Hace un año que María Bustos vive en la calle. Cuenta que aprendió a hacer fuego en un tacho usando las tarimbas que el dueño de una fábrica les da cada tanto. También que eso no alcanza para hacer frente al invierno. «Dormimos vestidos, pero cuando llueve, el agua entra por todos lados, por más frazadas y nailon que le pongas a la carpa. A mí ya se me arruinaron las camas, la cocina, la heladera. No nos queda nada. No somos nadie».

El 20 de julio de 2017, alrededor de las 6 de la mañana, Miguel Ángel Torres, de 25 años y apodado «Babe», discutió con su pareja y le prendió fuego a uno de los colchones de la pieza que ocupaba en el conventillo de Pedro de Mendoza 1441/47, en La Boca. El humo espeso empezó a filtrarse hacia el resto de las habitaciones y, en cuestión de minutos, las familias que ocupaban el edificio se autoevacuaron. Cuando los bomberos lograron sofocar las llamas supieron que no todos habían logrado escapar del fuego. Los cuerpos de Beatriz Méndez, de 60 años; Yaquelín Vena, de 20; Jesús Mansilla, de 23; y Zoe Mansilla, de apenas un año, fueron descubiertos debajo de una pila de escombros.

Los que quedaron vivos –alrededor de 30 familias– esperaron sobre la calle el permiso para volver a sus casas. Sin embargo, una clausura del Gobierno de la Ciudad,  con el pretexto del peligro de derrumbe, se los ha prohibido hasta hoy, a un año de la tragedia. Y muchos ven en este desalojo una oportunidad para avanzar en el megaproyecto inmobiliario del Corredor Sur, que implicaría desplazar a vecinos de la avenida Pedro de Mendoza.

«Después del incendio –recuerda María– mucha gente se fue porque estaban de paso; agarraron una plata y desaparecieron. Pero algunas familias vivíamos en el conventillo desde hacía 17 años. Yo había pagado el medidor, había puesto teléfono de línea, teníamos agua, un lugar caliente para dormir, vivíamos en un lugar tomado pero habíamos puesto nuestro granito de arena porque la sentíamos nuestra casa».

Dos semanas después del siniestro, las familias que quedaron en la calle presentaron una acción de amparo contra el Gobierno porteño y el Instituto de la Vivienda de la Ciudad (IVC) con el fin de que «se les permita retornar y permanecer en el conventillo en cuestión y se regularice la posesión del mismo a fin de garantizarles una solución habitacional definitiva». Además, solicitaron la creación de una línea de crédito especial que permitiera a los amparistas la compra de un inmueble en La Boca.

En septiembre, la titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 6 de la Ciudad de Buenos Aires, Patricia López Vergara, decidió otorgarle carácter colectivo a la demanda al entender que «al tan sólo visualizar el numeroso grupo de familias que han quedado desguarnecidas de mucho más que un techo material y de sus pertenencias, lo cual es un despojo de sus más elementales cobijos a su existencia, ya exime de mayor análisis a la trascendencia social que su solución requiere».

«Cuando vino la jueza nos dijo que íbamos a tener que esperar de seis meses a un año para poder reubicarnos. Tengo un papel firmado por ella del 10 de agosto de 2017, pero seguimos esperando una respuesta. ¿Cómo puede ser que haya amenaza de derrumbe y nunca se cayó nada? Para mí nos quisieron sacar de ahí, y eso es muy feo, porque se están colgando de la desgracia de uno para quedarse con un predio», se queja María.

La fundación La Alameda, que asesoró a los vecinos desalojados, entrevistó a uno de los bomberos de la dotación de Barracas que actuó durante el incendio. «La casa está en condiciones», sentencia en un video.

Sin techo

Mientras una treintena de personas –incluidos niños y ancianos– sigue durmiendo en la intemperie, el Gobierno porteño avanza con un plan de construcción de torres para oficinas y comercios a partir de la venta de tierras públicas –que actualmente pertenecen a Vialidad Nacional– ubicadas entre las calles Brasil, Caboto, Gualeguay, Arnaldo D’Espósito y Pedro de Mendoza.

El proyecto forma parte del plan de Horacio Rodríguez Larreta para transformar el barrio de La Boca en un corredor turístico, desde Catalinas Sur y La Usina del Arte hasta Caminito, y coincide, convenientemente, con una ola de desalojos en la zona. Al caso de los desplazados del conventillo de Pedro de Mendoza se suma el drama de las 13 familias que habitan el inmueble del Pasaje Grotte 773, que aún esperan una solución habitacional luego de haber logrado frenar un desalojo. En la misma situación se encuentran los vecinos del asentamiento Lamadrid, ubicado sobre Pedro de Mendoza, entre Suárez y Caboto.

El rechazo al convenio entre Nación y Ciudad que permite un negocio inmobiliario en los terrenos del complejo de viviendas Catalinas Sur, clave para el sueño oficial de extender Puerto Madero hacia el sur, incentivó a un grupo de vecinos de La Boca a presentar un proyecto que consiste en declarar «Unidad Ambiental, Deportiva, Cultural y de Gestión Catalinas Sur» a todas las zonas libres de edificaciones y que propone discutir con el gobierno el destino que se dará a los espacios verdes y de recreación en el barrio, en un intento de frenar «un verdadero ataque a la identidad y traza original de Catalinas Sur» y en defensa de la vivienda popular.

«Le pido al Gobierno de la Ciudad –concluye María– que no se olviden de nosotros. No somos gente acostumbrada a vivir en la calle, somos humildes pero trabajadores. Es muy triste que nos dejen sin techo porque queremos una vida digna para nuestros hijos. A nosotros no nos gustan los problemas, sólo pedimos que no nos tengan más así, como perros».  «

Una cronología trágica en La Boca

6 de septiembre de 2017. Un incendio desatado en el conventillo ubicado en General Lamadrid 645, en La Boca, causó alerta y un operativo de evacuación de los habitantes del inmueble. Seis viviendas quedaron destruidas. También debieron evacuar un comedor infantil aledaño.

2 de enero de 2016.Pasada la medianoche, las llamas comenzaron a consumir  dos conventillos, uno ubicado sobre la calle Ministro Brin 1263, y otro, en Suárez 218, donde en total vivían unas once familias. Un hombre de 62 años debió ser trasladado al Hospital Argerich. También resultó herido uno de los bomberos que trabajaron en el operativo.

9 de agosto de 2015. Un conventillo de La Boca en el que vivían 27 familias se prendió fuego. El inmueble, ubicado en la calle Olavarría 252, entre Necochea y Ministro Brin, tenía tres pisos y estaba construido con chapas y madera. Si bien no hubo víctimas, todas las habitaciones quedaron en su mayor parte destruidas por el fuego y el agua.

10 de enero de 2009. El episodio más trágico de la última década de incendios de viviendas precarias en La Boca se produjo en el edificio tomado de la esquina la avenida Almirante Brown y Suárez, donde había funcionado un banco, que ardió por las llamas, provocando las muertes de seis hermanos, de entre uno y 13 años. Los cuerpos quedaron carbonizados, lo que dificultó su reconocimiento.