Si hay un tema en el que nadie de Cambiemos puede hablar de “pesada herencia” es el de la inmunización. Desde 2005, la Argentina incorporó unas 12 vacunas gratuitas y obligatorias en el calendario, incluyendo la del meningococo, pautada para enero. En total serán 20. Quien encabezó durante una década la ampliación de esta herramienta central de la salud pública en términos de prevención, que la OMS recomendó a otros países, fue la infectóloga Carla Vizzotti. En principio, la gestión macrista decidió mantenerla en su cargo. El área de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles fue casi la única de todo el Ministerio de Salud que no presentó fallas ni retrasos. El mes pasado, sin embrago, le comunicaron sin mayores fundamentos que prescindían de sus servicios. “Reestructuración”, le dijeron. Así, el área de vacunación pasó de tener 50 integrantes en diciembre de 2015 a apenas 33 un año después.

El viernes anterior a tomarse las dos semanas de vacaciones que le quedaban del año anterior, Vizzotti se había reunido con la Dirección Nacional de Epidemiología. Le ofrecían seguir liderando la ahora reformada Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles. “Pero a mi regreso, el lunes 7 de noviembre, me citaron para informarme que me habían desvinculado, que habían puesto a otra persona en mi lugar, y que no fuera más a trabajar. Era una posibilidad, aunque el discurso hasta este momento había sido que las áreas técnicas no se tocaban. Me sorprendió muchísimo el momento, porque no sucedió nada en particular. Me dijeron que era una decisión política”.

–La dirección ya había sido reformulada hace unos meses bajándola de rango.

–En 2005 empecé a trabajar en el ministerio. En 2007 me ofrecieron hacerme cargo del Departamento de Inmunizaciones, que estaba en una sexta línea de jerarquía. A partir del trabajo que se hizo, del mayor presupuesto y de la incorporación de nuevas vacunas, en 2010 se creó el Programa Nacional, y en 2014, por decreto presidencial, la Dirección Nacional de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles, una muestra clara de lo prioritario que era para la gestión. Y se fortaleció el recurso humano. En mayo de 2016, por el Boletín Oficial nos enteramos que derogaban la Dirección y que ninguna otra área asumía las mismas funciones y misiones en el organigrama. Recién en agosto se generó una Dirección simple, no nacional, que iba a depender de una dirección nacional adentro de una subsecretaría, adentro de una secretaría, así que además de sacarle el rango la bajaron dos niveles. El rango administrativo es relevante, porque se tarda más tiempo en la compra de un insumo tan sensible. Hay que atravesar más pasos. Sin embargo, uno de los logros importantes de estos once meses es que el presupuesto del área de vacunas no sólo se mantuvo sino que aumentó, se incorporó la inmunización contra el meningococo y se incluyó a los varones en la de VPH.

–La baja de rango parecería indicar que el modelo de inmunización ya no es tan prioritaria como política de salud pública para este gobierno.

–La verdad es que sí. La decisión de bajar de nivel un área como es la prevención primaria a través de las vacunas, y cambiar a un referente que no ha tenido problemas de insumos ni de distribución ni de logística, en un contexto que no fue así en general, muestra la prioridad que esta gestión le está dando a algunos programas.

–¿Influyó que viniera de la gestión anterior?

–Habría que preguntarle a las autoridades actuales. Espero que no. La asociación era inevitable, porque fue uno de los ejes indiscutidos de impresionante crecimiento y de impacto para la salud pública. La incorporación de una nueva vacuna en el calendario como símbolo de equidad para que llegue en forma gratuita al 100% de la población objetivo y que la puedan recibir en los 8600 vacunatorios, independientemente de que la puedan pagar o no, ha sido una bandera de los últimos años. Nuestro orgullo fue que trascendiera a un partido o color político y fuera una política de Estado, por eso seguimos.

–¿Cómo creció el área desde su ingreso al ministerio?

–Hubo un hito para la salud pública argentina en 2005, con Ginés González García, que fue la incorporación de la vacuna contra la hepatitis A, con una dosis única para tratar de controlar el brote del virus y disminuir la mortalidad y trasplantes. Desde marzo de 2007 no hay trasplantes de hígado por hepatitis A en la Argentina. Esta estrategia fue única en el mundo, la OMS la recomendó, Brasil, Paraguay, Colombia y México la incorporaron. En estos diez años se aumentó un 2000% el presupuesto destinado a vacunas. Y uno de los logros más importantes fue el descenso de las enfermedades: no hay casos de rubéola desde 2009; se redujo un 50% la internación por neumonía en menores de 35 años; 82% la letalidad por tos convulsa en bebes menores de seis meses gracias a la vacunación de las embarazadas. Esa prevención primaria a través de las vacunas ha llevado al país a los primeros planos del mundo.

–¿Teme que eso se pierda en los próximos años?

–Hoy estoy triste pero tranquila. Cuando una vacuna se incorpora por resolución ministerial, el Estado está obligado a proveerla, y está todo el marco legal y presupuestario para que eso suceda. Quiero pensar que va a seguir todo igual. Están las condiciones dadas. Por supuesto, si eso no sucede, voy a ser la primera en decirlo.

Cambio en Salud

La salida de Vizzotti no fue la única en Salud.  Un caso aparte fue el de Daniel Bosich, que estaba al frente de la Subsecretaría de Coordinación Administrativa. En su lugar, nombraron a María Cecilia Loccisano. Es abogada especializada en Administración de Salud, pero más conocido es su esposo: el ministro de Trabajo Jorge Triaca.