El próximo miércoles, las escuelas de la Ciudad vuelven a la presencialidad a pesar del rechazo de buena parte de la comunidad educativa que considera que no están dadas las condiciones de seguridad. Las experiencias en otros países indican que no es un proceso lineal, que la situación epidemiológica implica cierres parciales.

El colectivo Familias por un Retorno Seguro advirtió que “la apertura de las escuelas en el Hemisferio Norte muestra resultados alarmantes: incluso en zonas con valores de circulación comunitaria más bajos que los de la Argentina, no pudieron evitarse los rebrotes y se ha llegado a situaciones graves”. Susana Murillo, doctora en Ciencias Sociales e investigadora de la UBA, realizó un relevamiento para la organización de lo que pasó en Europa. “En todo el continente cierran por un tiempo cuando ven que aumentan los casos y vuelven a abrir, no es un cierre total. En cuanto reabren, vuelven a aumentar los contagios”, resume.

En España, la Sociedad de Neumonología y Cirugía Torácica presentó un informe que indica que los contagios en niños y niñas crecieron desde el 1% del total de casos en marzo de 2020 al 12% en diciembre. La investigación también cita a EE UU, con tasas de hasta un 15% del total de infectados. “En España tratan de mantener abiertas las escuelas: si en un curso hay tres chicos contagiados, aíslan el curso pero no la escuela. Después de las vacaciones de verano, pensaban que iban a mantener la presencialidad. Al poco tiempo, muchas volvieron a la semipresencialidad porque vieron el aumento de contagios en chicos de 14 años”, explica Murillo.

En Francia, la situación es parecida y los establecimientos cuentan con enfermeras escolares. “Es un país que trató de mantener siempre la presencialidad y el crecimiento de contagios en niños y adolescentes fue constante. Esto se vio particularmente tras las vacaciones. Entre septiembre de 2020 y enero de 2021 tuvieron que aumentar las restricciones en los protocolos de los comedores escolares”, detalla la investigadora.

El Ministerio de Educación del Reino Unido decretó el 28 de diciembre el cierre de todas las escuelas secundarias por una semana más después de las vacaciones. “Solamente podían permanecer los chicos de 11 a 13 años cuyos padres eran trabajadores esenciales o precarios. El 2 de enero, en Londres se decidió cerrar todas las primarias porque habían registrado un récord de contagios. Estuvieron cerradas hasta el 18 de ese mismo mes. Los sindicatos docentes exigieron que esas medidas se extendieran a toda Inglaterra”, comenta Murillo.

En Alemania, 300.000 alumnos y alumnas junto a 30.000 docentes estuvieron en cuarentena tras el regreso a clases, en noviembre. Según la organización, alrededor del 2,5% y el 3% hicieron cuarentena por contagio o por haber sido contactos estrechos. “Donde no cerraron, tuvieron que poner limitaciones muy fuertes: usar mascarillas, reducir los grupos al mínimo y aumentar la distancia. Las autoridades prorrogaron hasta el 7 de marzo el cierre parcial de la vida pública. El debate ahora es si cerrar los colegios o no. Angela Merkel dice que hay que cerrar todas las primarias y las guarderías, pero cada Estado federado puede tomar sus decisiones particulares”, indica Murillo.

Analía De Cristófano, presidenta de la Comisión de Infectología Pediátrica de la Sociedad Argentina de Infectología, sostiene que “es conveniente que empiecen las clases” y alerta sobre el aumento de consultas psicológicas. “Hay lugares donde empezaron y siguieron sin problemas y otros que suspendieron y volvieron a empezar. Lo cierto es que los niños han sufrido mucho. En EE UU y otros lugares donde se dieron clases y tomaron exámenes de una forma ordenada, hubo muchos chicos reprobados. Y un aumento de un 25% de  las consultas psiquiátricas en chicos de 5 a 11 años y un 35% en chicos de 11 a 17 años”, explica la médica. “Las experiencias son distintas. La decisión sobre las clases debe ir acompañada por el abordaje epidemiológico local. Pero con las medidas adecuadas, no debería ser una situación de alto riesgo”. «