Se hablaba de la cuarentena, de flexibilizarla para la economía, para la actividad física. Pero poco se hablaba de ellos. Ni los medios ni los discursos públicos hacían hincapié en los 13 millones de niños, niñas y adolescentes que transcurren estas semanas encerrados, cuando su esencia es salir, divertirse y estar con amigos. Atraviesan esta etapa de sus vidas envueltos en el desconcierto por el nuevo mundo y el temor al contagio de seres queridos; necesitados de ser escuchados, con conductas que se exacerban en el aislamiento, y con la certeza de que el problema no son los chicos sino los padres.

Luego de que se explicitara que los padres pueden ir con niños de hasta 12 años a comercios de cercanía, ayer se anunció que la Ciudad les permitirá, los fines de semana –a partir del próximo–, salidas recreativas por cortos períodos de tiempo y en 500 metros a la redonda. Mirados con recelo en la calle, considerados vectores de contagio y en su mayoría asintomáticos, los chicos atraviesan el aislamiento con temores y ansiedades. Igual que los adultos.

Marta Benenati, médica psicoanalista del Hospital Gutiérrez, enfatiza en que sin imaginación no hay infancia y que el lugar de los niños, además del colegio, es el juego: «Los que pueden sostener la ficción que la infancia necesita para ser tal, son –sobre todo en este momento– los padres o los adultos comprometidos en la crianza. Sin soslayar que el actual es un momento en el que la sensación de ajenidad que nos muestra esta nueva realidad, este mundo detenido, como en suspenso, hace difícil el sostén de la ficción. En tiempos de cuarentena, en tiempos de mundo patas para arriba, este imaginar de los adultos se hace imperioso. Si no pueden atravesar lo siniestro de la realidad que nos toca vivir, no podrán sostener el juego de los niños; el peligro es, entonces, que el ‘Siniestro Coronita’ ocupe su lugar».

Una encuesta realizada por Unicef Argentina concluyó que casi la mitad de los adolescentes piensa que ellos o algún miembro de sus familias puede enfermarse de Covid-19. Un 22,5% manifestó sentirse asustado; el 15%, angustiado; y el 6,3%, deprimido. Gran parte de las sensaciones de niños y niñas pueden verse como un testimonio a través de la función dialéctica que tienen los dibujos infantiles. Animales encerrados en un volcán, la vida a través de la ventana, o la nena que le dibuja una rata a su madre después de que ella le mostró un video educativo acerca del covid–19, para decirle a su madre «no te hagas la rata, no te ausentes». «Sostengamos la ficción y escuchemos», puntualiza Benenati, y añade: «Lejos de un pesimismo masificado que aloja fantasmas tales como que el encierro los enloquecerá, o que los chicos regresan a estadíos previos del desarrollo, propongo tener en cuenta que los mejores apuntadores de las verdades son efectivamente los hijos. Este momento de cuarentena puede ser una oportunidad para escucharlos».

Aquí y ahora

La psicopedagoga Gabriela Dueñas opta por hablar de «cuarentenas», en plural, porque «no todas las infancias están en las mismas condiciones de vivir esta cuarentena, de los que tienen un clima familiar violento respecto de aquel otro con adultos a cargo medianamente saludables». Y acota: «Paradójicamente, los que están presionando hace ya semanas para flexibilizar la cuarentena, apelando a la supuesta necesidad de los niños de salir, son las familias de clase media. Tuvimos padres que nos llamaron porque al querer sacarlos a la calle los niños se atemorizaban mucho y lloraban. No entendían por qué, si tienen que quedarse en casa, los hacían salir».

Doctora en Psicología y licenciada en Educación, Dueñas aclara que el encierro no es saludable, «y aparecen situaciones de agotamiento, angustia o tristeza, porque perdieron la rutina de la escuela, los amigos, el deporte, los cumpleaños, y si no pueden decirlo con palabras pueden acrecentarse conductas regresivas, por ejemplo en los que ya habían controlado esfínteres, pero esto es absolutamente esperable en este contexto inédito, y donde lo que está en juego es la vida. Los niños no están siendo escuchados, hay que dejar que se expresen, y son los adultos los que están más angustiados e intolerantes»Por eso, primero hay que contener, orientar y acompañar a los adultos, que son los que están más angustiados e intolerantes, y que no soportan convivir las 24 horas con los hijos: «Si algo desnudó la pandemia es cómo se vive en determinados sectores sociales, donde se tiene a los chicos todo el día fuera del hogar con agenda completa, sin compartir el tiempo».

Para la licenciada en psicopedagogía Carolina Cortez Pizarro, coordinadora zonal en un centro de integración escolar de CABA, «han cambiado las rutinas, tiempo de sueño y vigilia, distribución de tiempo de recreación, ocio y realización de actividades de tareas escolares». Y comenta que «en muchos casos no es posible ni la video llamada del niño con sus terapeutas, ya sea porque los tiempos de atención son muy cortos o porque no los motiva el contacto por una pantalla con alguien del otro lado, por eso el trabajo con los padres es fundamental».

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(Foto: Mariano Martino)

Pantalla de un mundo nuevo

«Se ha limitado el tránsito de los cuerpos, con lo cual se ve modificado el lazo social –remarca Benenati–. La comunicación se pretende sostener con la virtualidad que la tecnología nos aporta. No olvidemos, sin embargo, que este acceso a las pantallas de todo tipo no es homogéneo, tiene amplias diferencias en relación a las condiciones socioeconómicas en que moran los habitantes de nuestro país».

Un hábito que ya venía en ascenso los últimos años se exacerbó con el aislamiento: el uso de las pantallas, que aumentó un 82% durante la cuarentena, de acuerdo a datos de IAE Business School y Unicef. A los beneficios del acercamiento o la distracción, se contraponen «efectos colaterales», desde la ansiedad hasta ciberbullying. Si se modifican los lazos sociales y la vida online es inevitable, entonces, hay que buscar que sea junto a un adulto y aprovecharla como instancia de aprendizaje. «Es difícil seguir los consejos de la OMS sobre las dos horas diarias frente a una pantalla. Pero debemos saber delimitar una rutina de horarios establecidos, y ofrecer otras alternativas recreativas, como juegos de mesa, cocinar, armar objetos reutilizando material reciclable. El trabajo con los padres es fundamental, por ejemplo con una agenda visual, compuesta por imágenes que representan lo que se hará durante el día», sugiere Cortez Pizarro.

Algunos consejos al momento de jugar: ser flexibles para cambiar lo planeado; construir el momento con ellos; divertirse a la par; comprender y acompañar en las emociones. Los libros infantiles también son clave, aunque recién en los últimos días se abrió el panorama para deliverys o plataformas digitales. María Fernanda Maquieira, directora editorial de Loqueleo Santillana, apunta que los libros «los libros son juego, imaginación y libertad, pero también pueden convertirse una tabla de salvación en momentos de angustia y crisis. Son un recurso sólido y alternativo al exceso de información y de horas de pantalla. Son un espacio y un tiempo otro, donde es posible entrar y salir de la realidad circundante de la mano de la ficción».

El día después de mañana

El mensaje lo publicó una madre en el WhatsApp de familias y docentes de 5° grado de una escuela de Lomas de Zamora: «Discúlpenme, señoritas, voy a salir del grupo. Es traumático y en lugar de unirnos nos aleja como familia, no logramos que hagan las tareas. Son muchas, y además nuestros trabajos, y los gastos, y ya bastante tienen con el encierro. Perdón, pero más no podemos».

El tiempo escolar a distancia es lo más problemático para las familias. De acuerdo a la encuesta de Unicef, en el 81% de los hogares los chicos tienen actividades escolares. Sin embargo, casi el 20% no posee Internet, y el 40% carece de acceso a un dispositivo. No sólo perdieron el contacto con la escuela y los docentes, sino también con los compañeros, con lo colectivo.

El ministro de Educación, Nicolás Trotta, ya anticipó que la vuelta será escalonada y a largo plazo. Las evaluaciones serán otro gran tema. Distritos como CABA ya decidieron que haya una «valoración pedagógica» de cada chico. En un país tan desigual, con una brecha digital acentuada los últimos años con el cierre de programas como Conectar Igualdad, las autoridades no podrán hacer la misma consideración para trayectorias pedagógicas tan disímiles. ¿Los chicos pasarán de año sin ser calificados? Será otro debate, que quizás desemboque en otra protesta contra el comunismo.»

Sin televisión para hablar del virus

“Para los chicos, al igual que para los adultos, la pandemia ha irrumpido en sus vidas de manera abrupta, generando incertidumbre, y eso los adultos cuidadores, de manera amorosa, deben tenerlo en cuenta”, expresó días atrás la pediatra Gabriela Bauer, titular de Salud Perinatal y Niñez del Ministerio de Salud de la Nación, en una de las clásicas conferencias de prensa matutinas lideradas por la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, donde se computan los casos confirmados de Covid-19 pero también se abordan otras aristas de la lucha contra la pandemia.

Bauer hizo hincapié en cuidar a niñas y niños de los contenidos no aptos, o no recomendados, que se transmiten en la televisión sobre el nuevo coronavirus y la enfermedad que produce. “En ese momento apagamos el televisor o los llevamos a otro ambiente para dedicarnos al juego y la distensión. Les damos información dosificada: con una vez al día alcanza para hablar del tema. Ellos pueden estar preocupados por si se enferma un adulto, el abuelo o la abuela”.

La pediatra recomendó compartir el momento de la comida entre todos e intentar realizar algún tipo de actividad física, como el baile, cuando hay poco espacio. Y aconsejó a los adultos que se queden en casa y que se permitan jugar: “Dejen los celulares y la televisión por un rato, tírense al piso y jueguen con los chicos”.


Rutinas para la contención

Desde los Equipos de Orientación Escolar de jardines públicos de la Provincia de Buenos Aires explican que «la sensación de ‘no saber ni entender qué está pasando’ puede expresarse con miedo y desconcierto; por lo tanto, resulta necesario que estemos disponibles y receptivos a las emociones que manifiestan niños y niñas. Por eso, en este momento es fundamental acompañarlos mediante la palabra, que puedan comprender su realidad actual, explicar de forma breve, con palabras sencillas y claras, por qué, por el momento, no debemos salir de casa. Hablando en positivo y resaltando el valor de cuidarnos entre todos y todas». Evitar información innecesaria que genere temor y sostener rutinas que den orden, seguridad y contención: mantener horarios para el baño y la alimentación, no quedarse en pijama todo el día, seguir en contacto con los afectos a través de videollamadas, buscar equilibrio entre actividades libres, las escolares y las tareas del hogar, sin presiones ni enojos. «Quedarnos en casa no significa quedarnos quietos». Y sobre todo, hacerles saber que esta situación no durará para siempre.


Pakapaka

En vistas a «extremar las medidas sanitarias de prevención y contener emocionalmente a los niños y las niñas», el canal Pakapaka lanzó Ventanas al Mundo: una convocatoria para armar un mural virtual con los dibujos y pinturas de chicas, chicos y artistas plásticos: «Esta campaña intenta romper el miedo y la ansiedad, y abrir las ventanas para contar cómo se ve el mundo desde donde vivimos». El objetivo final es el montaje de un mural virtual con todas las obras recibidas, de modo de ofrecer una mirada distinta del aislamiento. Los chicos pueden enviar las imágenes con el asunto “Ventanas al mundo” a [email protected].


Espacios comunes

La legisladora porteña María Rosa Muiños (Frente de Todos) presentó este jueves un proyecto de ley que busca permitir el uso de los espacios comunes al aire libre, como terrazas y patios de edificios y complejos habitacionales con delimitación cerrada respecto del espacio público, a partir de la confección de un cronograma organizativo, «con el fin de fortalecer la salud de adultos y niños, deteriorada por el encierro prolongado».