La Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) relevó, en su último informe semanal, 192 terapias –con un total de 3710 camas- en instituciones públicas y privadas de todo el país. Además de los datos alarmantes que viene señalando en cada entrega durante la segunda ola de coronavirus (como el nivel de ocupación, del 91% en la última semana), advirtió que sólo el 51% de las instituciones consultadas tiene comité de bioética, y la mitad no dispone de un protocolo o equipo de apoyo para decidir a qué paciente se le asigna el recurso. Es decir, ante escenarios de saturación o colapso inminente, no cuentan con espacios o pautas establecidas para decidir a quién asignar una cama en terapia, a quién suministrar primero un respirador, a quién salvar.

“Los datos muestran estadísticas muy crudas. La problemática vinculada a los Comités de Bioética hospitalarios no es nueva, sin embargo, el contexto actual visibilizó y potenció falencias propias de nuestro espacio”, remarcó Analía Occhiuzzi, directora del Comité de Bioética de la SATI, en diálogo con Tiempo. Aunque contundentes, los números no la sorprendieron:“Nuestro sistema de formación nos invita más a ‘resolver’ que a pensar críticamente. Es por esto que la bioética incomoda. Nos obliga a pensar poniendo sobre la mesa cuestiones vinculadas con nuestra estructura sociocultural, nuestra idiosincrasia, nuestros valores, etcétera. La cantidad de pacientes, la celeridad en los tiempos de atención, la formación continua en paralelo, el pluriempleo, el cansancio, y demás variables son causa y consecuencia de que el espacio para la reflexión se considere casi un lujo”.

Durante la primera ola, a través de la Resolución 1117, se conformó a nivel nacional el Comité de Ética y Derechos Humanos en Pandemia Covid-19 para asesorar sobre las implicancias éticas de la pandemia en la salud pública. Sostiene que los criterios en la toma de decisiones deberían contemplar el respeto igualitario, la no discriminación por razones que no sean médicas, transparencia en la información, la importancia de comunicar abierta y claramente, entre otros aspectos. Sin embargo, en la práctica cotidiana cada centro de salud acude a su propio comité: la cuestión es que gran cantidad carece de uno propio. 

“Existen muchos centros en el país en donde se trabaja muy bien: gente capacitada, con experiencia en estas temáticas, con manejo y capacidad de respuesta. Esto por supuesto tiene un impacto muy tangible en la calidad de atención de nuestros pacientes. El otro escenario se presenta claramente frente a la ‘falta’, la desorganización y diría la frustración de mirar a los costados y no encontrar la solución”, contrastó Occhiuzzi, y destacó que en muchos casoscuando se cuenta con la posibilidad y el deseo de hacer algo al respecto, a nivel hospitalario, o municipal, o provincial, se suele acudir a los comités de ética de otros hospitales, o centrales, o incluso aquellos como el nuestro que pertenece a una sociedad científica”. 

Además, dio cuenta de “otra instancia de ayuda” para la toma de decisiones. Una vía “que es subterránea, de red, casi invisible. Aquella que se teje mediante redes de contención, envío de protocolos, audios en donde compartimos experiencias que hayan resultado efectivas”. La especialista en bioética relató: “Apenas salimos de nuestros lugares de trabajo, las consultas por mensajes siguen, las lecturas de algún texto que sugiera nuevas formas de tratamiento o manejo de los pacientes Covid, nuestras propias familias. El famoso ‘burn out’ (o síndrome de estar ‘quemado’) diría que actualmente es una realidad”.

A casi un año y medio de pandemia, el agotamiento del personal de salud también se refleja en los indicadores que evalúan al sistema sanitario. El mismo informe de la SATI relevó, entre las y los profesionales consultados, 88% de casos de agotamiento, 61% de irritabilidad, 58% con trastornos del sueño, 30% de agresividad, impaciencia e indiferencia, entre otros. “Sin embargo, solo un 38% cuenta con un programa de soporte emocional para el equipo de salud dentro de la Institución”, advirtió el estudio.

Un pedido para que las decisiones las tomen los directores 

La provincia de Córdoba es uno de los lugares más golpeados por el avance de la pandemia en las últimas semanas. A tal punto que las organizaciones que integran la Multisectorial de la Salud en esa provincia emitieron un pedido a principios de mes para que sean las direcciones de los hospitales las que decidan “a cuál paciente deberá darse el respirador por encima de otro”. 

En una nota dirigida al ministro de Salud de Córdoba, Diego Cardozo, ATE y la Multisectorial de la Salud eximieron de responsabilidad profesional al personal de salud ante la falta de respiradores que «serán insuficientes en tiempo próximo por la enorme demanda». 

En tanto, en un comunicado emitido en las últimas horas, desde ese mismo espacio advirtieron:“Lamentablemente se cumplieron todos nuestros pronósticos, la crítica y dramática situación sanitaria que atraviesa nuestra provincia es la crónica de un colapso anunciado”. Córdobaestá registrando alrededor de 5000 contagios y 50 muertes notificadas por día, con el 30% de los internados en UTI de todo el país.

Responsabilizaron al gobierno provincial por fomentar aperturas en medio de fuertes picos de contagios y lamentaron: “Nuestros compañeros siguen muriendo a pesar de estar vacunados y entendemos que no es una situación fortuita, los cuadros de estrés agudo, trastornos adaptativos y síndromes de burn out sin duda impactan negativamente en nuestro sistema inmunológico”.