Luana Solís tiene 36 años y es madre de dos niñas: una de 9 y otra de 6 años. De chica, su madre los abandonó y ella se vio obligada a dejar la secundaria para hacerse cargo de sus hermanos que eran muy pequeños. Pasaban los años y en varias ocasiones intentó terminar sus estudios, pero “por diferentes motivos nunca pude”, cuenta a Tiempo. Recién en 2021, en medio del confinamiento por la emergencia sanitaria, decidió anotarse en el Centro Educativo de Nivel Secundario N° 82 (CENS Nº 82) DE 13 de Mataderos. “Lo hice porque era virtual, lo podía cursar desde casa y no me demandaba tiempo en el viaje y además podía seguir cuidando a mis hijas”, agrega. Hace poco Luana pudo terminar el curso de acompañante terapéutica, “gracias al CENS que me dio la oportunidad de poder faltar los miércoles del primer cuatrimestre y pude hacer el curso”, detalla. Desde la comunidad educativa del CENS N°82, viene reclamando por este espacio desde hace 8 años, y la respuesta fue siempre la misma, ‘no se puede’.

Con la vuelta a la presencialidad tuvo que reacomodar nuevamente su vida. Si bien el compañero de Luana a veces puede cuidar a sus hijas, los días que no está disponible se le hace muy difícil cumplir con las obligaciones como estudiante: “Y eso que yo tengo la suerte de que mi compañero pueda cuidarlas de vez en cuando, pero muchas de mis compañeras tuvieron que dejar de estudiar porque no tienen a nadie que cuide de sus hijos”, suma.

Las exigencias de las últimas décadas respecto a la formación de las personas, contrasta con la poca presencia del Estado. Mientras las fronteras para conseguir un trabajo digno se corren cada vez más, la ausencia estatal es mayor: Hace unos años el mundo laboral demandaba estudios secundarios completos, y hoy, la exigencia mínima es alguna tecnicatura universitaria o carrera de grado. Pero ¿Cuál es la función del Estado para garantizar que esto ocurra? Desde diferentes sectores aseveran que la gratuidad de la educación pública, en este caso el Estado de la Ciudad de Buenos Aires, debe ir acompañada con diferentes propuestas que permitan la accesibilidad a la misma.

El CENS Nº 82 funciona hace varios años, allí adolescentes y adultos tienen la posibilidad de poder concluir la educación media luego de que, la gran mayoría, los haya abandonado por cuestiones laborales, familiares y diferentes situaciones que acarrean en sus vidas personales. Quienes asisten a la institución, no solo cursan las materias que incluyen todos los programas pedagógicos de educación secundaria, sino que reciben formación en inglés. “A raíz de las distintas complicaciones que tienen muchas de las estudiantes, es que empezamos a exigir una guardería o un espacio de cuidado para las y los niños en este lugar. Es muy angustiante que uno pierda el derecho a estudiar, a mí me pasó de chica y ahora cuando no puedo ir al colegio porque no tengo a quien dejar a mis hijas me pregunto ‘ay y si no puedo ir más’. Estudiar y poder terminar mis estudios es algo mágico, soy muy feliz”, termina.

Historias como la de Luana se repiten en todos los secundarios de adolescentes y adultos, y la realidad muestra que no alcanza con tener una escuela de puertas abiertas para recibirlos, sino que el Estado debe ayudar y sostener la continuidad pedagógica de quienes quieren terminar sus estudios.

Falta decisión política

Adriana Vanesa Sosa hace 10 años que es profesora del Cens 82 y fue testigo de muchas historias de vida que no pudieron terminar la secundaria  y vieron truncados sus sueños. “La fortaleza que encontramos en esta institución es que nosotros compartimos el edificio con una escuela primaria y un jardín, es decir, ediliciamente el lugar está preparado para montar un espacio de cuidado para niñas y niños, señala Sosa a este medio. Tanto las autoridades de la escuela como el equipo docente y de estudiantes, realizaron un relevamiento sobre la cantidad de niñas y niños que necesitarían del cuidado y lo elevaron al ministerio de educación de la Ciudad. “Ahora nos tiene que dar el ok para habilitarnos el lugar y que nos designen a las maestras necesarias. Si podemos conseguir que abran este jardín, ya no tendríamos estudiantes que abandonen sus estudios”. Ahora todo está en manos de las autoridades de la Ciudad. Si bien falta solo una firma, esta debe ir acompañada con la decisión política de hacerlo.