De un lado y del otro del mostrador, así se podría definir el rol que juega desde diciembre de 2015 el dirigente docente Miguel Garófalo, un hombre clave en el dispositivo de negociación montado por el Ministerio de Educación de la Nación con la llegada de Alejandro Finochiaro.

Este sindicalista porteño, hombre de confianza del secretario general de la Confederación de Educadores de la Educación (CEA), Fabián Feldman, pero también secretario general adjunto del sindicato Educadores Porteños, pegó el salto desde esas organizaciones gremiales a la cartera de Educación bonaerense donde se desempeñó como Director Provincial de Negociaciones Colectivas.

El desembarco de Finochiaro en julio del año pasado le valió un ascenso a la esfera nacional con ese mismo rol. Sus excompañeros de mesa docente lo señalan como una pieza clave en la estrategia de negociación del Ministerio de Educación.

El trabajo de Garófalo en ese ámbito es celebrado por lo bajo por los sindicatos más chicos ya que les permitió tener un interlocutor conocido, sobre todo después de que el gobierno redujo la cantidad de representantes de CTERA en las negociaciones y borró la discusión salarial de las rondas de acuerdo. Es más, varios dirigentes docentes aseguran que la redacción del decreto presidencial que empardó la proporcionalidad entre los sindicatos sin contemplar su cantidad de afiliados, salió directamente del despacho del Palacio Pizzurno desde donde opera el funcionario fantasma. También desde esa misma oficina Garófalo coordina el Consejo Gremial de Enseñanza Privada y maneja la Caja Complementaria para la Actividad Docente, una jugosa fuente de recursos que opera con el aporte de los docentes de varios sindicatos.

Sin embargo, pese a que en el Ministerio de Educación lo presenta a la prensa como director nacional de Negociaciones Colectivas, su designación en ese cargo ni siquiera fue considerada por el Ministerio de Modernización que frenó una designación previa del sindicalista como coordinador de Enlace de la Unidad Ministro debido a inconsistencias en su nombramiento.

En un dictamen del 29 de enero, Pedro Pourthe, el director nacional de la Oficina de Empleo Público de la cartera que conduce Andrés Ibarra, rechazó la designación de Garófalo porque consideró que de autorizar su designación podría haber «incompatibilidad y/o conflictos de intereses» por la permanencia en cargos gremiales.

El informe oficial detalla que el (ex?) sindicalista no precisó en su curriculum vitae cuando inició ni cuando concluyeron sus mandatos en la CEA y en Educadores Porteños, ni como miembro permanente en del Foro Gremial para la Educación y Capacitación de Trabajadores. Tampoco figuraba en su presentación el inicio y la finalización en los cargos que supo ocupar en la provincia, ni en los ámbitos de negociación gremial con el gobierno porteño. La poca claridad sobre sus mandatos gremiales se replica incluso al interior de esas organizaciones. Este medio intentó sin éxito comunicarse con Feldman pero ante las consultas en el sindicato respondieron con información contradictoria. Inicialmente informaron que Garófalo continúa siendo secretario de Organización pero luego se desdijeron y aseguraron que no ejercía el cargo aunque no pudieron confirmar si existió una renuncia formal, una licencia.

En la página oficial de la CEA se repite el misterio, ingresando por el portal principal a la nómina de la Comisión Directiva 2016-2020, el puesto de secretario de Organización permanece vacante, pero si la consulta se hace a través de la Escuela de Formación Docente de CEA, Garófalo sí figura como autoridad sindical. Consultado sobre su cargo en Educación, el funcionario sostuvo que «no es exactamente» director nacional de Negociaciones Colectivas y propuso explicar su situación en una nueva comunicación que nunca se concretó. «