que, más allá de los avances, continúa siendo el eslabón más débil de la estructura social.

Todos esos elementos se combinaron para que ayer por la noche en la terminal de ómnibus de Bahía Blanca se produjera un hecho que deja en claro de qué modo el tema ha afectado la sensibilidad popular. Ahí dos mujeres escracharon al femicida Pablo Cuchán cuando lo reconocieron como uno de los pasajeros del micro que se disponía a partir desde esa ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires con destino a La Plata. Las pasajeras solicitaron a la empresa de transporte de larga distancia que hicieran bajar a Cuchán del micro, ya que ellas se negaban a compartir el viaje con un asesino de mujeres. Sin embargo la empresa no encontró ningún motivo legal para acceder a tal pedido, ya que el hombre se encuentra en libertad luego de haber cumplido la condena impuesta por la justicia en 2004.

En aquel año Pablo Cuchán fue condenado a 17 años de prisión por el crimen de Luciana Moretti, su novia de 15 años, a quien había asesinado, descuartizado e incinerado sus restos en una parrilla. Durante el juicio, el acusado había declarado que la adolescente había fallecido por una sobredosis cuando ambos se encontraban consumiendo drogas y nunca admitió haberla asesinado, aunque sí los aberrantes hechos posteriores. Tenía entonces 24 años y quedó libre el año pasado, tras haber cumplido sólo 11 de los 17 que la condena le había impuesto, obteniendo el beneficio de una reducción de pena por su buena conducta durante el cautiverio. Cuchán fue noticia un par de semanas atrás cuando se convirtió en el centro de otro escrache. En ese momento, un grupo de vecinos de Bahía Blanca y zonas cercanas habían lanzado una alerta sobre la actividad del exconvicto en redes sociales como Tinder, en las que el hombre de 37 años buscaba nuevas parejas.

Emilia es una de las pasajeras que lo reconoció ayer por la noche en el micro que debía partir hacia La Plata y que decidió bajarse del transporte. «Pablo Cuchán vive libre y yo me tuve que bajar de un bondi para no viajar con él. Yo, porque a él no lo pueden bajar. Porque la justicia aprueba su libertad. Miren, que este hijo de mierda se está yendo a La Plata», expuso la joven en su perfil de Facebook. Su madre, una conocida dirigente local de Suteba, también se expresó a través de dicha red social. «Horrible lo que acaba de pasar. Nos dimos cuenta en la terminal que el femicida Cuchán viajaba en el mismo bondi que mi hija Emilia. Pedimos que lo bajaran, le grité asesino. Vino la cana, hablaron con él y dijeron que no lo podían bajar. Hubo gente que también gritó. Unos tacheros lo quisieron bajar. En definitiva, mi hija y otra chica se bajaron, pierden un día de clase y ese hijo de yuta viaja como quiere porque la justicia le dio la libertad».

La decisión de la empresa de transporte y de los policías parece, desde lo legal, irreprochable, ya que Cuchán ha cumplido con la condena impuesta por la Justicia y según la Ley se encuentra en pleno derecho de recibir el mismo trato que cualquier otro ciudadano. Incluso el propio involucrado pareció invocar ese derecho cuando, tras quedar en libertad, declaró a la prensa “mi deuda, entre comillas, ya la pagué. Sale [de la cárcel] un Pablo distinto. Maduré y crecí”. Sin embargo la realidad desmiente sus dichos. Hace menos de un mes Cuchán fue denunciado una vez más por violencia de género por su última novia, una joven empleada de la Municipalidad de Monte Hermoso, donde el hombre reside actualmente. La mujer aseguró que Cuchán la encerró con una camioneta cuando se trasladaba en auto con una amiga y le rompió un espejo retrovisor. En plena calle y en medio de insultos y gritos, Cuchán le pidió a su ex novia que lo perdone y que reanuden una relación que se había roto horas antes. Una vez que consiguió desembarazarse del acoso de su ex pareja, la mujer realizó una denuncia en la comisaría local. Durante el juicio por el asesinato y descuartizamiento de Luciana, los peritos psiquiátricos concluyeron que Cuchán nunca manifestó arrepentimiento por el crimen “porque en ningún momento aceptó la comisión de un homicidio, por consiguiente no aceptó nada de lo cual deba arrepentirse”. “Un psicópata le miente al polígrafo y éste no detecta la mentira porque tiene una muy baja reactividad emocional”, especificaba al informe de los profesionales de la salud mental.