Hace ocho años, mientras trabajaba en la Unidad de Quemados del Garrahan, la enfermera Sandra Baspineiro vio un frasquito de esmalte y tuvo una epifanía. Se le ocurrió proponerles a unas nenas que estaban recuperándose en terapia intermedia si querían que les pintara las uñas.

“No sabés las caritas de sorpresa que pusieron. Entonces me puse manos a la obra, les hice unas florcitas así chiquitas, con puntitos de colores. Quedaron como locas mirándose los deditos, enamoradas. Todas recoquetas”, recuerda Sandra y convida un café en la cocina de la UCI 65, el espacio del Hospital Nacional de Pediatría «Prof. Dr. Juan P. Garrahan» dedicado a curar chicos y chicas que sufrieron quemaduras graves, que superan el 50% de su cuerpo, y que necesitan dilatados procesos de recuperación. 

Esas primeras uñitas pintadas abrieron el juego a las trencitas en el pelo y, más tarde, a animadas sesiones de maquillaje artístico. Actividades lúdicas que poco a poco se transformaron en herramientas terapéuticas. “Fui sumando propuestas, porque me daba cuenta de que ayudaban en la recuperación y así se rompían barreras en la relación enfermera-paciente. Les hacía esas trencitas bahianas de la playa, más diseños y colores, casi un spa para los pacientitos”, narra Baspineiro sobre ese auténtico salón de belleza que montó, consagrado a mejorar la calidad de vida de los chicos.

El año pasado, con la llegada de la peste, esta variante novedosa de arteterapia se hizo práctica habitual en la UCI: “Por la pandemia, tuvimos muchos menos pacientes y pudimos empezar a trabajar con el maquillaje en forma más frecuente con varias compañeras”. La licenciada en Enfermería cuenta que siempre tuvo buena mano y pasión por el arte. De muy pibita, en su Salta natal, Sandra se destacaba en las clases de dibujo del colegio y soñaba con sacarle punta al vicio del lápiz cada vez que leía las historietas de Patoruzito: “El hobby lo recuperé de grande, con los pinceles del maquillaje artístico. Fui medio autodidacta. Hice un curso que encontré por Facebook y practicaba en eventos y cumpleaños familiares. Acá en el hospital se dio la oportunidad de unir mis dos pasiones: el arte y el cuidado del otro”. Para Baspineiro, crear empatía es el mandamiento supremo de la profesión que ejerce hace 15 años en el Garrahan: “Ponerte en el lugar del otro. Si ves a una persona que sufre, una tiene la necesidad de ayudarla, darle una mano. Así somos las enfermeras”. Trabajadoras esenciales desde siempre, no solo en esta nueva normalidad pandémica.

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Interdisciplina y contención

Si hay algo que identifica a la Unidad de Quemados, reflexiona Sandra, es el trabajo interdisciplinario, codo a codo, de enfermeras, pediatras intensivistas, cirujanos, psicólogos, kinesiólogos, trabajadores sociales. Y también de los padres y las madres de los pacientes: “Creo que esta experiencia de incorporar el maquillaje funciona como un intermediario. Nos dimos cuenta de que facilita la comunicación, no solo con los niños sino también con los padres. Los chicos pueden expresarse mejor y tienen confianza con uno, y así es más fácil hacer procedimientos y curaciones que muchas veces son dolorosos”.

La UCI 65 alberga seis camas de terapia intensiva y ocho de intermedia. Es referencia a nivel nacional y sudamericano. Desde el Garrahan explican que “todos los días una niña o niño sufre quemaduras moderadas o de gravedad y el 95% de ellas se producen en el hogar, un lugar donde con medidas adecuadas pueden reducirse y prevenirse. Es esencial trabajar en la prevención, enseñando a la familia y a los niños cuáles son los riesgos en estos ambientes, ya que el desconocimiento, la imprudencia y la negligencia son frecuente en este aspecto”.

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El fuego es la principal causa de los grandes quemados pero el 75% de las quemaduras en niños pequeños se debe a líquidos calientes, como bebidas, agua de la canilla o vapor, y esa es la causa más frecuente de internación.

Carlos Soria es el papá de Jazmín, una nena de seis años internada en terapia intermedia por una quemadura de tercer grado. Llegaron desde Tierra del Fuego hace dos meses. No tiene más que palabras de agradecimiento para los laburantes del hospital público: “Mi hija llegó con el 80% del cuerpo afectado y, gracias al trabajo del equipo, la evolución es muy buena. Nos sentimos muy contenidos”. Para Carlos, las sesiones de maquillaje dieron una mano en el proceso de recuperación de Jazmín: “La primera vez fue difícil: verse la cara en el espejo nuevamente, con las quemaduras. Pero la segunda vez, sonrió después de meses”. Jazmín es fana de las princesas, los arcoiris y los unicornios: “Las chicas le preguntan cómo quiere verse, después hacen arte. Nos ayudó mucho en la curación, en volver a caminar, el maquillaje era el estímulo para hacerlo”. Soria confiesa que en las últimas semanas aprendió a pintarle las uñas a Jazmín: “No te digo que soy manicura, pero me doy maña. Ella está feliz. Más adelante voy a tener que empezar con los pincelitos y la base”.

Hoy te transformás en superhéroe: el Hombre Araña, el Increíble Hulk, Batman. La enfermera Valeria Molina hace magia con sus superpinceles: “Estimulamos mucho la imaginación con el maquillaje y también les levanta el ánimo. Me pasó varias veces que chicos muy heridos se miran al espejo por primera vez y me preguntan ‘quién soy’. Yo siempre les digo: ‘sos una persona hermosa, un superhéroe’, y les cambia la cara. Los ayuda a reencontrase. A veces tienen miedo del afuera, de cómo los van a recibir, y hay que fortalecer su autoestima. Para nosotros, todos los pibes son lindos”.

Sandra Malla trabaja hace 15 años en el Garrahan. Dice que es «un queso» con los pinceles: “No paso de una margarita, y me sale ahí nomás”. Pero su aporte al equipo de enfermeras acuarelistas viene desde la producción: consigue pinturitas, sugiere diseños, atiende las necesidades de las artistas. La enfermera del ambo con caritas de Kitty también reflexiona sobre el aporte terapéutico: “Creemos que podría utilizarse en otras unidades como oncología, también en otros hospitales. Es algo alternativo, como los payamédicos. Te empezás a dar cuenta de que las sonrisas también curan”.