La noticia amarga: el jueves 12 remataría Radio Rivadavia. La imagen rebota en la memoria con la dicotomía de la nostalgia y del aroma de tostadas matinales. La Spika en el oído, en la cancha, en la almohada o en el patio, clavada siempre en el 630 del dial. O la valvular sobre el estante y la abuela que conmina: «Poné Rivadavia».

Muebles Díaz se estableció en Sarmiento 1117 en un edificio de diez pisos que el inmigrante valenciano Rafael Díaz hizo construir en 1927. Para difundir los avisos comerciales, dos años después creó «LOK Radio Muebles Díaz». Ubicó las antenas sobre un chalecito construido en las terrazas. Anunciaba sus productos; alternaba con música. Al año siguiente pasó a denominarse «LS5 Radio Estación Rivadavia». En 1932, adquirida por Splendid, se trasladó Callao 1526. En 1958 se mudó al «templo de la calle Arenales», en el 2467, donde sigue peleando la subsistencia.

Poco después arrancaban los años dorados de la radio. Rivadavia peleaba la gran audiencia con El Mundo, Continental y otras pocas. Por sus micrófonos arrasaba la potencia de próceres como Héctor Larrea y su Rapidísimo, el Fontana Show del enorme Cacho, o La vida y el canto, del inefable Tony Carrizo. Fue la emisora líder durante décadas. El propio Larrea la define: «Era una deleite escucharla, era celebrar la radio, poder trabajar en ella. Era fácil hacer una radio tan popular si en el pasillo te encontrabas con Antonio Carrizo que te invitaba a tomar un café. Y al rato venía Cacho. Con ellos podías hablar de los más diversos temas. Hasta que caía Muñoz, el señor fútbol. Rivadavia era todo eso. Contribuyó para que hubiera una radio mejor».

Acompañaba un clásico: El Rotativo del Aire que, con su característica cortina, desde 1958 estableció un nuevo sistema de cobertura periodística, bajo  el slogan «Al servicio de la verdad». Pasaron figuras emblemáticas: Fernando Bravo, Orlando Marconi, Juan Alberto Badía, el Muñeco Mateyco, Alejandro Dolina, Pepe Eliaschev, Enrique Llamas de Madariaga, Ruben Aldao, Eduardo Colombo, Magdalena Ruíz Guiñazú y Mónica Guitiérrez, entre tantísimos. Omar Cerasuolo tuvo dos ciclos inolvidables como Los intérpretes y el emblemático El tren fantasma. Orlando Aguilera fue operador allí por más de 35 años, cuando cada publicidad se grababa en un acetato: fue uno de impulsores del cambio de la forma de pasar música y de la artística de las AM. Para él fue la «Madre de todas las radios».

Un especialista como Carlos Ulanosvky relata: «La radio fue muy castigada por la llegada de la tv. En los comienzos de los ’60, se presagiaba su final. Pero los tanques, la Oral deportiva y los magazines no sólo la resucitaron y le dieron empuje para una vida muy fructífera, que perdurará por años».

Y aun en tiempos en que se apaga la fiebre mundialista, cómo no recordar una radio emblemática para el deporte. Que Lalo Pellicari se encargaba de los deportes hasta que Edmundo Campagnale junto a periodistas de Crítica creó la Oral deportiva, en 1933: Bernardino Veiga, Luis García del Soto, Washington Rivera (fútbol), Ulises Barrera,  Boris Sojit «Córner» (boxeo), Alfredo Aróstegui , Luis Elías Sojit (autos) fueron las principales figuras que la establecieron como la Radio del Deporte.

Aun antes de que surgiera El Gordo. En el ’58 murió Campagnale: se hizo cargo José María Muñoz con sus contradicciones. El creador del peligro de gol inventó las modernas transmisiones radiales, aun con su pobrísimo vocabulario. Trabajador obsesivo, pretendió conducir el programa desde la clínica, internado y agonizante. Bonachón y solidario, se prendía en cuanta campaña solidaria hubiera. El oficialista empedernido, de las campañas desde la Antártida. El defensor de la dictadura que gritaba que ‘los argentinos somos derechos y humanos’ y que ‘no vamos a permitir esa campaña de difamación contra el país’. Factótum mediático del Mundial ’78, perdió la discusión por los papelitos con Clemente. Por el mismo micrófono que propaló las voces de deportivas de Horacio García Blanco, Ernesto Cherquis Bialo, Bernardino Veiga, Pepe Peña, Enzo Ardigó, Borocotó, Félix Frascara, Roberto Ayala, Dante Zavatarelli, Osvaldo Caffarelli, Julio César Calvo, Néstor Ibarra y Julio Ricardo, entre tantos y tantos. Ese micrófono por el que en 1960, Isidro González Longhi y Andrés Rouco comenzaron el mítico Carburando.

Hoy la Oral copa el dial con una cuota futbolera que intenta disimular el desmoronamiento de una radio que acompañó, como otras, lejos de Rusia, a un racimo que pudo abonar el abultado cachet FIFA para trasmitir la Copa. En febrero, Eduardo Martín Rodríguez Flores comenzó el vaciamiento de Radio El Mundo, como ya lo había hecho con Radio Chaco. Continental, líder hasta hace poco, ahora rema y trastabilla. Nacional fue derrumbada casi ex profeso hasta alcanzar niveles mínimos. Otras, como América, R&P, Splendid, desaparecieron o están en proceso. Hace horas se anunció el desguace de Blue. En todas, la sangría de trabajadores hizo estragos.

Para el jueves 12 está previsto el remate de las instalaciones y la marca de la histórica Radio Rivadavia. La licencia está en cuestión. Los trabajadores el piden al juez Horacio Robledo y al Enacom que resguarden los puestos de trabajo. Uno de los delegados, Osvaldo Bergalli acusa a la sindicatura –se hizo cargo en noviembre cuando huyeron los exdueños– de «no parar de generar deudas», mientras paga en cuotas el sueldo de noviembre(!) a los 90 empleados. Otras fuentes abren la sospecha de que el remate, con una base de u$s 12 millones, no es sino una treta para facilitar el desembarco barato del grupo Vila. Es más, hasta anoche había gestiones para impedir o al menos posponer el remate, aunque los requisitos son intrincados.

La radio superó mil y un augurios de desaparición ante la potencia audiovisual de otros medios. Resiste la modernidad y se sigue escuchando en sus versiones AM o FM, por los tradicionales aparatos, o por las alternativas cibernéticas que otorgan las app. Tal vez le sea más compleja la resistencia ante los empresarios inescrupulosos.  «