Cuatro horas esperó la mujer que parió a Abril en el piso de la guardia del Hospital Santojanni. La socorrieron otros pacientes que también esperaban su turno. Además de la violencia obstétrica, el caso colocó en primer plano las graves deficiencias de las guardias porteñas, en un sistema saturado, donde el paciente queda a la deriva.

A modo de justificación, el director del Santojanni, Federico Charabora, sostuvo: «Si tenemos 3000 partos en un año y todos en condiciones normales, este es un caso atípico». Pero hay detalles que omitió. Por ejemplo, que en el primer semestre la Ciudad apenas ejecutó el 34,6% de los 1.107.485.636 pesos presupuestados para su hospital. Es el de mayor subejecución de todo el distrito.

No es un dato menor, si se tiene en cuenta que es el hospital público generalista con más pacientes en pediatría: un promedio de 64,6 por día. Pero en 2015 dio 170 mil turnos menos que en 2013. Son todas personas que terminan derivando su consulta en la guardia. Según el excandidato a jefe de gobierno porteño, Mariano Recalde, «debido a la falta de profesionales, de las casi 500 camas de internación que tiene, se encuentran en uso apenas cerca de la mitad».

Pero no es solo el Santojanni. Ya en 2013, el gobierno porteño había recortado un 40% las suplencias de guardia a través de la resolución 1657, afectando a 1500 trabajadores.

«Tenemos 14 o 15 partos diarios y estaban todas las camillas ocupadas», esgrimió Charabora. Un informe sobre salud materno-infantil de la Auditoría General de la Ciudad, presentado en noviembre de 2015,habla de falta de camas para mujeres en trabajo de parto. Y dictamina: por fallas edilicias, no se cumple con la ley del “derecho de la mujer a estar acompañada en el momento del parto y la internación”. En el Piñero, las salas de internación de obstetricia no disponen de oxígeno a través de un sistema cerrado o tubos, y cada sala de partos está destinada a la atención de más de una mujer. Las salas del Penna y el Santojanni son insuficientes para el número de partos anuales. “El gobierno estaba enterado. Si hubieran tomado las medidas que recomendaba ese informe, esto no habría pasado”, afirma Cecilia Segura, titular de la Auditoría.

Mientras en Recoleta solo tres de cada cien habitantes acuden al sector público, en barrios como Lugano y Soldati, el 40% necesita de la salud pública. Al mismo tiempo, un hombre que vive en el sur tiene una esperanza de vida promedio de siete años y medio menor a que uno del norte. En las mujeres, esa ecuación llega a casi seis años menos. El Santojanni tendría que repartirse pacientes con el hospital de Lugano, que debía estar terminado hace diez años pero continúa sin sala de internación.

“Lo del Santojanni demuestra el fracaso del sistema público de Salud de la Ciudad”, apunta Gabriel Rosenstein, médico de guardia del Tornú desde hace 15 años. Y hace foco en el cuello de botella que se genera en las guardias, desde la falta de estructura para recibir a quienes llegan de la atención primaria, hasta los nunca implementados consultorios externos vespertinos. En el Tornú, casi la mitad de la guardia es ocupada por pacientes que no deberían ir ahí: están los de padecimientos mentales, sin camas disponibles porque no las crean, como dictamina la ley; y están los que sufren tuberculosis que, al no poder internarse porque la sala está cerrada, permanecen en la guardia. En sus últimos dos días de guardia ya recibió cuatro pacientes con esa enfermedad.

En el Argerich hay internados hace dos meses esperando operarse. En la Unidad Coronaria del Durand solo se usan siete de sus 12 camas. En el Penna, no funcionan los rayos de guardia. Una de las soluciones se centra en las obras hospitalarias, pero en los primeros seis meses del año invirtieron apenas $ 75.986.874 de los $ 439.886.233 disponibles para “Infraestructura y equipamiento en Salud”.

Hace cinco años, Mariana denunció en la Defensoría que ella y otra compañera enfermera cubrían solas tres servicios de neonatología en el Álvarez. Dos años después logró que sean cuatro: “Se nos derrumbó tres veces parte del cielorraso. Hay un solo neonatólogo por guardia, y suele escasear un tipo de adhesivo especial para la piel de recién nacidos”, enumera. «

Menos partos

El número de partos realizados en hospitales públicos porteños fue creciendo desde mitad de los ’90 hasta alcanzar su techo histórico de 31.727 en 2007. Curiosamente, desde que el PRO asumió el Ejecutivo porteño, los partos disminuyeron año a año. En 2014, último del que se tiene registro, descendieron hasta 27.208. Unos 4500 menos respecto de siete años atrás.