A finales de 2002 hubo un proceso de crecientes precipitaciones en la provincia de Santa Fe. En Villa Minetti, cayeron 750 milímetros entre noviembre 2002 y enero de 2003. Equivalía a la lluvia de todo el año. En febrero se sumaron más lluvias. En marzo el Río Salado desbordó. Tres días después, las viviendas de San Agustín II, Las Lomas, Cabal y La Tablada estaban un metro bajo agua.

El 24 de abril, con caídas de 300 milímetros en apenas un día, media provincia estaba inundada. La oleada llegó a la capital el 27 de abril y alcanzó su tope máximo el 30. Hasta hoy la inundación de 2003 es un trauma para la provincia. Una herida abierta de 158 muertes, pero apenas 23 reconocidas por el gobierno santafesino.

Un grupo local de trabajadores y trabajadoras de prensa decidió mantener viva la memoria. Así fue que para el 20° aniversario de las inundaciones crearon un archivo con videos, relatos e historias: «cada 29 de abril recordamos este crimen hídrico como un hecho actual, presente, que todavía necesita ser contado, porque las víctimas aún esperan justicia», remarcan.

«Fue la inundación más anunciada de la historia y finalmente ocurrió. En la década del ’90 en Santa Fe se construyó una defensa conocida como la Circunvalación Oeste. Y ahí nace el error principal: una cosa es una defensa hídrica y otra una avenida de circunvalación» cuenta a Tiempo Juan Pascual del periódico Pausa, medio que nació estrechamente ligado al movimiento de inundados.

El Estadio de Colón bajo agua.
Foto: Alí Burafi / AFP

La defensa hídrica se levantó al oeste de la ciudad. Si bien su construcción fue planeada en tres tramos, finalmente se construyeron dos. El tramo norte jamás se levantó. El Río Salado corre al oeste y viene desde norte al sur, la falta del tercer tramo de la defensa terminó generando un embalse: adentro de la ciudad había más agua que fuera de ella.

La obra se construyó durante el gobierno provincial del fallecido Jorge Obeid. En la inauguración estuvieron Reutemann, en ese momento era senador, y el por entonces intendente de la Ciudad de Santa Fe, Horacio Rosatti, hoy presidente de la Corte Suprema de Justicia.

«La ausencia del Estado fue la gran protagonista de este crimen hídrico. Una ausencia que se arrastra desde la última dictadura se profundizó en los ’90 y tuvo su pico máximo ese 29 de abril. La inundación de 2003 es parte central de nuestra agenda, no sólo por una cuestión del reclamo constante de justicia, sino porque los que se inundaron fueron los barrios más pobres de la provincia: toda una cuestión de clase», agrega Juan. Para el aniversario número 20 de las inundaciones, Juan y sus compañeros y compañeras de trabajo decidieron crear un archivo audiovisual, el proyecto @inundacion2003.

«Para nosotros esa ausencia del Estado significó muerte, inundación, la falta de gestión pública, el vaciamiento del Instituto Nacional del Agua, la falta de reacción y coordinación. Estaba todo tan vaciado que la sociedad, al momento de autoevacuarse, sabía que no podía esperar nada del Estado. Los 75 mil autoevacuados estaban solos. Para nosotros es muy difícil mantener y sostener viva la memoria desde una provincia, nos cuesta el doble», acota.

El equipo web clasificó y editó más de 70 horas de video. Las imágenes que se encuentran en el archivo cuentan con el análisis de especialistas que habían advertido sobre las inundaciones; muestra a vecinos organizados rescatando a otros; viviendas sumergidas en el agua, el relato de las víctimas, de aquellos héroes anónimos que se dedicaron a salvar vidas. Y el silencio de los funcionarios.

Está, por ejemplo, cómo actuaron la Universidad del Litoral y la Federación Universitaria, organizando el caos que era la ciudad: el Campo Universitario Don Bosco fue el primer centro de evacuados que se abrió y el último que se cerró.

Está Amira Ricotti, hoy con 26 años, que recuerda ese día y el olor a barro podrido: «mi papá casi se muere ahogado porque se le trabó la puerta con el agua. Salió por milagro y así, todo mojado, nos fue a buscar a la escuela». Está Delfina y el recuerdo de su padre Armando, que murió evacuado: «le agarró una embolia. Nosotros decimos que murió de tristeza». Está el registro de los dibujos de las infancias en los centros de evacuados.

Foto: Alí Burafi / AFP

La noche del martes 29 de abril, Vanesa Fernández subió con sus tres hijos a una canoa que llevaba gente atrapada. Eran más de 20 personas arriba. Estaba todo oscuro. Cerca del estadio de Colón la canoa chocó contra un poste. Se dio vuelta. Todos cayeron al agua y Vanesa no pudo sostener a su bebé Uriel. Quiso volver a buscarlo pero la corriente la empujó. Se estaba ahogando hasta que golpeó contra una de las columnas que sostienen las tribunas y pudo agarrarse. Pero nunca más vio a Uriel.

«Con este trabajo pretendemos seguir aportando a la memoria histórica de este crimen que aún exige justicia y reparación –señala Ileana Manucci, periodista parte del equipo–; a reconocer al pueblo inundado que en dos décadas nunca dejó de luchar». «