De las 258 trabajadoras y trabajadores despedidos del INTI el 42% son mujeres, casi la mitad en un organismo integrado en su mayoría por varones. Es por eso que las despedidas, pero también muchas de las que no lo están, participan de la permanencia pacífica en el gran predio del organismo. Esa permanencia pacífica, a la que los funcionarios del gobierno llaman «toma», generó nuevos desafíos, sobre todo para aquellas a quienes ya les resultaba complejo sostener un equilibrio entre su trabajo en el INTI y el trabajo en su casa. Ahora se le suma la lucha. Fue por eso que decidieron juntarse en asamblea y hablar. 

La permanencia, que se decidió apenas surgieron los rumores de achicamiento, fue vital para evitar lo que sucedió en otros lugares de trabajo del Estado, en donde los trabajadores se enteraban de que ya no tenían empleo en el momento de intentar ingresar. A los dos lados del alambrado se sostienen actividades culturales y políticas que demandan una organización y una división de tareas que, según festejan las mujeres del INTI, no es sexista. 

A lo largo del perímetro conviven los trabajadores y trabajadoras despedidos y no despedidos junto con policías de la Ciudad y de la Federal, que almuerzan o toman gaseosas en un campamento represivo paralelo, pero de fronteras difusas con la permanencia. El bocineo de apoyo de quienes transitan en sus vehículos por la Avenida General Paz y su colectora es constante. Algunos conductores gritan la consigna: «¡En el INTI no sobra nadie!». «No sabés lo bien que nos hace», cuenta Jorgelina, despedida del área de la Gerencia de proyectos especiales. 

Es viernes al mediodía y empieza la asamblea, divida por el alambrado. «Cuando se habla de los trabajadores del INTI siempre se imaginan a varones, porque la ciencia y la técnica son ámbitos de trabajo masculinizados. El despido es más disciplinador para nosotras, porque se supone que no estamos acá para hacer estas cosas. Es difícil estar organizada sindicalmente en el trabajo, pararte y ser activista. El costo de luchar es más grande para nosotras», reflexiona Luján. 

Una administrativa que lleva 20 años en el Instituto recuerda que en la ola de despidos que se llevaron adelante en los ’90, se echaba a uno de los dos cónyuges de la pareja en caso de que trabajaran los dos en el organismo. «Ahora no. Estamos los dos despedidos, mi pareja y yo. Tengo una nena de seis años y una beba de meses. Mi pareja es ingeniero, se queda en la permanencia y yo no. Me pesa el hecho de no poder quedarme a dormir, la nena más grande le pone mucha onda, estoy muy agradecida con ella», cuenta. Y ahí la interrumpe otra trabajadora que le aconseja no seguir sumando culpa. «La lucha la hacemos entre todas, compañera», la contiene. 

Ante los argumentos descalificadores del jefe de Gabinete Marcos Peña y el presidente del instituto, Javier Ibáñez, de intentar identificar a los trabajadores del INTI con empleados «ñoquis», los trabajadores y trabajadoras tuvieron que salir a mostrar «sus cuatro doctorados» y explicar la importancia de su trabajo científico y técnico. Sin embargo, los despidos del área administrativa y de maestranza, donde predominan las mujeres, quedaron invisibilizados. «Es por eso que hay que salir a explicar que si soy técnica de un área específica, no puedo trabajar si mi compañero administrativo despedido no realiza una compra o no destraba un pedido. No se puede hacer ciencia y tecnología individualmente. Siempre necesito de los administrativos», sostiene. 

Uno de los argumentos que llevó a los medios el gobierno para justificar los despidos es el ausentismo. Lo que ocultaron es que el presentismo se cae de manera automática cuando la trabajadora entra en licencia por maternidad. También se cae cuando superan las escasas faltas habilitadas por enfermedad de sus hijos, de ellas mismas o de los adultos mayores que tienen a su cuidado. 

El próximo desafío al que las mujeres del INTI se quieren adelantar ante el comienzo del ciclo lectivo es la vacante en el jardín de infantes que funciona en el Instituto, adonde concurren unos 200 niños. «Sentimos que además están echando a nuestros hijos, los están dejando afuera», se indigna Yamila en el megáfono, con su hija en brazos. Una de las despedidas fue docente allí toda su vida y a tres años de jubilarse le llegó el telegrama. «Quiero volver a trabajar acá, esta es mi casa. Los chicos que tuve en el jardín ahora son trabajadores del INTI», relata con la voz quebrada. Otra compañera pasa sus dedos por el alambrado para cerrar su mano sobre la de la docente. «No nos vamos a dejar avasallar, no nos va a sacar nadie», le dice mirándola a los ojos. «

Mesa de diálogo para el viernes 16

Los trabajadores y trabajadoras del INTI evaluaron como un primer triunfo la convocatoria a una mesa de diálogo para el 16 de febrero por parte de las autoridades del Instituto, aunque advirtieron que esto «de ningún modo significa que el INTI retoma sus tareas de forma habitual», como señala el comunicado oficial. 

«Tras dos semanas de permanencia pacífica, hemos conseguido un primer triunfo. Habiendo denunciado durante dos semanas el lockout de esta gestión, que no dudó en mantener cerrado un organismo de vital importancia para la industria y para la sociedad, tuvieron que abrir el organismo y convocarnos a una mesa de diálogo para resolver el conflicto por los 258 despidos arbitrarios», expresó la comisión de difusión del conflcito. «La permanencia, el paro y la movilización continúan hasta tanto el último de las y los despedidos sean reinstalados en sus puestos de trabajo», agregó.