Si Fiambalá, en Catamarca, es famosa por sus termas que brotan y descienden de la montaña, en aguas que surgen de 80 grados centígrados y se enfrían en cada piletón de roca que ofrece la ladera, también es conocida por sus bodegas, por haber recibido siete veces al Dakar, por los edificios de tres siglos que integran la Ruta del Adobe y por ser puerta de entrada al recorrido de los “Seismiles”, en referencia a los volcanes más altos. Pero es, quizás, una perla de la historia la que lo atrapará cuando recorra las instalaciones de una antigua finca: La Casona del Pino.

Siempre hay que recordar que el desarrollo socio económico del Norte argentino fue primero que el del puerto de Buenos Aires. “Claro, la Madre de Ciudades es Santiago del Estero y la segunda ciudad fundada en la Argentina y más antigüa, es Londres”, dice Carlos Lilljedhal quien abre la puerta pesadísima de la antigua casona de 1830, propiedad de su bisabuela, en la cual vivirá más tarde su abuela que se casará con Antonio Del Pino. Y aquí el dato genial para los amantes de la historia. Le dicen el “Presidente olvidado”, según cuenta Lilljedhal y explica que su bisabuelo era presidente del Senado cuando Figueroa Alcorta viajó a Chile y entonces, asumió la presidencia de la Nación por siete días. Lo cierto es que bucear en busca de datos es más lento que apabullarlo a Lilljedhall con preguntas y él mismo nos despeja la duda: ocurrió en 1910.

“Fue fundador del Tiro Federal de Buenos Aires”(TFBA)” e incluso cree que la placa de la entrada de este sitio donde rezaba “Aquí se aprende a defender a la patria”, sería de su autoría, de Del Pino, quien también fue fundador de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA).

Uno ingresa y desde el farol de la fachada, el color rosado de sus muros y los picaportes de bronce se enarbola el romanticismo. Desde el hall a la izquierda se advierte el “escritorio” además del mueble, es la sala que a la antigua usanza, se destinaba para el trabajo. Si levantan la vista verán tres fotos: Antonio del Pino, su madre y su abuela, todos los parientes de lilljedhal que habitaron este lugar. Pero a medida que uno se sumerge en la casona, donde puede quedarse porque hoy es un hotel boutique, también encontrará las tablas de samboard. Claro, a menos de un hora están las famosas dunas de Tatón por donde pasó el Dakar diez veces. Hay excursiones y puede llevar “su” tabla para deslizarse sobre esas montañas de arenas blancas. Siga caminando y en la galería –hoy cubierta–, mire el suelo porque los mosaicos del piso son los originales. Hay de todo. Porque en esta antigua casona vivieron cuatro generaciones y se expresan en los distintos diseños y estilos del mobiliario.  Francés, alemán, español y hasta urnas funerarias de la época colonial.

Pero lo más colosal será algo pequeño o no tanto. Es una moneda. No cualquiera, sino una de las primeras monedas acuñadas en la Argentina. Se la puedo describir pero más rápido si busca en su bolsillo la de un peso, porque es una réplica de aquella. La antigua, la incunable, tiene su fecha 1813. Click, foto.

Lilljedhal es un apasionado de Fiambalá, de Tinogasta y de Copacabana, si leyó bien, es donde nació Del Pino. ¿Le suena el apellido? Claro, el virrey del Pino no tuvo hijos, pero su hermano, si y estuvo aquí. Al menos los descendientes, en la antigua Casona del Pino. Es a una cuadra de la plaza de Fiambalá. Y si se asoma al patio, tendrá una vista preciosa a un campo de olivos. Antes, todo lo que su vista alcanza era de esta finca. Así es que, cuando llega la hora del mate, las delikatessen está servidas en la mesa: nueces, pasas de uva, frutas, pan casero, budines caseros, bueno.. algunos quieren tocino y huevos revueltos. También hay. Mientras, los huéspedes descansan a la sombra de los olivos y más allá, también, hay viñedos. Ahí nomás, en pleno centro de Fiambalá.

Más datos

Cómo se llega: desde San Fernando del Valle, por RN 60; desde La Rioja por RN 75 y desde Buenos Aires por RN 9.

Hay excursiones a la Ruta de los Seis Miles, con acceso, según la época del año, al “Balcón del Pissis” (msnm 6795) . Son 200 kilómetros de ida y otros tanto de regreso. Un día entero.

Visita a las fincas con viñedos, Bodega Tizac, Cabernet de Los Andes, de Carlos Arizu, que hace su cosecha de luna llena para elaborar “Plenilunio”.

Bodega Don Diego, junto a uno de los edificios históricos que integran La Ruta del Adobe, circuito histórico que se recorre durante 50 kilómetros hasta Tinogasta.

Las famosas termas de Fiambalá. Volverá como nuevo.

www.casonadelpino.com

www.catamarca.turismo.gob.ar