“Todo el tiempo ellos te dicen ‘por vos estoy así’, y al final una se lo termina creyendo y piensa que tiene la culpa. Es muy difícil salir de eso. También es real que muchas personas no quieren denunciar por miedo a que les pase algo peor”, dice Estefanía, una joven que estudia en un bachillerato de Buenos Aires. Su testimonio es parte de los 14 grupos focales que se hicieron en el marco de la investigación Rompiendo Moldes que llevaron adelante LatFem y Oxfam Argentina durante todo 2019 con la mirada puesta en los imaginarios y normas sociales de jóvenes y adolescentes de entre 15 y 25 años. Además de los grupos focales, se realizaron más de mil encuestas y entrevistas en profundidad en Tucumán, las ciudades de Neuquén y Cipolletti, el Gran Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aunque la mayoría de lxs jóvenes consultadxs aseguran que los celos no son una demostración de amor. Un 21 por ciento de los varones de 15 a 19 años siguen creyendo que sí son un prueba de un vínculo amoroso.



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El informe Rompiendo Moldes, coordinado por el equipo de investigación de LatFem conformado por Mariana Paterlini y Santiago Nabaes, da cuenta de qué opinan y qué reflexiones tienen lxs jóvenes y adolescentes en relación a las violencias machistas, la sexualidad, la diversidad, la libertad reproductiva y las políticas públicas. Los datos a los que arriba permiten tener un panorama sobre qué transformaciones se dieron en las juventudes argentinas después de Ni Una Menos, los paros internacionales feministas y la discusión por el aborto legal en 2018.

Violencias: “Me cela porque me quiere”

Las violencias machistas no están en cuarentena sino que recrudecen. En este sentido, Rompiendo Moldes muestra que el 89% de las mujeres y el 79% de los varones opinan que “la violencia contra las mujeres es un problema grave en la Argentina y las autoridades deberían hacer algo al respecto”.

Del total de encuestadxs, un 10% de los varones estuvo de acuerdo con la idea de que “si mi amigo le pega a su pareja yo no me meto, es su vida privada” y un 28% expresó que la mayoría sus amistades creen que nadie debería meterse en las peleas de pareja. Datos para seguir pensando en campañas de incidencia y sensibilidad.

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Entre las razones que dificultan a las mujeres salir de una relación violenta, lxs jóvenes y adolescentes destacan que esta situación se produce porque “la mujer aguanta por sus hijos”, “el varón amenaza con matarla” ,“las mujeres creen que es normal” y “porque la mujer depende económicamente del varón”.

¿Qué piensan sobre los micromachismos? ¿Qué pasa con aquellas violencias que tienen que ver con el control de la apariencia, del celular, de las redes sociales, con los celos y las humillaciones? 

Juana, una adolescente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires plantea: “Todavía tenemos muy instaladas cosas como ‘me cela porque me quiere’, y ni nos importa si eso significa que nos está partiendo un ladrillo en la cabeza. Nos cuesta darnos cuenta rápido”.

Los datos del informe dan cuenta de que un 17,7% sostiene que la mayoría de sus amigos varones revisan el celular de la pareja, mientras que un 52,9% expresó que algunos de sus amigos lo hacen. “Siento que las mujeres muchas veces antes de denunciar esperan que las hayan molido a palos, y no se dan cuenta de que las otras violencias son igual de denunciables, aunque no tengan un sustento material”, indica Soledad, una adolescente de la ciudad de Buenos Aires.



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“Tuve un profesor de plástica que resultó ser bastante acosador con las alumnas. Fue el primer momento en que me organicé con otras pibas para sacar una movida desde el colegio, para hablar con las autoridades, tuvimos reuniones con la comunidad educativa”, dice Camila Duitutre, integrante de la Secretaría de Géneros del ILSE, colegio pre-universitario de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Dónde ubican la responsabilidad en relación a las situaciones de violencia sexual?

Rompiendo Moldes da cuenta de que un 9,5% de los varones de 15 a 19 años afirma que la responsabilidad es de las víctimas de la violencia sexual. Según esta investigación existe un 12% que piensa que es culpa del alcohol y no de los varones, si estos, estando borrachos, obligan a una mujer a tener relaciones sexuales. Y este porcentaje aumenta a 16,8% en el grupo de los varones de 15 a 19 años.

Sexualidad: “Un hombre de verdad debe tener relaciones cuando quiera y con quien quiera”

¿Cómo se inscriben los mandatos en los cuerpos de jóvenes y adolescente, cómo moldean sus experiencias de la sexualidad y de sus sentimientos? El 70% de las mujeres consultadas para esta investigación piensa que sus posibilidades de ejercicio de la sexualidad son peores a las de los varones. Esto se traduce cuando lxs jóvenes y adolescentes hablan sobre la libertad en sus relaciones sexuales: el 55,6% de varones y el 47,6% de mujeres creen que para la mayoría de sus amistades “es aceptable que los varones tengan relaciones sexuales con distintas personas frecuentemente”.



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Pero, ¿qué pasa cuando la que tiene relaciones con distintas personas es una mujer? Las cifras de aceptación de esta práctica disminuye al 37,5% y 31,6% respectivamente, lo que representa una diferencia del 17,1%. Estas respuestas sustentan el imaginario social que afirma que “Un hombre de verdad debe tener relaciones cuando quiera y con quien quiera, las mujeres no”.

“Si la piba se droga, o tiene relaciones, la juzgan, como si ya fuese su culpa si la matan o la violan”, dice Lucía una joven de la ciudad de Neuquén. En este sentido, un 16% de los varones y un 10% de las mujeres encuestadxs consideran cierto que las mujeres se hacen las difíciles para tener relaciones sexuales y dicen que no, cuando quieren decir sí. La aceptación de esta creencia crece entre lxs adolescentes de 15 a 19 años y llega al 19,6% en los varones y al 13,5% en las mujeres.

Desigualdades de género: “Los hombres deben ser los proveedores”

“El rol que tiene la mujer dentro de la casa es distinto al del hombre, está aceptado de esa manera. Cuando cambia es raro, sorprende y no sé si decir que sorprende, pero mi papá lava los platos todas las noches en casa y lo tengo en cuenta, pero mi mamá pone el lavarropas quince veces por día y no pienso en eso”, dice Bianca, una adolescente de Ciudad de Buenos Aires. El sistema sexista asigna a las feminidades las responsabilidades del cuidado bajo el pretexto de una predisposición natural y de amor que sostiene las condiciones estructurales de vulnerabilidad.

La dirección nacional de Economía, Igualdad y Género reveló que en Argentina el 76 por ciento del trabajo doméstico lo hacen las mujeres. ¿Qué piensan lxs jóvenes y adolescentes sobre este tema? Según Rompiendo Moldes, si bien el 87,7 % de las mujeres y el 75,4% de los varones encuestadxs sostienen que las desigualdades de género existentes entre mujeres y varones son grandes, aún existe un 25 % de varones que entiende que estas desigualdades son pequeñas o directamente no existen, frente a un 12% de mujeres que opinan lo mismo.

“La nueva generación, les jóvenes, tenemos conciencia. Pero hay cosas muy chicas que están naturalizadas, por ejemplo, que las mujeres no pueden trabajar de ciertas cosas y es un pensamiento que nos han inculcado”, dice J. un joven de Tucumán.

Para Sebastián Crespo, médico generalista de salud pública en la Ciudad de Buenos Aires, “la presunción de la inutilidad de las mujeres es una de las violencias machistas más cotidianas y representativas”. En relación a algunos de los aspectos en los que se expresa la desigualdad, Rompiendo Moldes identifica un imaginario social que sostiene que “los hombres deben ser los proveedores, las mujeres cuidadoras y solamente hacer aportaciones complementarias”. Esta idea se sustenta en distintas creencias como que un 33,9% de las mujeres y un 18,6% de los varones piensan que, en una pareja heterosexual, es problemático que la mujer gane más dinero que el varón.



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Libertad reproductiva: “¿No tener un hijo te hace estar sola?”

En la Argentina se realizan aproximadamente 54 abortos por hora, es decir 1.300 por día. Lxs jóvenes y adolescentes que forman parte de esta investigación ingresaron al universo de los intercambios sexo-afectivos al calor de las movilizaciones del Ni Una Menos en 2015, de los procesos de las asambleas feministas y también de las vigilias por la aprobación en el Congreso de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en 2018. La insoslayable insignia del pañuelo verde atado en la mochila que funciona hoy como una contraseña constituye parte de los nuevos códigos relacionales en los que jóvenes y adolescentes de hoy se mueven.

Un dato alentador. De acuerdo a este informe: 7 de cada 10 varones y 8 de cada 10 mujeres de entre 15 y 25 años en Argentina acuerdan con la práctica de la interrupción de embarazos no deseados.

“Hay situaciones que ya resultan muy chocantes. Por ejemplo, cuando a una chica de mi edad le preguntan ‘¿vos querés ser mamá?’ Y su respuesta es ‘no’, la gente se sorprende y, aunque yo sí quiero, no puedo creer que les parezca raro que una mujer no quiera ser mamá”, dice Gala, una adolescente de la ciudad de Buenos Aires. En este sentido, hay una polarización de opiniones sobre la aceptación del aborto en casos de embarazo en comparación con otras formas de violencia: un 24,5% del total de jóvenes y adolescentes está en desacuerdo con esta conducta. Esto da cuenta de la creencia de que imposibilitar a las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo no constituye una forma de violencia.

Si bien resulta preocupante que un 30,4% de los varones y un 20,6% de las mujeres se muestren en desacuerdo con respecto a que una mujer aborte en un caso de embarazo no deseado, cabe tener en cuenta que este porcentaje se aleja bastante de los niveles de desacuerdo relevados por el Informe Regional para otros países de Latinoamérica. Tanto en el reporte Regional, como en los resultados de la investigación realizada en Argentina, la población de 15 a 19 años ha sido la que más ha manifestado creencias contrarias a la interrupción de embarazos no deseados.

Así, en la Argentina un 39% de los varones y un 23,8% de las mujeres de ese rango etario se manifestaron muy en desacuerdo o en desacuerdo con la práctica. Más allá de lo preocupante de estos porcentajes, cabe tener en cuenta que resultan bajos en comparación con el 84% de los varones y el 74% de las mujeres relevado por la investigación regional.

El mandato de la maternidad o de maternar como destino de todas las mujeres aparece, también, relacionado con la libertad reproductiva. En este sentido, un 11,4% expresó que la mayoría de sus amistades creen que todas las mujeres deberían ser madres. “Hablo de la presión social. No solo te lo enseñaron desde pequeña, me imagino en una reunión a los 28 sin novio ni nada, y me preguntan ‘¿y para cuándo el novio? ¿y para cuándo el nietito?’ (…) ¿Por qué estar sola es algo malo? ¿No tener un hijo te hace estar sola?”, se pregunta L. una adolescente de la ciudad de Buenos Aires.

Diversidad y derechos: “Dicen que es tu amiga”

“En el trabajo más cotidiano con adolescentes entre los 11 y los 15, tienen muy incorporada la perspectiva disidente, la aceptación en términos de derechos. Mucho de la posibilidad de ser para elles mismes”, explica Estefanía Cioffi, médica generalista e integrante de la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir. Según el informe, el 93,5% de las mujeres y el 90% de los varones están de acuerdo con que cada persona asuma la identidad de género que desea. Los datos relevados en Argentina se diferencian de los del resto de América Latina, recogidos en el Informe Regional de Oxfam, de donde se desprende que un 74% de las mujeres y un 58% de los varones piensan que “no es normal que las personas que nacen con genitales ‘masculinos’ se vistan como mujeres”.

“Las cenas familiares o reuniones son lugares difíciles cuando sos lesbiana y vas con tu novia y todo el mundo lo sabe, pero dicen que es tu amiga, porque les incomoda. Eso es violencia, invisibilizar”, sostiene Paula, una adolescente de la ciudad de Neuquén.

A diez años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario y a ocho de la de Ley de Identidad de Género todavía 1 de cada 10 varones acuerda con la idea de que las lesbianas no deben mostrar su orientación sexual en la calle.

Es decir: existe un 12% de varones y un 8,5% de mujeres que acuerda con la idea de que lesbianas visibles. Son números preocupantes y que dan cuenta de las brechas entre las legislaciones y las transformaciones culturales.

La censura de esta práctica se acrecienta si se tiene en cuenta que el informe revela que el 51% de los varones y el 46% de las mujeres dijeron que la mayoría de sus amigxs está de acuerdo con esta afirmación. Sobre este punto, la expresidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, Florencia Seminara señala: “Transitar la vía pública cambió muchísimo. Nos veo a las pibas que cursamos en la facultad mucho más liberadas, tranquilas, con más pertenencia a los espacios públicos. Me parece que no es lo mismo para otras identidades como lesbianas o trans. Falta muchísimo para las identidades no hegemónicas”.

Transformaciones y políticas públicas

¿Cuál es la percepción por parte de lxs jóvenes y adolescentes de las transformaciones recientes en relación a las costumbres, la visibilización de las violencias de género y el avance en la ampliación de derechos? La psicóloga e investigadora sobre las violencias en el ámbito universitario de la provincia de Buenos Aires, Victoria Primante sostiene: “La transformación tiene que ser cultural, por eso aspiramos a la implementación de la Educación Sexual Integral, con todas su falencias, sabiendo que la educación tiene una potencia transformadora que es necesaria y la educación es esa herramienta para poder torcer esas representaciones sociales que son el sostén de todas las formas de violencia”.

Sobre este punto, opina también Luba, estudiante de Medicina en la Universidad del Comahue, en Cipolletti (Río Negro): “Creo que la educación sexual integral ayuda un montón, siempre lo hablamos con mi mamá que es docente, y yo le digo que a mí me hubiera servido muchísimo en la escuela, está la ley, pero no la vemos bien implementada”.

Según el informe Rompiendo Moldes, el 91,6% de las mujeres y el 93,1% de los varones creen que en los últimos tiempos han cambiado las formas de pensar y las costumbres, lo que ha dado más libertad a las mujeres. “Al estar en una organización te cambia completamente la perspectiva. Ves muchas formas de violencia, no te bancás más un montón de cosas cotidianas violentas. Cuando te salís del círculo identificas un montón de machismos y violencias. El feminismo es un camino de ida, te replanteás todo”, dice Gretel, una joven de la ciudad de Neuquén.

La discusión sobre el carácter represivo y/o preventivo de las políticas públicas destinadas a enfrentar las violencias machistas reapareció en los últimos tiempos, con fuerza en diferentes ámbitos feministas de la Argentina y ha sido enmarcada en torno a la relación conflictiva entre feminismos y punitivismo, y las tensiones entre las potencialidades y los riesgos que implican las políticas basadas en el endurecimiento de las leyes penales. “La faz punitiva nunca va a ser suficiente, nunca. Ahí deberíamos ser creativos, habría que preguntarles a los centros de estudiantes, ponerlos a trabajar en estas iniciativas, realmente tenemos una subestimación desde el adultocentrismo al actor político que son los, las, les adolescentes, que a mí me sorprende”, señala Lourdes Bascary, a cargo de la Oficina de Derechos Humanos y Justicia de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán.

¿Cuáles son las creencias de lxs jóvenes y adolescentes en relación a estrategias para enfrentar la violencia de género? Según este relevamiento, existe una tendencia entre varones y mujeres en acordar con la afirmación acerca de que las penas deben aumentarse: así lo sostienen el 77,5% de los varones y un 82% de las mujeres. “Recuerdo mucho el caso de Candela, porque su asesino ya tenía una condena y ya tenía denuncias hechas. Si se hubiera aplicado la ley, como tiene que ser, no hubiera sucedido esta tragedia”, dice Tamara, una joven de la ciudad de Tucumán.

Sin embargo, ellxs no conciben como contradictorias o excluyentes propuestas que impliquen un aumento de los castigos con otras propuestas que apuesten a la educación y la prevención. Un 78% de las varones y un 70 % de las mujeres está de acuerdo con estas estrategias para combatir estas violencias machistas. En este punto, la mayoría vuelve a coincidir en que la violencia contra las mujeres es un problema grave en el país. “No veo que desde el Estado se estén haciendo realmente cargo del problema, solo se tocan algunas aristas”, señala Luba.

El informe busca acercar información de cómo operan los imaginarios y normas sociales machistas, para enfatizar aquellos aspectos pendientes de transformación, priorizando las áreas sobre las que resulta urgente trabajar, tanto desde las organizaciones feministas y los medios de comunicación, como desde las políticas públicas que implementa el Estado.

La investigación pone de relieve que es urgente apostar por estrategias para una transformación que acerque efectivamente la eliminación de las violencias machistas y destaca que para esto resulta fundamental desplegar intervenciones creativas que involucren a jóvenes y adolescentes desde los momentos tempranos de su planificación.

En este sentido, lxs autores de esta investigación sugieren algunas recomendaciones que apuntan a problematizar la desigualdad y las violencias de género en distintos ámbitos, a promover campañas públicas y programas educativos en relación a estas temáticas. Señalan como aspectos fundamentales el promover procesos en los cuales las mujeres jóvenes puedan ser actoras de cambios y por otro lado, generar estrategias para el trabajo con varones y propuestas para evitar las actitudes reaccionarias que las transformaciones recientes pueden producir en algunos de ellos.

Además, puntualiza como desafío el traducir los posicionamientos abstractos en prácticas concretas. Una de las estrategias que destaca el informe en relación a la transformación en las formas de pensar tiene que ver con la movilización y el activismo llevados adelante por los movimientos de mujeres, los feminismos y los movimientos de diversidad y disidencia sexual. “La visibilización de las organizaciones y espacios activistas, y su puesta en diálogo con las juventudes aparecen como estrategias prolíficas para continuar produciendo cambios positivos”, afirman.

Podés ver el informe completo en este link: http://latfem.org/rompiendo-moldes/