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(Foto: Gentileza Sebastián Gil Miranda)

Nicole Becker –19 años, estudiante de Derecho, cofundadora de Jóvenes por el Clima Argentina, apenas Nicki para los que la conocen o siguen en redes sociales– dice que lo peor es la desinformación. “Si hay desconocimiento –justifica– también hay indiferencia. Creo que el movimiento juvenil del año pasado instaló una nueva narrativa, porque el reclamo no era nuevo, lo que llevó a que cada vez haya más personas involucradas en la problemática ambiental. Cuando yo digo que la militancia funciona quiero decir que la Ley Yolanda no se hubiera votado sí un montón de personas no hubieran estado tanto el año pasado como este en las calles. Y lo mismo pasó con la Ley de Manejo del Fuego, con el Acuerdo de Escazú, con la Ley de Cambio Climático. El problema es que en la dirigencia política hay mucha desinformación ambiental”.

– ¿Qué te generó que tanto la Ley Yolanda como la Ley de Manejo del Fuego tuvieran una sanción favorable en Diputados?

– Son el inicio de muchas cosas que faltan. La Ley Yolanda es fundamental porque no podemos esperar diez años para que las personas que hoy estamos dando la lucha climática accedamos a un puesto de toma de decisiones. Es una obligación hasta moral que los funcionarios de los tres poderes empiecen a capacitarse y que las medidas que tomen tengan perspectiva ambiental. Sobre la Ley de Manejo del Fuego su sanción fue positiva, pero hay que entender que no soluciona la cuestión de fondo. Esta modificación de la ley no va a garantizar que no haya más incendios o que estemos mejor preparados. De hecho, en el presupuesto que se aprobó se le está dando la misma plata que el año pasado a pesar de toda la inflación que hubo. Creo que lo más interesante de la ley es lo que propone con el uso de los suelos porque gran parte de los incendios están relacionados a proyectos inmobiliarios. Pero insisto que no soluciona la cuestión de fondo, no reemplaza a la Ley de Humedales que ni siquiera tiene dictamen porque tiene mucho más lobby detrás. El mismo día se votó el impuesto a las grandes fortunas, que es algo muy necesario, pero un 25% de lo recaudado va a ir a la exploración y explotación de combustibles fósiles. Por eso digo que no veo cambios sustanciales



Sin verde 

En febrero de 2019, Nicki descubrió que chicos de la edad de ella marchaban por las calles de las principales ciudades de Europa exigiendo a los adultos del poder que tomaran medidas contra el cambio climático. “Me indigné –recuerda ahora–, no solo por la cuestión ambiental, sino porque había jóvenes que, por vivir en otro lado del mundo, accedían a información que yo no tenía”. Lo demás es historia conocida: con un grupo de amigos convocó a una movilización replicando las consignas que juntó, contra todo pronóstico, cinco mil personas frente al Congreso. La mecha se había encendido y Nicki, sin saberlo, empezaba su carrera de militante activista climática.

“Yo vivo en la Ciudad de Buenos Aires y no hay fracking, no hay minería, pero hay tierra pública que se vende a costa de no tener espacios verdes que son fundamentales para la adaptación al cambio climático. Y no es solo el caso de Costa Salguero, en los últimos años se vendieron 473 hectáreas, un espacio que representa 263 veces la Plaza de Mayo. Con la pandemia quedó demostrado, que los runners no tenían donde ir a correr porque no hay muchas plazas”, se lamenta Nicki y agrega un dato más: “Más del 90% de la población de Argentina vive en ciudades. Así es muy difícil que nos importen las temáticas ambientales cuando ni siquiera tenemos contacto con la naturaleza”.