La mamá de Agustín Alexis Altamirano, de 17 años, no sabe por qué la policía de Santa Fe detuvo a su hijo ni dónde estuvo durante cuatro horas, hasta que un patrullero lo llevó al hospital José María Cullen, al que ingresó en estado de coma. Permaneció una semana así, hasta que comenzó a despertar. Aún está intubado. Mientras esperan que el joven se recupere, familiares y amigos se movilizan para obtener respuestas y justicia.

“Lo paraban siempre. Como hacen siempre con los chicos ahora. Y siempre le pegaban. Yo le decía que no les grite, que no les diga nada”, cuenta Mónica Medrano, mamá de Agustín. Cuando lo detuvieron, el sábado 4, ella no estaba en la ciudad. Sus familiares vieron que la policía lo paraba en la esquina de su casa y un testigo dijo ver cómo lo golpeaban en la cabeza. Lo subieron a un patrullero y se lo llevaron.

La mujer se comunicó con la Comisaría Octava y explicó que no estaba en la ciudad, que su hermano –tío del menor- iría a buscarlo con la partida de nacimiento. En la seccional le pidieron la documentación al familiar, pero luego le dijeron que el adolescente no estaba allí. “Cuando mi hermano llega a la Octava le dicen que no me lo dan, que va a Juveniles. A la tarde mi hermano va a Juveniles para llevarle ropa y comida, frente a la cárcel de mujeres, donde están los jóvenes. Pero nos dicen que nunca llegó, que estaba en el hospital Cullen”, relata Mónica.

En un primer momento no le dieron información sobre el estado de salud de su hijo. Ella pensó que se había descompuesto. Cuando intervino el área de Niñez, le confirmaron que estaba en coma. “Cuando ingresó, entró en coma, nunca estuvo despierto. Lo ingresó el patrullero en coma, no lo llevó una ambulancia. El martes empezamos a ver que tenía golpes en la cabeza. Cuando fuimos a pedir una explicación, dicen que nunca llegó a la Octava”, denunció la madre del adolescente. “Quiero saber dónde estuvo las cuatro horas antes de estar en el hospital. Lo paran a las 8 de la mañana, entra 12.45. ¿Las otras horas, dónde estaba?”, se pregunta la mujer, y advierte que piensa “llegar hasta las últimas consecuencias”.

Agustín ya había estado alojado en dependencias juveniles por drogas. Por eso estaba con un régimen de libertad asistida y monitoreado por el área de Niñez. “Hacía dos meses que no se drogaba y no sé por qué fue la detención ahora”, insiste la mujer, y pide que se analicen imágenes de las cámaras de seguridad en torno al lugar de detención. Familiares y amigos ya realizaron dos protestas frente a la seccional sospechada de haber cometido violencia institucional contra el adolescente.

El caso se da mientras crece la preocupación por la sistematicidad de este tipo de accionar por parte de distintas policías en contra de jóvenes de barrios humildes. Pasó con la Policía de la Ciudad en el caso de Lucas González, en el barrio de Barracas, y con la Policía Bonaerense en el caso de Luciano Olivera, en Miramar.