El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, instó hoy a los países ricos a abandonar un enfoque de “primero yo” y a apoyar la exención temporal de los derechos de propiedad intelectual de las vacunas que se debatirá la semana que viene, en el aniversario de la declaración del coronavirus como pandemia.

Mientras que en 49 países de ingresos altos y medios se han distribuido 39 millones de dosis de vacunas, en un solo país de ingresos bajos apenas 25 personas han sido inmunizadas, informó el director de la agencia de la ONU para la salud. Sus palabras resonaron como un llamado de atención sobre la inequidad en la distribución de las vacunas que tanto se ha luchado por evitar a través del Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19 (COVAX), una iniciativa que está siendo obstaculizada por contratos bilaterales entre compañías y naciones ricas.

Durante el mes de enero, el funcionario de la OMS ya había advertido que el mundo está “al borde de un fracaso moral catastrófico respecto a la distribución equitativa de las vacunas contra el COVID-19” y que el costo de dicho fracaso “se pagará con vidas y medios de subsistencia en los países más pobres del mundo”. En esa oportunidad Ghebreyesus denunció que incluso aun cuando defienden el acceso equitativo, “algunos países y empresas continúan dando prioridad a los acuerdos bilaterales”, evitando de esa forma la puesta en marcha de una iniciativa para “garantizar un acceso equitativo a las inmunizaciones”.

“Esto está mal. La situación se ve agravada por el hecho de que la mayoría de los fabricantes han priorizado la aprobación regulatoria en los países ricos donde las ganancias son más altas, en lugar de presentar expedientes completos a la Organización Mundial de la Salud. Esto podría retrasar las entregas de COVAX y crear exactamente el escenario que fue diseñado para evitar, con el acaparamiento, un mercado caótico, una respuesta descoordinada y una disrupción social y económica continua”, dijo.

Ghebreyesus  agregó entonces que el enfoque de “yo primero” no solo deja en riesgo a las personas más pobres y vulnerables del mundo, sino que también es contraproducente, y, en última instancia, acciones de ese tipo solo prolongarán la pandemia, las restricciones necesarias para contenerla y el sufrimiento humano y económico.