La pérdida del pelo suele estar comúnmente asociada al paso del tiempo: los «viejos pelados». Sin embargo, ocurre cada vez en personas más jóvenes, como un signo de cómo se vive actualmente: estrés, tipo de alimentación y hasta el uso de excesivo de gorras, figuran entre los principales factores. Para tomar una dimensión: se caen entre 50 y 100 cabellos por día.

Desde el Hospital de Clínicas emitieron un informa donde aseguran que se piensa a este flagelo como mucho más frecuente en los hombres luego de los 40 años, pero existen muchos factores que favorecen la pérdida de pelo en la zona del cuero cabelludo.

“Es normal que el pelo se caiga y si bien la gente suele asustarse cuando lo empieza a detectar, la caída en sí no es considerada una enfermedad. En promedio, se caen entre 50 y 100 cabellos por día, número que puede aumentar si la persona se peina, pasa la toalla fuertemente después de la ducha o se ata y tracciona el pelo”, afirma Ariel Sehtman (Matrícula Nacional 82.978), médico dermatólogo de la División Dermatología del Clínicas.

“De todas maneras, el cabello se cae y las causas más comunes están relacionadas al estrés, la ansiedad, los nervios y, en casos muy puntuales, a la ingesta de medicación oncológica –continúa–. La diabetes, los problemas de tiroides, la anemia y la falta de hierro, entre otras causas, también contribuyen a la caída del cabello. Así como existen factores genéticos y hormonales que determinan la caída del cabello, las dietas veganas y vegetarianas por su falta de proteínas y vitaminas también son causales. Siempre se aconseja en estos casos tomar suplementos vitamínicos indicados por médicos”. 

La dieta es uno de los principales factores. En enero de este año se difundió un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Tsinghua, en Beijing (China), publicado en la revista Nutrients: los hombres que consumen una bebida azucarada diariamente incrementan el riesgo de perder pelo en un 57% en comparación con aquellos que la evitan.

En España, artículos científicos aseguran que la alopecia ya afecta al 20% de las mujeres y es un problema que puede comenzar en la adolescencia, etapa en la que comienzan los cambios hormonales. Sostienen que el 40% está preocupada por esta situación, que mezcla desde situaciones de estrés y falta de sueño hasta ambientales y manipulación excesiva del cabello y de los aparatos «de calor».

“Al igual que ocurre con la piel, la exposición sostenida al sol, provoca daños en el pelo. Lo quema, lo deshidrata, hace que pierda flexibilidad, la estructura del pelo se debilita, se vuelve quebradizo, se parten las puntas, se pierde color…”, explicó semanas atrás a la prensa Sergio Garré, del laboratorio farmacéutico argentino Garré Guevara, que fabrica la línea Eco Hair. Son productos elaborados con patente del Conicet basados en un novedoso desarrollo local que combina jarilla (planta autóctona argentina) y café descafeinado orgánico.

“Son productos que nutren el bulbo capilar, que detienen la caída del cabello, controlan visiblemente la caspa y fortalecen el pelo –agregó–. Hay que minimizar o directamente evitar los tratamientos de peinado con calor y químicos. Secarte con toalla, en lugar de usar un secador de pelo». Demostró una eficacia del 85% e incluso es utilizado para tratamientos con quimioterapia.

La caída del pelo en general es asintomática. El único signo de que el pelo empezó a caer es encontrarlo en distintas partes de la casa, la oficina o que se acumule en las duchas. Hasta puede llegar a asustar o a afectar psicológicamente a la persona, sobre todo si es a temprana edad, llegando a generar angustia, depresión o hasta fobia social.

En ocasiones, el cuero cabelludo puede picar. «La más común en el mundo es la alopecia androgenética y es motivo de consulta en más personas y en cada vez más jóvenes, en los hombres a partir de los 20 años y en la mujeres entre los 45 y 50 cuando comienzan con la menopausia”, advierte Sehtman.

Más allá de la edad en la que ocurren este tipo de consultas, indica que existe la “medicalización” de cuestiones normales de la vida como envejecer, tener arrugas o canas, adelgazar, engordar o que se caiga el pelo: “son cosas naturales que la sociedad toma como una enfermedad, por eso existen tantas consultas y mercados para el pelo. No hay persona que no consulte por la caída del pelo alguna vez en su vida”. 

Respecto a las sentencias sobre la caída del pelo, plantea que una de las más famosas es sobre el uso de gorra o casco, que te deja pelado «si bien no es así de lineal, existen casos de personas que tienen un cuero cabelludo con dermatitis seborreica, es decir, exceso de grasitud en la zona, lo que sí puede favorecer la caída del pelo. Esto modifica el ecosistema del cuero cabelludo, ya que genera picazón. Otro mito, más común entre las mujeres, es que no deben lavar su pelo con shampoo todos los días, ya que esto debilita el cabello, lo cual no es así porque el shampoo está hecho para ser utilizado todos los días. Por otro lado, no existen shampoos específicos que hagan crecer el pelo, lo que hacen estos productos es mejorar la cosmética capilar”.

Según el experto, depende de cómo sea el patrón de caída de cabello, se toma una estrategia de tratamiento distinta: suelen ser dos etapas. En la primera se busca frenar la caída del pelo; y la segunda, que ocurre de 6 a 8 meses después, es hacer crecer el pelo. A veces, aunque no se logre esto último, detener la caída es muy importante”.

Ahora bien, ¿Qué tenemos que hacer cuando notamos que el pelo cae? Lo primero: no asustarnos. “Si bien no existe un análisis de sangre que te diga por qué se está cayendo el pelo, consultar con un profesional, revisar el historial médico y analizar el patrón de caída de pelo resultará crucial para poder evaluar un tratamiento”, recomienda Sehtman.

Y brinda un consejo general: “Mientras más saludable y variado comas, mejor vas a tener el pelo, las uñas y tu salud. La falta de proteínas y hierro pueden ser disparadores para la caída del cabello. En todos los casos, la primera consulta debe hacerse con un dermatólogo”. Porque, en definitiva, muchas veces la pérdida de pelo habla más de qué y cómo estamos viviendo que del propio cabello.