Desde que comenzó la pandemia de coronavirus la ciencia avanza contrarreloj no solo en el desarrollo de vacunas, sino también en busca de respuestas a las múltiples y constantemente renovadas preguntas que surgen en torno a una enfermedad que trastocó al mundo. En relación a la lactancia, algunos interrogantes pudieron comenzar a resolverse con rapidez. Y así como en un primer momento se separaba a mamás con covid de sus bebés, al poco tiempo se priorizó el vínculo y el sostenimiento del amamantamiento porque se probó que el virus no se transmitía por leche materna. Sí en cambio los anticuerpos, tanto de las personas gestantes que atravesaron la enfermedad como de las que recibieron la vacuna. Desde entonces, nuevas preguntas llegaron a los consultorios pediátricos: ¿bebés y niñes reciben protección total contra el covid si toman leche con anticuerpos? ¿Qué cantidad y cuánto tarda en hacer efecto? ¿Sirve que alguien se extraiga leche para hijes mayores para contribuir a su inmunización? La pediatra y puericultora Sabrina Critzmann habló sobre restos interrogantes, no todos con respuesta posible.

“Cuando empezamos a estudiar el covid, que es un virus nuevo, había preguntas como si conviene o no seguir amamantando. La respuesta fue bastante rápida, porque es lo que pasa con todas las infecciones virales o bacterianas: el virus no se excreta por la leche materna, sí se excretan anticuerpos que van a proteger al bebé. Después vino la vacuna y, para sorpresa de nadie, también genera anticuerpos para la persona que lo recibe y pasan a través de la leche”, explicó la especialista, cocreadora de la Escuela Argentina de Baby Led Weaning y autora del libro sobre crianza respetuosa Hoy no es siempre.

En tiempos de pandemia y sobre todo desde que avanzó la vacunación y se empezó a hablar más de la transmisión de anticuerpos a bebés que lactan, llegaron a su consultorio “un montón de preguntas acerca de qué cantidad, cuántas veces, preguntas de personas que habían destetado y ante esta situación de vacunarse tenían la idea de volver a ofrecerle leche a niñas y niños”. Critzmann remarcó que “son preguntas que no van a tener respuesta, porque la leche es muy cambiante”.

“¿Qué cantidades hacen falta? ¿Cuántas veces podría generar que una persona se saque leche para que un niño se inmunice contra el covid? No lo sabemos y no lo podemos saber tampoco. ¿Por qué? Porque no es igual la leche que tiene una mujer durante la mañana, la tarde o la noche. Incluso hay estudios que dicen que la glándula mamaria responde a ciertas señales de la saliva del bebé, niña o niño que toma la teta. Entonces no se puede decir porque siempre es diferente, las calorías van variando. Las vitaminas van variando, la cantidad de agua, de anticuerpos, de células de la inmunidad –otras sustancias que colaboran con la inmunidad más allá de los anticuerpos- también van variando”, enumeró.

También apuntó a otra pregunta frecuente: “Si yo le doy la teta a mi hijo/a, ¿eso lo protege absolutamente contra el covid? No. Eso no lo podemos decir. Sí podemos decir que entre todos los estudios que tenemos las niñas y niños amamantados tienen menor tasa de enfermedades gastrointestinales, respiratorias y en general hay mejores parámetros de salud en muchos sentidos”. Insistió, además, en que “no hay límite para la lactancia y es importante saberlo. La edad límite la define cada diada –mamá y bebés-. Cuando se dice que la leche ya no alimenta, que es agua, que es capricho, que ya está grande, son todas concepciones erradas porque más allá de los anticuerpos que contiene esa leche, tiene complejos bioactivos, por ejemplo proteínas como la lactoferrina, que también protegen contra las infecciones, tiene bacterias buenas”. Y agregó: “Lamentablemente, porque venimos condicionados por la industria farmacéutica, pensamos en mililitros y dosis, como si fuera una medicación. Pero eso no lo podemos saber porque es variable minuto tras minuto, día tras día. Incluso hay mamás que amamantan a más de un niño –uno más pequeño y otro más grande, lactancia en tándem- y si cada hermanito toma de una teta distinta, la leche es diferente también. Hay estudios que hablan de que los anticuerpos que tiene una leche de un niño que amamanta 48 meses –o sea, cuatro años, algo que no está bien visto culturalmente lamentablemente- son muy parecidos a los del calostro, los del recién nacido. Que tienen una dosis altísima de anticuerpos”.

La pediatra destacó que en medio de tantas preguntas –muchas de ellas sin respuesta posible- es importante que se sepa más sobre el rol de la lactancia en la transmisión de anticuerpos. “Me parece fabuloso que esto esté saliendo a la luz. Entender que no son solamente los anticuerpos contra el covid los que pasan, son los de todas las vacunas que te diste en tu vida. Esas vacunas que te diste hace 20-30 años siguen teniendo una respuesta inmune en el cuerpo, sigue habiendo anticuerpos y se los vas a pasar al bebé. Hoy lo que más preocupa es el covid, pero hay que empezar a plantearse que hay una herramienta inmunológica que colabora en la protección de esa niña o niño”, planteó Critzmann.

“Si desde el sistema de salud no apoyamos y promovemos la lactancia –después hay una cuestión de deseo por supuesto que hay que respetar-, estamos perdiendo esa herramienta inmunológica. De ahí la importancia de los dispositivos, las licencias de ma-paternidad y un montón de cuestiones que todavía cuestan mucho, porque es muy difícil pelear contra la industria alimentaria infantil y farmacéutica. Sobre todo, si auspician nuestros congresos médicos. Pero estamos en camino, y me encantó que saliera este tema a la luz, porque que sea sorprendente que haya anticuerpos en la leche materna, que sea una noticia, habla de lo que no sabemos alrededor de la lactancia como sociedad y lo importante que es que lo sepamos”, concluyó.