Que “hidroxicloroquina”, un antiquísimo antipalúdico, sea por estos días de las palabras más escritas en los buscadores de Internet en todo el mundo se debe a un hombre. Era febrero, y el hasta entonces desconocido Didier Raoult hacía uso de sus redes sociales para anunciar “el final del juego” del Covid- 19, aún sin el estatus de pandemia, pero con potenciales alcances de catástrofe mundial. Raoult, microbiólogo, miembro del comité científico francés abocado al coronavirus y director del Instituto-Hospital Universitario Mediterráneo de Infección de Marsella (IHU), había suministrado a 24 pacientes con diagnóstico positivo para Covid-19 dosis de hidroxicloroquina (algunos también recibieron azitromicina) durante seis días consecutivos y medido su carga viral después de cada jornada, logrando la eliminación de los síntomas en el 75% de los casos. El resultado se propagó, al igual que el número de víctimas, con la velocidad de las noticias que pueden cambiar el rumbo de la humanidad, por lo que el debate sobre su efectividad –aún no saldado– dominó la escena mundial, multiplicando las consecuencias no deseadas. En la Argentina, por ejemplo, se triplicó su venta en farmacias, lo que llevó a las personas con lupus y otras enfermedades que utilizan hidroxicloroquina y cloroquina a pedir «solidaridad” frente al miedo de quedarse sin la base de sus tratamientos.

“Lamentablemente hubo irresponsables que salieron a comprar y que corren el riesgo hoy de automedicarse y hacerse daño. Esto es como la gente que se ve algo raro en la piel y cree que tiene un melanoma, va a la farmacia y se compra un quimioterápico. Es una locura”, advierte el infectólogo Pedro Cahn, uno de los integrantes de la mesa de expertos que asesora al presidente Alberto Fernández en la pandemia.

Cahn, como la mayoría de los especialistas en el tema, pregona la prudencia. Reconoce que aún “no sabemos si la hidroxicloroquina sirve o no” en referencia al virus, pero destaca que “no es una medicación para automedicarse”.

Esta semana, Teresa Cattoni, presidenta de la Asociación Lupus Argentina (ALUA), dijo que «habían comenzado a comunicarse de todo el país contando que no habían conseguido el remedio en su farmacia». Explicó que «la hidroxicloroquina y la cloroquina son medicamentos esenciales para las personas que tenemos lupus y otras enfermedades crónicas, como la artritis reumatoidea, para controlar los síntomas y evitar discapacidades y complicaciones».

Cahn intenta llevar tranquilidad al confiar que “el gobierno tiene una partida grande de hidroxicloroquina acumulada en stock, de modo que no va a faltar para quien la necesite y tenga indicación médica precisa”. Sin embargo, hay cuestiones que escapan al control del Estado.

“La hidroxicloroquina es un antimalárico, se usa para el paludismo y también en tratamientos para artritis reumatoidea y variante de lupus. Hay pacientes que la usan de forma crónica, y se vieron imposibilitados de comprarlo porque la demanda aumentó”, admite Rubén Sajem, secretario general del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos de la Ciudad de Buenos Aires

Sajem agrega que el uso de hidroxicloroquina “es peligroso para personas con trastornos del corazón, puede tener efectos muy graves para pacientes con arritmias, por eso hay que hacer un electrocardiograma antes de usarlo”.

El gobierno de Francia autorizó que “la hidroxicloroquina y la combinación de lopinavir/ritonavir pueden ser dispensadas y administradas bajo la responsabilidad de un médico”, aunque el director general de la Agencia Nacional del Medicamento Francesa, Dominique Martin, advirtió que «los tratamientos que están siendo probados para el Covid-19 pueden tener graves efectos indeseados y no deben usarse en automedicación». Si bien hasta el mismísimo Donald Trump se mostró a favor de su uso, lo cierto es que, hasta el momento, según la OMS, «no hay evidencia» de que ningún medicamento «pueda prevenir o curar la enfermedad».

Por último, Sajem resalta que también “aumentaron las ventas de paracetamol” y lo atribuye a las declaraciones del ministro de salud francés, Olivier Veran, que había desalentado el uso de analgésicos populares como el ibuprofeno. “Son datos no del todo sólidos”, aclara enseguida.


Los ensayos clínicos en el Hospital Posadas

Una abogada de 53 años se convirtió en la primera paciente en recibir tratamiento con hidroxicloroquina en el país. La mujer, que había estado de vacaciones en Italia y España junto a su marido, está internada con Covid-19 desde el 7 de marzo en el Hospital Posadas. Precisamente, la Argentina fue uno de los diez países elegidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para realizar un ensayo clínico universal llamado “Solidarity” para evaluar la eficacia de las cuatro drogas empleadas.
Desde el Ministerio de Salud confirmaron que la paciente es diabética y que hace unos días se le dejó de hacer diálisis, permaneciendo actualmente estable.
Sobre la elección de la Argentina para encontrar una cura, el propio ministro Ginés González García opinó que “la ventaja nuestra no es solo haber sido electos por razones previas que tienen que ver con la calidad del país, sino que vamos a estar en la primera línea cuando se tenga la conclusión de cuál es la mejor terapéutica. Eso es una ventaja. Pero va a demorar un poco”.
Además, confirmó que, como en Francia, en el país “estamos tratando algunos enfermos graves con hidroxicloroquina en el Hospital Posadas, pero todavía no podemos, con un denominador tan chiquito como son tres casos, sacar conclusiones