En octubre de 2016, las polacas protestaron vestidas de negro. Hoy también paran.
Desde hace un tiempo, en Polonia sufrimos las políticas de un gobierno ultracatólico, que quiere prohibir el aborto y los anticonceptivos. Durante mi juventud, la mayor parte del tiempo en los años del comunismo, las mujeres teníamos acceso libre al aborto. Después de la caída del Muro de Berlín, la política de salud reproductiva fue mantenida por el Estado. Sin embargo, cuando estaba terminando la secundaria, en los colegios se empezaron a impartir clases de religión. Veinticinco años después, tenemos una juventud que cree que un embrión de cuatro semanas es igual a una mujer adulta.
Entré a la vida adulta con expectativas de un futuro mejor. Ahora, creo que las perspectivas para mi hija son agobiantes. Con un gobierno conservador en el poder, dentro de poco tiempo Polonia podría quedarse afuera de la Unión Europea, sin posibilidades para movernos por el continente libremente y sin chances de estudiar.
En referencia a la organización del próximo Paro Internacional de Mujeres, mi labor es administrar y coordinar las redes sociales. Mi papel principal es trazar puentes: conectar y unir a mujeres de muy diversos países de Australia hasta Corea del Sur, de Rusia hasta el continente americano. Así también contacté a #NiUnaMenos de Argentina, sobre todo por mis sentimientos hacia el país (estudié en la UBA y tengo amigos allí). Ahora, estoy también en la búsqueda de contactos en países árabes y africanos, porque no vamos a olvidarnos de que las mujeres que viven en estas regiones no pueden protestar abiertamente en las calles.
También participo activamente en los preparativos del paro aquí en Polonia. Tenemos presencia en más de 50 ciudades, una red que empezó a funcionar a partir del paro del pasado 3 de octubre. En esa fecha salimos a las calles vestidas de negro, para protestar contra la penalización del aborto. Desde ese día, nos organizamos y llevamos adelante acciones muy diversas, que no están únicamente conectadas con temáticas feministas. Por ejemplo, contra los recortes que ha impulsado el gobierno en referencia a las organizaciones que trabajan con las víctimas de violencia en el hogar. También ha impulsado dejar de lado la convención contra la violencia de género.
Todo esto está ocurriendo en el contexto de un clima absurdo en Polonia. Hace poco tiempo, obispos católicos han realizado declaraciones, donde dicen que si una mujer violada queda embarazada, en realidad no hubo violación. Además, los periodistas y políticos de la derecha usan todo el tiempo un lenguaje sexista. Cuando paramos en octubre pasado y sacamos toda nuestra rabia a la calles, el ministro de Relaciones Exteriores dijo que fue una acción para divertirnos. A mí no me divierte el sexismo y por eso este 8 de marzo voy a gritar de nuevo. Esta vez, en solidaridad con mujeres de otras naciones. Para poner fin a las desigualdades e insultos que sufrimos desde pequeñas. La solidaridad es nuestra arma. «
Visitá el sitio especial de Tiempo sobre el 8M: parodemujeres.tiempoar.com.ar
*Editora, periodista y traductora
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