El Juez Alberto Baños, del Juzgado Criminal y Correccional N° 27, sobreseyó este miércoles a Daniel Alberto Fischberg y Jaime Geiler, dueños de las marcas para las que trabajaba el taller textil de la calle Luis Viale, incendiado en marzo de 2006. En su dictamen, Baños entiende, junto con la fiscal Betina Vota, que no se pudo probar que Fischberg y Geiler conocieran la situación del taller, dejando de lado declaraciones contrarias de varios testigos.

En junio de 2016 el TOC N° 5 condenó a los encargados del taller, Luis Sillerico y Juan Manuel Correa, a trece años de prisión por reducción a la servidumbre, y ordenó a la justicia volver a investigar a los dueños de las marcas para las que el taller producía prendas en forma exclusiva. La vinculación de Fischberg y Geiler con el taller era tan indiscutible que eran incluso dueños del inmueble incendiado. Según declaraciones de testigos en el juicio, Fischberg solía visitar el taller, hecho que Baños decidió ignorar.

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(Foto: Luis Szeferblum)

Según los impulsores de la Campaña por Justicia por las víctimas del incendio de Luis Viale, este fallo «prácticamente legaliza que las grandes empresas reduzcan a la servidumbre a trabajadores tercerizados. Además, culpa por la explotación a los talleristas bolivianos, tomando a estas prácticas laborales como un problema a resolver en el marco de las colectividades migrantes, y no como un mecanismo de reducción de costos de empresarios blancos argentinos. Se trata de un incentivo monumental a la reproducción de estas prácticas.»

El incendio en le taller de la calle Luis Viale se produjo el 30 de marzo de 2006 y provocó la muerte de Juana Vilca (de 25 años), Wilfredo Quispe Mendoza (15), Elías Carbajal Quispe (10), Luis Quispe (4), Rodrigo Quispe Carvajal (4) y Harry Rodríguez (3). 

En el taller vivían más de 60 personas. Había más de 20 niños. En él funcionaban más de 30 máquinas de coser, pero sólo estaba habilitado para alojar cinco. Había un solo baño y los trabajadores reducidos a la servidumbre no tenían agua caliente. Las jornadas laborales eran de 18 horas, y la paga por cada jean terminado era de 50 centavos. Los peritajes realizados por Bomberos de la Federal determinaron que el incendio se inició en el primer piso. Allí estaban las «habitaciones», donde descansaban los niños. Los que estaban cerca de la escalera lograron bajar, pero muchos quedaron encerrados en una jaula, entre el fuego y la pared.