La investigación de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) sobre la actividad de Mariano Martínez Rojas determinó que el correntino denunciado –varias veces– por estafador puso en circulación, a través de sus cuentas bancarias y las de empresas con las que estaría involucrado, cerca de 200 millones de pesos, de los cuales una gran parte fue transferida a firmas radicadas en la ciudad de Hong Kong, en la República Popular de China. Para el organismo, “estas operaciones resultan suficientemente representativas de un alto riesgo de posibles maniobras de legitimación de capitales ilícitos”.

Los fiscales Gabriel Pérez Barberá y María Laura Roteta remitieron a la Cámara Federal los resultados de la investigación que comenzó luego de la denuncia de Claudio Belizán, quien aseguró haber transportado paquetes, mochilas y bolsos con sumas millonarias de dinero mientras trabajó como chofer de Martínez Rojas, entre octubre de 2014 y agosto de 2015 (ver recuadro).

En base a sus dichos, la Procelac dispuso llevar adelante una serie de medidas destinadas a determinar la verosimilitud de la denuncia y detectar la posible comisión del delito de lavado de activos de origen ilícito, tanto de Mariano Martínez Rojas como de sus presuntos socios.
Con esa premisa, la Unidad de Información Financiera (UIF) detectó un total de once operaciones sospechosas. En todas se repite la misma conclusión: la naturaleza de los movimientos que el cliente canaliza en su cuenta bancaria no se condicen con la actividad declarada. Tampoco pudo determinarse el vínculo con la empresa del exterior.

Entre las operatorias analizadas están las de la firma Issel SA, que entre enero y abril de 2014 realizó depósitos por más de 10 millones de pesos, destinando luego 7 millones a la compañía ELM GG Limited, con sede en Hong Kong, y las de Vinkem SA, que entre enero y abril de 2015 transfirió a la misma firma en China el 69% del total de sus movimientos (unos 15 millones de pesos).

Luego de analizar estos datos, la Procuraduría aconsejó un seguimiento especial sobre Martínez Rojas (a raíz de eso se supo que registra múltiples salidas del país, principalmente hacia Paraguay y los Estados Unidos y, en menor medida con destino a Brasil y Uruguay), su padre Juan Carlos Martínez, el ciudadano surcoreano Sung Ku Hwang (presunto socio del correntino, que se dedicaría a la venta de telas en un local ubicado cerca del cruce de las avenidas Rivadavia y Nazca, en el barrio de Flores) y sobre el resto de las personas físicas y jurídicas implicadas por «hallarse ante la posible comisión de un delito de acción pública». Por eso, concluyó el organismo, «se solicita una investigación patrimonial profunda y amplia, que ahonde sobre la actividad de los mencionados».

Para los fiscales de la Procelac, “más allá de desconocer cuál es la real titularidad y el origen concreto de los fondos manipulados en cada una de las operaciones financieras bajo sospecha –y las nuevas que pueden conocerse en el curso de la investigación–, lo cierto es que existen indicios suficientes para interferir que las personas físicas y jurídicas indicadas habrían canalizados activos de terceras personas que, mediante ese mecanismo, lograron permanecer ocultas frente a los organismos de contralor, facilitando con ello la introducción en la economía formal de fondos de origen desconocido, que podrían derivar de actividades ilícitas”.
El informe remitido por la Procuración a los camaristas concluye que las operaciones de Martínez Rojas “llaman la atención por su notable cantidad, lo que deja a las claras que se está ante un caso de criminalidad económica genuinamente grave”. «

El chofer que era «recaudador»

De acuerdo a la denuncia, en un principio al chofer Claudio Belizán le llamó la atención que su jefe, Mariano Martínez Rojas, cambiara de auto cada 15 días. Después, contó, se dedicó a acumular kilómetros manejando, por ejemplo, desde las cocheras del Hotel Hilton en Puerto Madero hasta el Bajo Flores, o de la sede de la Bolsa de Comercio hasta un country en el partido de Tigre, volviendo cada noche a la oficina 230, en el segundo piso del Museo Renault, llevando –y custodiando–, varios fajos de billetes. Por ese pasado reciente se autoproclamó «el recaudador de Mariano Martínez Rojas».