Las estructuras de las organizaciones dificultan el avance del feminismo, y es por los hombres que ocupan puestos o cargos de poder. Así, comienza a conceptualizar Carolina Pedelacq, docente y referente del Frente de Mujeres del Movimiento Evita, en una entrevista con Tiempo la situación de la militancia actual. 

La mujer de 32 años, hace visible las situaciones que las activistas tienen que atravesar para poder construir una sociedad justa. Explica que si un hombre manifiesta apoyar la lucha de las mujeres, ocupa un puesto o cargo de poder y se siente desconstruido, tiene que correrse y dejar a una compañera en su lugar.

Con el propósito de generar un cambio cultural, la dirigente, junto a sus compañeras, realiza a diario un fecundo trabajo territorial para revertir la problemática que aqueja a todas las mujeres. Cuenta que el acoso callejero –mal llamado piropo- es lo que más abunda en el contexto. Enfatiza en que no es un problema que tienen que resolver sólo las mujeres, sino que los hombres también tienen que involucrarse.

A lo largo de la charla, la activista dejó al descubierto los rincones más oscuros de las organizaciones. 

-¿Qué pensás sobre la violencia machista hacia adentro de las organizaciones?

-Creo que es el reflejo de lo que pasa en la sociedad en su conjunto, así como en los ámbitos donde desarrollamos tareas laborales y otras actividades. En las organizaciones sucede por los hombres que ocupan puestos o cargos de poder. Hay muchos tipos de violencia y una de las más invisibles tiene que ver con la forma en que los varones manejan el poder.

-¿Cuál es tu opinión sobre los hombres que ocupan puestos o cargos de poder en las organizaciones?

-En los últimos tiempos venimos cuestionando el modo en que asumimos el poder las mujeres en las organizaciones. En esta discusión quedó en claro que tenemos menos condiciones, no sólo porque ocupamos lugares más de base, sino que muchas veces ocupamos nuestro tiempo en trabajar para que otros asuman al poder. Muchas veces estamos resolviendo distintas situaciones, como problemas familiares y preocupaciones propias de nosotras que terminan dejando la vía libre para que los hombres asuman. Todo esto nos quita el tiempo que tenemos que usar para generar puestos de poder.

Pero estamos interpelando a los varones en este punto, porque hay algo de la meritocracia en esto. En realidad deberían dejar el espacio para que sus compañeras puedan acceder. Muchas veces realizamos muchas más tareas que ellos siendo que varias están más capacitadas e incluso son mejores cuadros políticos, pero no están haciendo otras cosas.

-¿Presenciaste hechos de violencia de género en perjuicio de alguna de tus compañeras de la organización?

-Sí.

-¿De qué tipo?

– Situaciones de acoso, de estilo callejero. El típico hombre que viene y te quiere chamuyar, haciendo esos mal llamados piropos. Los militantes más de base lo tienen incorporado, y los que ocupan cargos más arriba utilizan la manipulación machista para sus propios beneficios. Estos últimos muchas veces son muy sutiles por lo que cuesta identificarlos.

-¿Cuál es la estrategia para revertir esta situación en las organizaciones?

-Desde el Frente de Mujeres lo empezamos a combatir con la creación del protocolo interno contra la violencia de género. Es un papel escrito, pero hay que utilizarlo y llenarlo de contenido, sirve para visibilizar algunas situaciones. Pero lo que realmente ayudaría es que los varones empiecen a dejar de asumir que es un problema que tenemos que resolver las mujeres, pasa adentro de las organizaciones, está instalado en el sentido común. Lo ideal sería que si un compañero ve una situación de violencia contra una compañera intervenga del mismo modo que reaccionaria si ve que están violentando a un amigo suyo. Ellos son parte del problema, nosotras somos víctimas y encima las que tenemos que resolver los problemas de acoso, abuso sexual o lo que sea.

-¿Alguna vez te sentiste condicionada por la estructura del Movimiento a poner el freno a una actitud machista de un compañero?

-Sí. Considero que pasó porque no estoy en un puesto o cargo de poder en la política. La verdad es que tengo muy poco filtro para eso. He vivido algunas situaciones de negación de la palabra, no me dejaron hablar y me sentí subestimada. Muchas veces expuse esto y les cae mal, pero la verdad no me importa mucho como lo tomen. Hay contextos donde muchos varones y cuesta hablar de esto. Fuimos muchas las que pasamos momentos así y tuvimos que discutir. Está bueno poder visibilizar estas situaciones.

-¿Qué opinás sobre los hombres que conocen las reglas del feminismo pero igual ejercen la violencia machista adentro de las organizaciones con el manual bajo el brazo?

-Son los peores. Es algo peligroso porque hay algo de cinismo en eso, porque lo utilizan para decirles a las mujeres lo que quieren escuchar, es un mecanismo de manipulación. Pero tarde o temprano esa ficha cae y quedan expuestos. Si un compañero se siente desconstruido, realmente cree en la lucha feminista y ocupa un puesto de poder, tiene que correrse para que una compañera esté en su lugar. Ahí es cuando me cierra un varón, porque si sostiene nuestro discurso en la práctica tiene que ser igual.