Cumplido un año de acampe, las 32 familias que vivían en el conventillo de la exfábrica textil y de calzados Sancheti nunca más pudieron entrar a sus casas. Porque en La Boca, se sabe, después de un incendio sigue un desalojo por riesgo de derrumbe. A pesar de los amparos, continúa sin reconocerse el derecho a la vivienda de las familias que resisten en el campamento más largo del que se tenga memoria, y en condiciones tremendamente adversas, que desnudan la lógica de expulsión que sufren los vecinos del barrio.

La Boca es un territorio en disputa. El interés del mercado avanza acompañado por leyes y decisiones administrativas cuyo horizonte es un nuevo centro artístico, turístico y deportivo, junto al desarrollo de nuevos emprendimientos inmobiliarios. La creación de La Usina del Arte, la declaración de La Boca como Distrito del Arte, la venta de los predios de Catalinas Sur y Casa Amarilla, la conexión por Pedro de Mendoza entre el río y Puerto Madero, son algunas de las medidas que tomó el macrismo-larretismo desde que llegó a la Ciudad, acompañadas por el proyecto de nuevo Código Urbanístico que prevé más presión inmobiliaria en la zona. Mientras tanto, desconocen la emergencia habitacional en un barrio donde hay un desalojo cada 15 días. 

Asistimos a una transformación urbana cuyo principal obstáculo son los residentes históricos del barrio. Pero los vecinos de Sancheti y de La Boca resisten a la especulación inmobiliaria y a la privatización del espacio público, y no se resignan a que la fragmentación social y la expulsión sean moneda corriente en el distrito más rico del país. El desarrollo urbano no se alcanza a espaldas de los vecinos. Debe contener soluciones para el hábitat digno. De otro modo, lo único que se fortalecerá es la organización social, política y comunitaria de nuestro pueblo, con enorme tradición de lucha contra la exclusión. «