La prolongada exposición al sol no provoca solamente daño en la piel. Una vieja conocida de quienes suelen transcurrir varias horas bajo los rayos ultravioleta, no necesariamente frente al mar, a veces puede ser en una jornada intensa de trabajo al aire libre, es la insolación. 

El doctor Javier Solé,  especialista en Dermatología de la Clínica San Camilo la define de la siguiente manera: «Es una forma de enfermedad producida por el calor, generalmente luego de una exposición prolongada al sol. Se caracteriza por síntomas como náuseas, vómitos, cefalea, y en casos más graves convulsiones. Puede darse incluso estando en la sombra, por el reflejo de los rayos solares y hay que distinguirla del golpe de calor, que no necesariamente se relaciona al sol», aclara. 

¿Cómo se origina? Por una falla en los mecanismos de la termorregulación. El cuerpo humano produce una enorme cantidad de calor interno y normalmente regula la temperatura mediante la transpiración e irradiando calor a través de la piel. Sin embargo, en determinadas circunstancias como el calor intenso, la humedad o la actividad intensa bajo el sol, el sistema puede fallar.

¿Qué consecuencias trae para la salud? Puede ocasionar piel seca, caliente y enrojecida, habitualmente no sudorosa. Y además de los síntomas ya mencionados, aumento de la frecuencia cardíaca, de la temperatura, y pérdida del conocimiento.

 ¿Cómo prevenirla? Es muy importante asegurarse de llevar una buena hidratación durante las actividades al aire libre y para los que realicen actividad física, interrumpirla periódicamente para beber agua, evitar consumir alcohol y buscar la sombra. No exponerse al sol entre las 10 y las 16 hs. «Es preferible elegir horarios en los que nuestra sombra sea más larga que nosotros. Si el índice UV es mayor a 3, es conveniente extremar las medidas de protección solar», recomienda el especialista. «