La Plaza del Congreso repleta de mujeres, los carteles con fotos y nombres, los ojos húmedos, el ímpetu que emergía desde el centro de aquella multitud fue un momento fundacional para millones de mujeres y un hito para el movimiento feminista que hasta ese 3 de junio de 2015 llevaba años y años gritando esas mismas consignas, a veces en soledad, a veces en multitudes pero que no había tenido la masividad que se vio en las calles esa inolvidable jornada.

El 11 de mayo, el brutal asesinato de Chiara Páez, de 16 años, fue el que colmó la angustia de las mujeres que desde hacía años venían denunciando los casos de violencia de género. El tuit de la periodista Marcela Ojeda fue casi una arenga. “Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales… Mujeres, todas, bah… ¿No vamos a levantar la voz? Nos están matando”. Ese fue el puntapié para una manifestación histórica que se convocó en tres semanas.

En 20 días, 20 mujeres, entre periodistas, escritoras, abogadas y activistas confeccionaron el documento que luego fue leído por Juan Minujin, Érica Rivas y Maitena, y que tuvo dos exigencias concretas: “Ni Una Menos”, “Basta de matarnos”.

“Ni Una Menos no nació de un día para el otro, es una construcción colectiva, es el resultado del enorme trabajo de los movimientos de mujeres y los feminismos en la Argentina. Es un hito, un mojón y un punto de inflexión, pero de todas las acciones que vienen llevando adelante las feministas y las diversidades en nuestro país. Por eso me parece importante pensarlo en ese contexto, como parte de todo. En este caso tenía una consigna bien clara, que es el reclamo contra la violencia machista extrema, en formato de femicidio o feminicidio”, expresa a Tiempo Argentino, la periodista Marcela Ojeda.

Paula Rodríguez es también una de las periodistas que participó de la organización y escribió el libro Ni Una Menos, donde registra esas tres intensas semanas hasta la misma manifestación. “Lo que se logró fue organizar la acción y un discurso vinculado a esa acción. Las comunicadoras lo podían transmitir con mucha claridad y convertir en una consigna con sustento y con espesor de lo que se estaba hablando. Se podría haber tenido una marcha por la seguridad, encarando los temas como un problema de seguridad, y nada está más lejos de explicar la violencia machista con el espacio público”, analiza Paula.

“Pasaba algo socialmente con la organización de las mujeres y no había conciencia de eso, ni en el periodismo, ni en las dirigencias en líneas generales. Esa organización es la que logra articular, explicar y poner en agenda algo que no nació de un repollo, sino que estaba ahí. Lo que tiene de bueno es cómo un grupo de periodistas y comunicadoras logra explicar la convocatoria, relata la violencia evitando otro tratamiento mediático, poniéndole las palabras justas y explicando el fenómeno como lo que es”, define.

Por su parte, Marcela Ojeda, completa. “Ni Una Menos llegó para eso, para cambiar el humor social, para hacer visibles los reclamos, para cambiar el lugar que históricamente se le dio a la violencia hacia las mujeres, por lo menos en la agenda pública, mediática y política. Incluso las cuestiones de género no están más en las secciones policiales de los diarios, ya tienen un tratamiento periodístico profesional distinto, integral: se convoca a los profesionales que saben de la temática. Cuando decimos que queremos una mirada y una perspectiva de Derechos Humanos y feminista en el periodismo nos referimos a esto, a escuchar y aprender de quienes saben, de quienes nos antecedieron y lograron marcar una agenda distinta a la monopólica”.

Para Ada Rico, titular de la Casa del Encuentro Adriana Zambrano (donde se realizaron los primeros encuentros organizativos), y quien fue también una de las protagonistas de este primer 3 de junio: “La sociedad salió a la calle orgánica e individualmente mostrando que, si bien la víctima directa es la mujer, la existencia de un vínculo de violencia en la familia afecta a todo su entorno, especialmente a sus hijas e hijos”. Y agrega: “La masividad de esa marcha, que se acrecentó en las siguientes y también en fechas clave como el 8 de Marzo y el 25 de noviembre, fue fundamental para que la sociedad reconozca el significado de Ni Una Menos reaccionando ante cada femicidio y hecho de violencia”.

Lo que se conquistó, lo que falta

En 2008, la Corte Suprema creó la Oficina de Violencia Doméstica y en 2009 la Oficina de la Mujer para efectivizar la capacitación en materia de violencia de género. “En el petitorio del movimiento Ni Una Menos estaba el reclamo, muy justo, de que el Estado tenía que relevar los femicidios”, afirma la jueza Elena Highton, vicepresidenta de la Corte Suprema. “Desde la Corte asumimos esa tarea, que fue asignada a la Oficina de la Mujer. Así se hizo y se sigue haciendo, con el aporte de los datos de todas las provincias. Lo resalto porque, aun en un contexto como el actual, con una pandemia, las jurisdicciones nos enviaron toda la información para publicar el Registro Nacional de Femicidios”.

Según Highton, el registro mejoró y se incorporaron nuevas variables. “El criterio para seleccionar los casos no se basa en el Código Penal, sino en la definición del comité de expertas de la Convención de Belém do Pará, que es más amplia. Se incluyen causas que ni siquiera están caratuladas como femicidios. Lo que pretende el registro es dar cuenta de la letalidad de la violencia de género, que no sólo afecta a las mujeres (sean cis, trans, travestis), sino también a varones que se interponen para defenderlas, a niños y niñas que son asesinadas para hacer sufrir a la mujer”.

En ese sentido, desde la Casa del Encuentro, que hasta la fecha elabora y confecciona estadísticas, continúan reclamando por cifras. “Nosotras proponemos reforzar el rol del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) en la configuración de un sistema de indicadores de género que unifique las estadísticas oficiales”.

El trabajo que se viene

Las cifras de femicidios de este año y de los últimos 70 días de aislamiento social preventivo y obligatorio no son alentadoras. Tampoco las de denuncias a las líneas 144 y 137. “En este 3 de junio reiteramos lo imprescindible que resulta que el Estado nacional adopte medidas destinadas a la protección y prevención de la violencia de género en todas sus expresiones desde una mirada interdisciplinaria”.

Desde la Corte Suprema, Highton analiza que es importante la articulación de los tres poderes del Estado. “Sin presupuesto, no hay políticas públicas eficientes”, dice.

Marcela Ojeda reafirma su aflicción: “Siguen preocupando las exigencias que llevamos adelante en 2015. Falta, por ejemplo, que este nuevo gobierno presente el primer punto, que es el plan integral para erradicar, prevenir y sancionar la violencia contra las mujeres (la gestión anterior lo había presentado pero no se cumplió)”.

Ni Una Menos refundó el amor sororo. Fue un semillero de lucha para que niñas y adolescentes griten contra el patriarcado. Y fue un encuentro de cuerpos violentados y de luto que emprendieron el camino de ida hacia la lucha justa por el fin de la desigualdad.

La primera marcha de Ni Una Menos inauguró la participación de niñas y adolescentes. Desde entonces, las marchas por reclamos feministas siempre son multitudinarias.

El reclamo por los derechos de las mujeres se sumó al de la Campaña por el Derecho al Aborto que cumplió este mes quince años de vida. >>

Las cifras que crecen: una deuda global

Según el informe realizado por el Observatorio de Femicidios Adriana Marisel Zambrano, desde que comenzó el aislamiento social preventivo y obligatorio en todo el país los casos de violencia de género alcanzaron ya 57 femicidios, de los cuales el 71% ocurrió en las viviendas de las víctimas.



El informe que comprende el período entre el 20 de marzo y el 28 de mayo, expresa que el 65% de los femicidas eran las parejas o ex parejas de las personas asesinadas. También señala que una de cada seis víctimas ya había denunciado haber sufrido violencia de género, y que el 73% de las hijas e hijos de las víctimas son menores de edad. En Buenos Aires hubo 27 femicidios, en Santa Fe y en Tucumán hubo 6 y en Misiones 4.

Según el registro del observatorio de Ahora que sí nos ven, hasta el 1 de mayo hubo en la Argentina 117 femicidios.

Las leyes de dolor y la lucha

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(Foto: Télam)


La fuerza de la lucha del colectivo feminista se tradujo después de mucho trabajo articulado en dos leyes fundamentales para la sociedad y que emergen de terribles femicidios: la ley Brisa y la ley Micaela.

En julio de 2019, se aprobó también la Ley Brisa que otorga una reparación económica para hijas e hijos víctimas de femicidios, equivalente a una jubilación mínima y una cobertura integral de salud hasta los 21 años. La ley Brisa lleva el nombre la hijita menor de Daiana Barrionuevo que asesinada a golpes por su marido en 2014. La ley nació en 2015 y más del 50% de hijos víctimas de femicidios todavía no acceden al beneficio.

La Ley Micaela se promulgó en enero de 2019 y tiene como objetivo la capacitación en los tres poderes del Estado en materia de violencia de género. Si bien la ley fue aprobada en el Congreso, costó mucho que las provincias adhieran a la capacitación, la última en hacerlo fue la provincia de Tucumán. La formación se efectiviza a través del Ministerio de las Mujeres, género y diversidad y en el poder judicial a través de la Oficina de la Mujer

Profundizar los cambios en los medios
(Por Luciana Peker, periodista feminista, autora de La revolución de las hijas, Putita Golosa, por un feminismo del goce y La Revolución de las mujeres no era solo una píldora. 

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Ni Una Menos, que nace de periodistas y a través de redes sociales tuvo un impacto en la Argentina, en Latinoamérica y en todos los lugares del mundo, pero también tuvo un gran impacto en ampliar y masificar la agenda de género. Muchas chicas que se dedicaban a otras temáticas tomaron conciencia de la diferencia de género y los medios tienen una agenda más fuerte. Pero también creció la precarización y hoy es muy difícil que las jóvenes entren a trabajos formales, como es difícil la jerarquización de las periodistas de género. No hay más periodistas de género en la televisión, no están las que antes estaban y eran imprescindibles como Mariana Carbajal o Liliana Hendel. Hay una demanda para que haya mujeres columnistas de opinión en los diarios, y esa demanda no fue cumplida más que en el 10 o 20% y los medios más progresistas tuvieron una apertura bastante limitada. Es necesario que en los medios haya un cambio más profundo, con mucha más jerarquización de las periodistas y temas de género.

Cinco años de un país más justo
(Por Vanesa Siley, diputada nacional por el Frente de Todos)

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En todo el país, el grito Ni Una Menos fue un grito por el cese de violencia, un grito de igualdad y un grito por la equidad. Cambiaron muchas cosas en nuestro país y en cinco años, si no hubiera existido esa explosión social por nuestros derechos no hubiera habido equidad en los cargos legislativos y tal vez no habría mujeres presidiendo las comisiones de la Cámara de Diputados. Sin ese “Ni Una Menos” tal vez no existirían las Mujeres Sindicalistas, sin ese Ni Una Menos menos tal vez tampoco no existiría el Ministerio de las Mujeres. Pero Ni Una Menos, sobre todo fue un sentido de hermandad entre nosotras, un sentido de solidaridad más profundo un sentido de abrir los brazos y los corazones a las diferencias, apoyarnos y ayudarnos. Todo eso aún hoy sigue en construcción, y por eso la lucha debe continuar, y la hay que profundizar en la organización popular, porque nosotras creemos en el feminismo popular. Bienvenido, hace cinco años ese Ni Una Menos para hacer una sociedad más justa y una Argentina mejor.

Construir NUM en el aula
(Por Lucía Pelourson, docente de primer grado de la escuela cooperativa Nuevo Mundo)

El movimiento Ni Una Menos tuvo un fuerte impacto en nuestras vidas y eso, inevitablemente, entró en la escuela y lo celebramos. Trabajar temas vinculados a las problemáticas de género es parte de nuestro trabajo como maestrxs porque tenemos una ley de Educación Sexual Integral, pero también tiene que ver con la perspectiva con la que miramos al mundo y lo queremos intervenir. Como docentes nos proponemos un trabajo integral sobre la convivencia en el espacio común, el trabajo colectivo, la manera en la que nos vinculamos con lxs otrxs y la construcción de la identidad. Con cada grupo es diferente porque varían las edades y los contenidos. Pero hay algo que es fundamental y es que las actividades que desarrollamos son producto de una construcción social, y por lo tanto, son modificables. El crecimiento del movimiento feminista nos hizo repensar muchas cosas, abandonar algunas prácticas y construir con fuerza otras: cada vez son más lxs niñxs que sostienen que no hay juguetes para nenas y varones, hablan y reclaman el uso del lenguaje inclusivo. Ellxs nos muestran que la escuela juega un papel fundamental para seguir construyendo el Ni Una Menos.