Esto es una reflexión y una semblanza. Puesta a pensar el proceso de la colección infantil “Antiprincesas” en el devenir del movimiento de mujeres de los últimos años, el descubrimiento es que se tejen y se espejan. Tres años de un movimiento que no para de crecer y de un concepto que se retroalimenta cada día.

De cara al Paro Internacional de Mujeres del próximo 8M, nuestra tarea es desandar el camino que nos llevó a crear la primera Antiprincesas, allá por principios de 2015. Y es inevitable trazar un puente desde ese 2015 que nos encontró en el primer #NiUnaMenos el 3 de junio y que siguió tejiendo un movimiento de mujeres, un mar de mujeres, que se reflejó en los cada vez más multitudinarios Encuentros Nacionales de Mujeres (por cierto, tan numerosos y tan representativos que muchas veces la impotencia del poder político salió a reprimir); hasta los primeros paros de mujeres, las convocatorias masivas en las calles y en una unión internacional que sigue creciendo…

Ese inicio (sostenido en tantos años de inicios anteriores) como este 8M encuentra a las Antiprincesas siempre naciendo. Porque aquella primera Frida Kahlo que asomaba su historia y sus pinceles, que intentaba empezar a contarles a chicas y chicos que su vida había sido de lucha, de arte, de miedos, pero también de goce (¡ay, esa palabrita tan cercenada para nosotras!) y placeres, de la mano de Violeta Parra ya, que soltaba mandatos y rompía estructuras, estuvo presente en ese 3 de junio donde dijimos:

¡Basta!

Contar esas vidas de mujeres de nuestra historia Latinoamericana fue tirar una semillita “al voleo” para empezar a pensar a las infancias como lugares para deconstruir lo que nos habían enseñado y la historia que nos querían seguir contando. Pero también llamarlas “antiprincesas” fue empezar a decir que no nos representan las mujeres estáticas, ni los cuentos de hadas, ni los príncipes valientes, ni los vestidos impolutos. Que cada niña que empieza a crecer tiene la posibilidad de ser única (como quiere ser) si dejamos de estructurarla con los mandatos que se pasan de generación en generación.

texto aternativo

Empezamos de a poco, de a pasitos, pero pronto la colección empezó a ser pedida y recibida por muchas y muchos. Las devoluciones eran gratificantes: “Estábamos podridas de las princesas”, “Qué bueno que las chicas tengan otros espejos en los que mirarse”, y el más constante: “Mi hija también es una antiprincesa”. Claro, pensamos, en realidad todas lo somos, porque aprendimos en los recorridos siempre sinuosos de nuestras vidas que aquellos cuentos que nos contaron se rompían pronto en el choque con la realidad. Detrás de cada descubrimiento de ese mundo verdadero venía, también, una frustración. Por eso desandarles el camino a las nuevas infancias es una manera de que vayan creciendo sin corsets (como los de Frida) que les anulan las libertades y que les aprietan las posibilidades. Ir siendo mujer tiene que ver con las múltiples posibilidades del deseo y del desarrollo, y con los derechos plenos.

Y así como tantas personas nos fueron queriendo y convidando sus ideas y sus luchas, la idea de seguir construyendo colectivamente siguió creciendo para nosotras y nosotros: por eso llegaron los “Antihéroes”, para romper con los estereotipos de las infancias de los chicos y pensar en nuevas masculinidades que los alejen de ser “machos”, “valientes”, “invencibles”…. Y también llegaron más cuentos y maneras diferentes de seguir interpretando la infancia.

Por eso, de cara al #8M, que nos encuentra más fortalecidas y unidas que siempre, decidimos seguir jugando (muy seriamente) y proponer otra mirada: así nació “La Antiguía de antiprincesas” –que se opone a otra que sigue circulando, “La guía para ser una princesa ideal”–; una especie de taller de desprincesamiento donde lo que vale es lo que cada una quiere y puede ser. Porque sus madres, tías, abuelas, primas, hermanas saldrán a la calle dentro de pocos días y cada chica y cada chico verá como deciden parar el mundo que no se detiene para escuchar sus reclamos y necesidades. Y como creemos que así como criamos con palabras, las acciones dejan una huella enorme en nuestras chicas y nuestros chicos, saldremos a las calles y, también, llenaremos las hojas de palabras y dibujos para seguir contando una historia que sigue dejando pistas para que retomemos a esas mujeres valientes y rupturistas y que nos animemos a ser, todos los días, cada vez más antiprincesas.

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