Punto de Paz, así se llama el restaurante cooperativo que un grupo de presos junto a víctimas de la inseguridad montaron en la unidad 15 de Batán, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB). El local de venta de comidas nace de una iniciativa de la cooperativa de trabajo Liberté -que está formada por detenidos- y la organización Víctimas por la Paz, cuyos integrantes sufrieron hechos de inseguridad y violencia.

Fueron víctimas de distintos delitos pero no piden el endurecimiento de las Leyes, mano dura, más patrulleros y cárceles: porque están convencidos, política y conceptualmente, de que la mejor forma de combatir la problemática es transformando las vidas de las personas que están en el encierro. Por eso, promueven acciones concretas de inserción y reinserción social que garantizan un cambio cultural positivo en las personas que están cautivas en el sistema penitenciario y en la comunidad cuando vuelven a sus barrios.

“Somos una organización integrada por personas que hemos sido víctimas de distintos delitos y violencias, la mayoría de nosotros padecimos hechos de inseguridad gravísimos”, contó Diana Márquez, escribana y coordinadora de la organización Víctimas por la Paz, a Tiempo. Continuó relatando que “respetamos mucho nuestro dolor, sabemos lo que es el dolor porque hemos pasado por ahí y lo transitamos”.

“En el caso del restaurante Punto de Paz, creemos que es una muestra más de la cantidad de cosas que hacemos para dar una respuesta a la comunidad”, sostuvo. El trabajo que realizan desde la organización muestra “que podemos trabajar todos juntos y reencontrarnos en la humanidad, porque en esta sociedad está perdida”, cerró Diana.

El restaurante Punto de Paz

El restaurante cooperativo fue inaugurado el primer sábado de septiembre de 2022 en la unidad carcelaria 15 de Batán, partido de General Pueyrredón. Para llegar al lugar hay que ir por la Ruta Provincial 88, que une a la ciudad de Mar del Plata y a 110 kilómetros con la ciudad de Necochea.

Los alimentos y bebidas que venden son suministrados por un supermercado que los detenidos montaron en el mismo penal. Todos los muebles del local fueron donados por la escribana Diana Márquez, víctima de la inseguridad.

Además, en el penal hay distintos microemprendimientos que fabrican jabones ecológicos, portatermos de cuero, bolsos de eco-cuero, plantines, huevos orgánicos y artesanías en madera. Los detenidos también armaron un bar y una huerta. En poco tiempo podrán comercializar todas sus producciones fuera de la cárcel. Si bien no pueden manejar dinero en efectivo, sí les permiten recibir transacciones por medio de una cuenta virtual.

Presos

“La inauguración del restaurante es el resultado importantísimo del trabajo que hacemos en conjunto con la organización Víctimas por la Paz”, aseguró a este diario Xavier Aguirreal, presidente de la cooperativo Liberté. “En este lugar los presos y sus familiares que los visitan pueden sentarse en una mesa como en cualquier local de la calle, pero con la diferencia de que  acá los atiende un mozo que también está privado de su libertad”, agregó.

“Ofrecemos comidas que las preparamos en una rotisería que desde hace un año funciona en el penal de Batán”, contó Xavier. Continuó diciendo que “se pueden pedir una pizza, sorrentinos con salsa y hasta un helado de postre. Sabemos que son cosas normales, pero que antes en los penales no existían”.

Cooperativa Liberté

La cooperativa Liberté nació en 2014, promueve distintas actividades para la inserción y reinserción social de los presos. Cuenta con el respaldo  de la Federación Argentina de Cooperativas de Crédito (FACC), que impulsó a que las personas que se encuentran en situación de encierro tomen el camino de la ayuda mutua, la solidaridad y el cooperativismo.

Después de haberse formado la organización de los detenidos, mostraron que ellos hacen un trabajo sostenido en el tiempo y generan valor. Finalmente pudo constituirse formalmente como una cooperativa de trabajo en 2021, con el apoyo de la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (CONARCOOP).

“Las personas que están en la cárcel tienen dos opciones; se convierten en indigentes o las mantienen terceros. Porque el Estado te provee ni lo mínimo e indispensable, como ser, un par de zapatillas, una remera, una frazada, un shampoo, o una maquinita para poder afeitarte”, explicó Xavier a través de su experiencia. Contó que en 2014, “me di cuenta que no quería ser mantenido por otras personas y tampoco un indigente”.

“Por eso me propuse crear este emprendimiento, para generar nuestros propios recursos. Tuvimos la suerte que entonces en el penal había un jefe de trabajo con sentido común y nos apoyó con este proyecto cooperativo”, reconstruyó Xavier. Al principio eran cuatro personas trabajando, “al poco tiempo ya éramos ocho”, recordó sobre los inicios. En la actualidad cuenta con doscientos integrantes y se trata de “la primera cooperativa de la región con el 100% del consejo de administración integrado por presos”.

Organización Víctimas por la Paz

“Necesitábamos mirar a la sociedad de una manera diferente y nos hicimos responsables de dar algún tipo de respuesta ante la problemática de la inseguridad. Porque para nosotros, por todo lo que vivimos, es evidente que todo lo que se viene haciendo para prevenir los delitos y las violencias no sirve”, aseguró Diana Marquez y subrayó que los resultados son negativos: “Todo lo contrario, generó más víctimas de distintos ámbitos de la sociedad, lo mismo pasa con las cárceles y el sistema penal”.

“Sabemos que esto implica una carga de complejidades. No lo queremos simplificar porque es muy complejo”, describió Diana a este diario. “Estamos convencidos de que para que el trabajo que hacemos sirva para producir un cambio verdadero tiene que ser con todas las personas y los presos también integran la sociedad”, aseveró.

“Desde nuestra organización pretendemos cambiar las cosas para vivir mejor, queremos que cuando las personas salgan de las cárceles tengan las herramientas para poder integrarse a la sociedad, en la que nosotros que resultamos víctimas de distintos delitos y violencias también vivimos”, expresó Diana. Pero para que algo mejore, “nosotros también tenemos que involucrarnos en eso, porque no podemos esperar a que los demás lo hagan por nosotros”.

Un cambio profundo

“Hemos sido víctimas de distintos delitos y violencias, sabemos que podemos volver a padecerlo otras veces en el futuro, pero tenemos la idea de que cometer este tipo de acciones inclusivas es la única manera de producir un cambio positivo en la comunidad, nosotros también somos parte de ese cambio” remarcó Diana Marquez. “Como víctimas de la inseguridad decidimos protagonizar nuestras vidas y llevar adelante las transformaciones que estén a nuestro alcance”, concluyó.

Los detenidos de Liberté también dictan varias capacitaciones sobre cooperativismo y sistemas de encierro, en las cuales participan 4 mil alumnos en forma virtual. Para su formación, la cooperativa Liberté contó con el respaldo de la Procuración Penitenciaria; Asociación Pensamiento Penal y del gobierno de la provincia de Buenos Aires.

presos

Xavier contó a este diario que el camino de construcción no fue fácil, “porque en la sociedad todavía persisten algunos preconceptos de cómo debe ser el rol que los detenidos debemos cumplir”. Continuó diciendo que tuvieron que atravesar “varios obstáculos para seguir adelante con la iniciativa cooperativista”.

“Con los primeros ingresos que obtuvimos a partir de ventas a las visitas que vienen a la cárcel, pudimos conseguir algunos recursos que nos faltaban”, recordó Xavier. Pero después vino la parte más difícil, “porque en el país  la mayoría cree que si los presos trabajamos es solo para hacer donaciones y no para generar dinero. También hay muchos penitenciarios que creen que le tenemos que regalar algo a ellos; tuvimos que luchar contra todas esas cosas”, finalizó.