Por eso, desde 1979, cada 30 de noviembre se celebra el Día del Teatro y a partir de 2010 la efeméride sumó al teatro independiente, más de 200 en Buenos Aires y miles en todo el país. En más de cien salas ayer las representaciones costaron 100 pesos. Nada casualmente la Fundación SOMI, que desde diciembre de 1990 administra artística y económicamente al Teatro del Pueblo, eligió las inmediaciones de aquella fecha para dar inicio a la nueva vida de esta sala icónica e irremplazable, ahora con terreno, edificación a nuevo y nombres propios.
En 1930 los entretenimientos principales tenían vínculo con los tres berretines de los porteños: tango, fútbol y cine. Un año antes comenzaron a exhibirse las primeras películas sonoras, pero desde el tiempo de las mudas, ya había un público muy cinéfilo. En esa temporada el sainete de Alberto Vacarezza El conventillo de la paloma alcanzó las mil representaciones continuadas. En su tiempo, a la manera de los pregoneros del siglo XVIII, el propio Barletta invitaba a entrar al público a campanazo limpio. Debido a esto, en una de sus reaperturas (tuvo tantas como cierres) y clausuras, en 1987 la sala de la Diagonal Norte 943 se llamó Teatro de la Campana. Luego de sortear algunos impedimentos legales, en 1996 pasó a denominarse como Barletta había decidido. Ese lugar tenía que ser libre, de arte, político, independiente, definitivamente del pueblo.
La inauguración de todo edificio importante incluye la ceremonia del corte de cintas. En esta casa de artistas, el protocolo varió, para acercarlo a la historia de la sala. A las 13:20 del viernes sonó insistentemente la campana, que también estaba en la sede anterior y que, como símbolo, se mantiene en el pasillo de entrada, un aviso que libró a los invitados la posibilidad de recorrer el lugar. Actrices y actores, autores y periodistas, directores, empresarios y pocos funcionarios (el músico Ángel Mahler en condición de ex; el ministro de Cultura porteño, Enrique Avogadro) y público general, desbordan la sala grande y escuchan una detallada travesía histórica a cargo de Roberto Perinelli. El 6 de septiembre de 1996 abrieron con la obra Trátala con cariño, de Oscar Viale, una puesta en ese entonces financiada por Carlos Rottemberg. Desde entonces estrenaron 334 piezas, todas de autores argentinos. Roberto Cossa, presidente de la Fundación, toma la palabra y se remite al origen. Fue en una reunión de comisión directiva, cuando otro integrante, Raúl Brambilla pronunció una frase que en ese momento sonó a humorada o a disparate: “Tendríamos que construir un teatro”. Hace unos cuatro años cuando el propietario de los tres subsuelos de Diagonal y Suipacha (el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos) le solicitó la devolución del local, iniciaron la búsqueda de un nuevo lugar. Lo encontraron en un galpón, en el Abasto, que también supo ser un teatro llamado Puerta Roja. Un video muestra el desolador estado en que tomaron el lugar y cómo el estudio Miranda de arquitectos y Marcela Inda, a cargo de lo técnico y administrativo, lograron una fabulosa transformación.
Roberto Cossa cuenta que, en las semanas recientes, mientras se resolvían los detalles finales, la expresión que más escuchó fue: “Esto es un milagro”. Y acuerda con que algunos de esos milagros fueron la ayuda recibida por numerosas instituciones públicas y privadas, por nuestra nunca desmentida solidaridad y por la energía de ese fenómeno único en el mundo que es el teatro independiente argentino. En la sala, sentados, lo escuchan dos grandes. Uno de la escena, Pepe Soriano, con años más disimulados que cumplidos y deseoso que llegue la fecha de estreno de su próxima temporada teatral en Carlos Paz. La otra, de los Derechos Humanos, la madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora Taty Almeida. «Me siento parte de este teatro – le dice a Tiempo Argentino – primero porque tiene la impronta de aquel Teatro Abierto que se le plantó a los milicos. Y además porque este teatro y yo somos mellizos: el año que viene cumpliremos 90 años». Cossa la señala y dice que «en cualquier reunión en que haya un pañuelo blanco todo crece y se dignifica». En el momento del video que retrata la transformación edilicia y la puesta en valor la emoción es general. Basta ver a Alejandra Darín, a Oscar Barney Finn, a Adela Montes, a Osvaldo Quiroga, a Mariano Cossa, a Sebastián Blutrach, a Nora Lafón, a Manuel Vicente, entre cientos de invitados. No es para menos. La cultura de esta ciudad no era la misma sin el Teatro del Pueblo. Volverá a funcionar con público a partir de febrero del 2020. En la sala grande, llamada Carlos Somigliana con capacidad para 110 espectadores, están previstos siete estrenos; en la más chica, la Teatro Abierto, de 55 butacas se presentarán ocho piezas. El sueño de Barletta y de muchos intelectuales de su tiempo, como Roberto Arlt, Raúl González Tuñón, Álvaro Yunque, Elías Castelnuovo, Nicolás Olivari, Facio Hebequer, Abraham Vigo ya es una realidad en Lavalle 3636, el barrio del teatro independiente, donde en pocas manzanas hay 22 salas.
…porque el pueblo se lo ganó.
La Fundación SOMI está integrada por Roberto Cossa, Héctor Oliboni, Bernardo Carey Roberto Perinelli, Raúl Brambilla, Adriana Turzi, Mariela Asensio, Andrés Binetti. Durante el acto recordaron a Marta De Grazia, Carlos Pais y Eduardo Rovner.