En el marco de la guerra mundial librada entre los gigantes tecnológicos y los gobiernos, que intentan con mejor o peor suerte regular a estas empresas, Facebook asestó un artero ataque a Australia, al suprimir desde el pasado jueves en su plataforma la publicación de noticias, como respuesta a un proyecto de ley que tiene media sanción y prevé que tanto esa red social como Google le paguen a los medios de comunicación un dinero en concepto de publicidad.

La maniobra de Mark Zuckerberg, incluso, privó a los usuarios de información sensible elaborada por organismos públicos y asociaciones civiles respecto al coronavirus y a los incendios forestales que están azotando al país. “Esto es un ataque a una nación soberana”, resumió el ministro de Salud australiano, Greg Hunt, quien agregó que “es un ataque a la libertad de la gente, y un abuso descarado del poder de mercado de las grandes tecnológicas”.

La iniciativa de la discordia fue impulsada a partir de una investigación del gobierno australiano que ya en 2018 estableció que había un desequilibrio en la competencia entre las plataformas digitales y los medios que impactaba negativamente en estos últimos. Entonces, la nueva norma supone que todas las empresas del sector periodístico puedan negociar en bloque con Facebook y Google una compensación por esa pérdida. Si las partes no se pusieran de acuerdo, la ley establece que los gigantes pagarán multas de unos siete millones de dólares o el 10% de su facturación local.

Si otros parlamentos osaran replicar normas similares, las finanzas de estos monopolios tecnológicos se verían horadadas. Solo así se entiende la virulenta reacción de Facebook. “Es la primera vez que esta empresa toma una medida tan dura contra los medios en particular, pero que afecta doblemente a los usuarios, porque se quedan sin acceso a las noticias. Y el algoritmo que programaron fue tan nocivo que afectó a organizaciones de la sociedad civil”, explica el investigador y docente universitario Martín Becerra. “Facebook desató un problemón, porque acá hay cuestiones vinculadas a la libertad de expresión, al control de la conversación pública, la edición y vigilancia de los temas de los que la ciudadanía puede o no puede hablar. Por eso este caso trasciende a Australia”.

En un principio, Google consideró la idea de dejar de prestar su servicio en Australia, pero con el correr de los meses entendió el conflicto y optó por no confrontar. “Google adoptó una política de control de daños y lanzó News Showcase, que básicamente procura evitar lo que está sucediendo en Australia, que haya una ley, una regulación democrática”, describe Becerra, especialista en medios e industrias culturales. “Es lícito que una compañía haga acuerdos con otras para repartir ayudas, colaboraciones o para participarlos un poco de las ganancias que obtienen con la venta publicitaria”.

Google, explica Becerra, logró “contener la disconformidad de los medios, que es una disconformidad a nivel mundial”. A contrarreloj, Google News Showcase viene cerrando acuerdos en los últimos días con los medios masivos de comunicación de distintos países para compartir una porción de sus ganancias.

“Aunque pensemos que Google y Facebook son lo mismo, funcionan diferente. Google sube y expone fragmentos de las noticias de los medios y es de acceso abierto. En cambio, Facebook es una especie de jardín vallado en donde tenés que poner usuario y contraseña, y los medios buscan estar ahí”, continúa Becerra, y concluye: “Facebook dice: ‘Este es mi negocio y no obligo a nadie entrar en él’. Aunque suene políticamente incorrecto, es razonable. Pero hay que tomarlo con pinzas, porque mucha gente, negocios y medios saben que si no están ahí, no existen. Eso no invalida cierta coherencia social que va más allá del negocio, porque parte de él se sostiene porque hay conversaciones públicas en torno a temas que surgen de los medios como productores de contenido y opinión, que son necesarios para que la sociedad funcione como tal”.