Si para gran parte de la población del AMBA vivir con cuatro grados parece una tortura interminable, resulta casi ciencia ficción imaginarse por estas horas en Maquinchao. La Capital de la Lana de Río Negro transita su semana récord en todo el país. El número registrado el lunes lo dice todo: -15.2 grados.

Ya por su nombre se puede imaginar un escenario gélido para esta localidad del sur rionegrino en la que viven 5 mil habitantes. Deriva del tehuelche «Maquinchewa», que significa «invernada». El martes les trajo un «respiro», de -15 grados pasaron a -12. Aún así, son 15 grados de diferencia térmica respecto a la Ciudad de Buenos Aires que llegará a -3 en la próxima madrugada. Este martes las otras jurisdicciones que vivieron extremos polares fueron Esquel con -8,3 grados y Malargüe con -5,8 grados. En la zona pampeana se destacan Santa Rosa con -4.9 grados, y las ciudades bonaerenses de San Carlos de Bolívar (-4.2º) y Azul, con -3.2º C. 

Igualmente, la población de Maquinchao viene acostumbrada. El 26 de mayo el Servicio Meteorológico Nacional destacó en sus redes que la temperatura registrada en esa ciudad había sido inferior a -14°C. Muy cercano a los -16°C que registra en las últimas horas Base Marambio.

En Maquinchao el récord de frío se vive con el 30% de familias sin red de gas domiciliaria. Por anteriores heladas ya debieron aplicar el Plan Calor Leña. Se trata de la entrega de bolsas de leña a delegados barriales que luego distribuyen a vecinas y vecinos, y también de garrafas de 15 kilos gratis para familias más necesitadas. En junio del año pasado, cuando registraron -14 grados, la intendenta Silvina Frías aseguraba: «Nos preparamos de la mejor manera posible, pero no es la primera vez que eso sucede».

Las fuertes heladas generaron inconvenientes en vehículos que no se pudieron poner en marcha y también en el suministro de agua. Previo al fin de semana, en Jacobacci y en Maquinchao, dos escuelas secundarias suspendieron las clases por el congelamiento de las cañerías.

Entre esquilas, oro y rutas

Pero el orgullo de Maquinchao (la localidad cabecera del departamento Veinticinco de Mayo) no es el frío, sino la lana, autocatalogada como la mejor del país. Su exportación es clave. Por factores externos, el año pasado resultó menor de lo esperado, lo que se hizo sentir en los campos que la rodean, donde conviven más de un millón de cabezas de ovinos, y en sus calles amplias y tranquilas, en medio de la infinita estepa patagónica que aún contiene importantes poblaciones originarias y que no estuvo exenta de la violencia y aniquilamiento de la mal llamada Campaña del Desierto. Allí, según se relata, fueron en 1881 y 1883 el general Villegas y el coronel De Roa a buscar a uno de los más conocidos caciques, Valentín Sayhueque.

La estación ferroviaria se mantiene firme en su lucha contra el olvido. Soporta el frío, el paso del tiempo y los gobiernos que atentaron contra la industria nacional. Una vez por semana recibe la formación de la Línea Sur de la provincia, como desde hace 109 años, cuando se instaló la estancia de capitales ingleses The Argentine Southern Land Company Limited (A.S.L.Co.), en tierras entregadas por el Estado nacional.

El plato fuerte (aparte del cordero) llega cada febrero, cuando entre el cielo azul y los cerros de baja altura, se desarrolla la Fiesta Nacional de la Lana en simultáneo con la Exposición Ganadera de la Región Sur que reúne un contingente de productores de toda la zona. La actividad se encuentra en recuperación, después de lo que fue la erupción del Volcán chileno Puyehue en 2011, que dejó su telón de cenizas en toda la franja patagónica argentina. Eso generó escasez de alimento, lo que provocó la muerte de más de la mitad de los animales.

«Esta es la segunda zona en importancia a nivel mundial, en relación con la calidad de la lana que se obtiene, después de Australia y Nueva Zelanda”, señalaba tiempo atrás el productor ovino Héctor Zamborain a argentina.gob.ar. Ante cada esquila, de cada oveja obtienen unos 5 kilos de lana. La hacen una vez por año entre agosto y diciembre. “Aproximadamente el 80 por ciento de la lana se exporta ‘en sucio’, enfardada en el campo, principalmente a Japón, Italia, Alemania y China”, completaba Zamborain.

Pero quizás en cuestión de tiempo la lana ya no sea la única gran fuente de ingresos. La extracción de oro amaga con poner sus dos pies en ese territorio, lo que generó cruces en la población entre quienes la ven como una creación de empleo y quienes se oponen por el peligro ambiental y, sobre todo, por lo que puede generar con el uso del agua que demanda la actividad, en una región que se caracteriza por la sequía recurrente. El turismo rural también empieza a crecer en el último tiempo, entre la gastronomía, los paisajes que incluyen la laguna Ñe Luan y el arroyo que brota de la piedra; el puesto de Hornos; el arroyo Maquinchao, que pasa junto a la localidad; el paraje El Caín, al borde oeste de la Meseta de Somuncurá, e incluso las cuevas y las pinturas rupestres de Vaca Laufquen. e incluso pinturas rupestres.

Lo que no avanzó en la misma medida en estas décadas fue la Ruta Nacional 23, su principal vía de comunicación. Finalmente la obra se puso en marcha por el Ministerio de Obras de la Nación, que significará un renovado impulso para la localidad, aunque hay algunos que se lamentarán que habrá una mayor circulación, lo que opacará su encanto como pueblo aislado. Por ahora, más que las ovejas, el oro o la ruta, es el frío quien reina en este pueblo tan patagónico como el viento.