El lunes se proyectó la película El patrón, radiografía de un crimen en el Centro Universitario de Devoto (CUD) con la presencia de su protagonista Joaquín Furriel, su director Sebastián Schindel y el productor Nicolás Batlle, quienes participaron de un debate final con las personas privadas de su libertad. 

Luego de la proyección se realizó el encuentro con los trabajadores en el que el actor se refirió a la problemática que aborda la película por la que fue incluida en Ginebra por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) como parte de una campaña contra la esclavitud moderna. 

Durante el encuentro, el actor habló del conflicto entre la desigualdad social e intelectual que plantea el film basado en la novela homónima de Elías Neuman poniendo énfasis en el trabajo esclavo y de las situaciones de discriminación laboral a las que se ven expuestas las personas que llegan desde las provincias hacia Buenos Aires. 

Por otro lado, también se hizo referencia a algunos puntos en discusión sobre la Justicia y hubo un diálogo que tuvo como tema central el problemático camino a la ejecución de la pena. 

Esta actividad que fue muy bien recibida en el penal y tuvo la participación de 50 personas se fundamenta sobre un principio de la regla Mandela (el punto 105) donde las naciones unidas deben organizar actividades recreativas. 

El ciclo de Cine en las cárceles es un convenio de cooperación entre el INCAA, la Academia del Cine y la Procuración Penitenciaria de la Nación, y ya tuvo otros encuentros con la proyección de Infancia Clandestina y Gilda que tuvo la presencia de la actriz Natalia Oreiro y en esta nueva edición tuvo la participación de alumnos de carreras y talleres. 

El evento surge de las iniciativas institucionales orientadas a generar un espacio de encuentro colectivo y reflexivo con la finalidad de tender un puente entre el cine nacional y el público en general, con el poder de la cultura como herramienta de esparcimiento y de alimento intelectual y emocional. 

El punto 105 de las Reglas Mandela o Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos (normas adoptadas por las Naciones Unidas en 1955, las cuales tuvieron su última reforma el pasado 17 de diciembre de 2015) indica que “en todos los establecimientos penitenciarios se organizarán actividades recreativas y culturales que favorezcan el bienestar físico y mental de los reclusos”.