Durante más de un año de pandemia, el discurso social y político sobre los jóvenes tendió a poner el foco sobre la irresponsabilidad de algunos que desoían las advertencias y el respeto a los protocolos para evitar los contagios. Esa franja de la población fue, en buena medida, la que más padeció las restricciones, a una edad en la que salir y juntarse con amigos es una necesidad imperiosa, mientras las políticas de cuidado se centraban en otros sectores, básicamente adultos mayores, los más susceptibles a sufrir cuadros graves de la enfermedad. Sin embargo, aquella imagen de supuesta rebeldía ante el cumplimiento de las normas sanitarias quedó instalada, una generalización que aventuraba la idea de que esos mismos jóvenes pudieran negarse a recibir la vacuna.

Los primeros datos oficiales relevados señalan que no hay ni una aceptación absoluta ni, desde luego, una negación terminante, sino una fuerte cantidad de inscriptos jóvenes en dos de los distritos más importantes. En la Provincia de Buenos Aires, en menos de 24 horas desde el comienzo de la inscripción para chicos y chicas de 13 a 17 años, se habían anotado unos 150 mil, y este fin de semana ese número se duplicó: se inscribieron 62.000 menores con patologías y casi 240.000 sin comorbilidades, llegando de ese modo a más de 300 mil adolescentes inscriptos. En paralelo, y de los 12 millones de bonaerenses mayores de 18 años, ya se registraron casi 11 millones.

Una situación similar se da en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El pasado miércoles a las 8:30 de la mañana, los jóvenes de 18 a 24 años ya podían anotarse para recibir su dosis. Una hora después ya se habían registrado alrededor de 42.000 jóvenes de esa franja etaria en la base de datos, y cerca de las 18 horas del mismo miércoles, 98.700, llegando al fin de semana a alrededor de 120 mil jóvenes porteños inscriptos.

El avance es menos considerable en otros distritos, pero con cifras satisfactorias. En la semana, la Provincia de Santa Fe permitió la inscripción de los menores de 12 a 17 años. En pocas horas, se registraron más de 15 mil chicas y chicos. En cambio, la franja de 18 a 29 años viene siendo un poco más reticente. Fuentes oficiales de Santa Fe confirman que se inscribieron casi 640 mil jóvenes, lo cual representa poco más de un 63% de la población juvenil de esa provincia.

“Yo diría que hay mucha aceptación de los jóvenes respecto a la vacuna. Ni bien se conoció la noticia de la inscripción para menores de 13 a 17, me llegaron cientos de consultas por la positiva, donde la única preocupación general era que les dijera cuál es la vacuna más eficaz”, advierte a Tiempo la pediatra e infectóloga infantil Agustina Peuchot, médica del Hospital Interzonal de Agudos «Eva Perón», de San Martín, y miembro titular de la Sociedad Argentina de Pediatría. “De hecho, en el momento del anuncio yo estaba en el Hospital y me enteré por los mensajes y llamados, tanto de padres y madres como de los propios jóvenes que atiendo. Un planteo que sobre todo me hicieron las chicas fue respecto a la vacuna de AstraZeneca, porque se habían difundido casos de trombosis en personas que la habían recibido”. La duda era si se podía aplicar esa dosis tomando anticonceptivos, o por cuadros de várices.

La decisión del Gobierno nacional y también de las provincias es avanzar cuanto antes con la vacunación entre las y los jóvenes. Algunos distritos entendieron que debían ofrecerles “estímulos” para la inscripción. Las provincias de Buenos Aires y La Rioja y municipios como Tigre coincidieron en la idea de aumentar los aforos de bares y restaurantes para quienes acrediten haber recibido su dosis. En Mendoza, una cadena de bares ofrece cerveza gratis para las y los clientes que exhiban su certificado. “¿Te vacunaste? Vení con tu libreta de lunes a miércoles”, dice la invitación. Tenemos media pinta de regalo para vos”. Y el Municipio bonaerense de Monte Hermoso anunció el sorteo de un auto entre los jóvenes de 18 a 30 años que se anoten y se vacunen contra el coronavirus, con el objetivo de «incentivar» a esa franja etaria a inmunizarse. Desde que arrancó la propuesta, se anotaron más de 500 personas, una cifra relevante para una población estimada en unos ocho mil habitantes.

Estas iniciativas y sus resultados parecen desestimar la idea del rechazo de los jóvenes a la vacuna, pese al componente mayoritariamente juvenil de las nuevas expresiones de la derecha, como los libertarios. Si un porcentaje de ellos se resistiera a recibirla, las razones podrían ser varias. “La más obvia es la dinámica informativa. Desde el minuto cero de la pandemia circularon voces que manifestaban cuáles eran los sectores más vulnerables del Covid, los adultos mayores”, analiza Gonzalo Assusa, sociólogo e investigador del Instituto de Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba y el Conicet. “Pese a que la franja de los jóvenes también fue ocupando camas en unidades de terapia intensiva, hay quienes creen todavía que no corren peligro. Después, sobre finales de 2020, los jóvenes eran las víctimas, porque estaban encerrados, no socializaban, no iban a la escuela. Y al poco tiempo eran los culpables del crecimiento de contagios porque iban a fiestas clandestinas, se reunían en lugares cerrados, etc. De repente, la víctima pasó a ser el demonio, y el discurso sobre los jóvenes quedó enredado en medio de la polarización política”.

La única realidad, por fin, es la disponibilidad de vacunas y la posibilidad de inmunizarse ante el virus. Clara tiene 16 años y vive en Tristán Suarez, partido de Ezeiza. Toda su familia ya está  vacunada con al menos una dosis. “A mi hermana de 18 la vacunaron hace como dos semanas y me dio envidia y esperanza a la vez.  Lo único que va a hacer que termine esto es que todos nos vacunemos”, dice a Tiempo. Apenas se habilitó la inscripción para menores, se anotó, y luego inscribió a tres de sus amigas. “Pero a algunos de ellos, los papás no los dejan. Son pocos, pero yo les hablo para que sepan lo importante que es. La última vacuna que me di fue la del HPV, y aunque en ese momento me llevaba mi mamá, obligada, ahora quiero vacunarme, porque es lo único que va a hacer que todo vuelva a ser como antes. Mi mamá dice que no va a dejar entrar a nadie que no tenga la vacuna, y como ella es pastelera, mis amigues van a querer seguir viniendo a comer torta, así que por ahí los convenzo”.  «