“¿Querías tierra? ¡Comé tierra india de mierda!”. Así le respondió un cabo de la Prefectura Naval a Betiana Colhuan Nahuel. La tiró al piso para obligarla a comer tierra. Fue durantela madrugada del 23 de noviembre de 2017 en la comunidad Lafken Winkul Mapu de Villa Mascardi, provincia de Río Negro. Decenas de integrantes de esa fuerza de seguridad habían ingresado con una orden de desalojo del juez federal Gustavo Villanueva. 

Al igual que durante el procedimiento del pasado 4 de octubre, hubo golpes, maltrato y quema de sus pertenencias. Según contó María Nahuel, madre de Betiana, ella se negó a arrodillarse. Comenzó a hablar en mapuzungun, el idioma mapuche, y recibió la brutal respuesta de uno de los uniformados. Esto fue tomado como una afrenta hacia la machi, que estaba en pleno proceso de “levantarse” para convertirse en sanadora, en una guía espiritual. 

Hace casi cinco años, cuando Prefectura asesinó por la espalda a su primo Rafael Nahuel, los varones de la comunidad se refugiaron montaña arriba. Esta vez sucedió lo mismo. Betiana ya es mayor de edad y tiene un bebé de tres meses al que está amamantando.

El miércoles 5 por la noche estuvo a punto de ser trasladada, junto a otra madre mapuche que está amamantando, a una cárcel federal en Buenos Aires. 

La intervención de una de las abogadas de la comunidad, Laura Taffetani, y de la Defensora de Niños, Niñas y Adolescentes, Marisa Graham, lo impidió. Permanecieron en Bariloche. Cuatro de sus compañeras sí viajaron y están alojadas en la cárcel de mujeres de Ezeiza. Ninguna de ellas aún sabe de qué delito las acusan porque la jueza federal Silvina Domínguez dispuso el secreto de sumario. En la orden de traslado, a la que accedió Presentes, figuran “incendio, usurpación y atentado contra la autoridad”. Dos de las mujeres detenidas habían acudido a atenderse con Betiana, no son de la comunidad.

El rol de les machis en la comunidad mapuche

La historia de hostigamiento de las comunidades mapuches en la Patagonia va hilvanando episodios en el tiempo, nunca se detiene. De hecho, en octubre del 2014 la comunidad Colhuan-Nahuel fue allanada por la Gendarmería en el marco de una investigación por el ataque a un refugio de la zona. Su familia denunció ataques brutales por parte de esa fuerza. Betiana, una niña que aún no había comenzado su camino hacia ser machi, fue la fuente de periodistas locales. Narró que los uniformados habían arrastrado por el suelo a su hermano José, que sufre una discapacidad.

La o el machi puede tratar enfermedades con medicina tradicional, plantas y ceremonias. En otros pueblos originarios se les denominan chamanes o chamanas. Puede tener vínculos entre el mundo real y el espiritual, e incluso asesorar a los lonko (líderes políticos y comunitarios). Hasta el surgimiento de Betiana, para consultar una o uno había que ir a Chile, donde nunca dejaron de existir e incluso el sistema de salud formal los acogió en la década del ‘90 con servicios interculturales en las áreas del país donde hubiera población mapuche.

Durante la conferencia de prensa realizada el jueves 6 en la Universidad del Comahue para repudiar la represión y exigir la liberación de las detenidas, Soraya Maicoño expresó que «el único delito es ser mapuche, nuestra Machi es importante, hacía muchísimos años que no nacía alguien con ese rol. Los huincas (invasores blancos) saben lo importante que es, por eso la encerraron, nos quieren debilitar. Nosotros no vamos a las iglesias, pero ellos sí se meten en nuestro rehue (altar)».

100 años de ausencia

La recuperación territorial comenzó con el levantamiento del rehue de Betiana, tras un siglo de que no hubiera una machi de este lado de la cordillera, Puel Mapu. 

“La denominación que damos a todo el territorio ancestral mapuche es Wall Mapu –Argentina y Chile–, y cuando llega la Conquista del Desierto, denominada así por el Estado argentino, una de las tareas fue prender fuego vivas a las mujeres que se dedicaban a la medicina. En Argentina no había vuelto a nacer una persona que tenga la posibilidad de ejercer esa función comunitaria”, explicó Maitén Cañicul Quilaleo, comunicadora e integrante del colectivo mapuche Txafkuleiñ (Estamos unidxs) de Junín de los Andes (Lavaca). 

Betiana hizo un proceso de formación desde muy niña. “No solo implica conocer la medicina, o el lawen, decimos nosotros, que es hablar el mapuzugun, su idioma materno. También un montón de cambios en la vida cotidiana de la ciudad para ejercer este rol mapuche, tras la recuperación de su territorio días antes de que mataran por la espalda a Rafael Nahuel, su primo”, agrega. 

Criminalización 

Con del asesinato de Rafael Nahuel, el gobierno nacional de Mauricio Macri agitó la idea de la existencia de grupos violentos que ocupan territorios de forma ilegal. Organizaciones sociales, los organismos de derechos humanos, algunos partidos de izquierda y buena parte del pueblo mapuche insistieron con que la muerte del joven fue causada a la histórica actitud represiva del Estado hacia los pueblos originarios.

Ser machi no es una vocación o una elección. Surge como una fuerza imparable a partir de señales que pueden ser sueños o descubrir que se es capaz de curar con métodos ancestrales. 

Luego vienen años de preparación que implica, además, abandonar completamente la cultura occidental. En el caso de Betiana, le sucedió a sus 16 años, poco antes del segundo episodio represivo que padecería en su corta vida. 

La familia materna de Rafael Nahuel no adhiere a la recuperación de la ancestralidad y sus tradiciones mapuches, a diferencia de los Colhuan Nahuel que se convirtieron en uno de los grupos más combativos de Bariloche. 

Hay quienes pretenden denostarlos, incluso otras comunidades más en sintonía con el Estado, argumentan que vienen de la ciudad. 

Ellos, con orgullo, explican que abandonaron los barrios marginales donde la falta de oportunidades, la drogas y el alcohol eran las únicas opciones. De hecho, en estas lof los jóvenes no toman ni consumen sustancias porque dicen que necesitan estar lúcidos en su vida cotidiana.

El conflicto territorial

Entre el asesinato de Rafael Nahuel y el reciente procedimiento sobre la misma comunidad hubo mesas de diálogo. Los terrenos que reclama María Nahuel y su familia también son considerados como propios por parte de otra comunidad mapuche, la Wiritray, que tiene presencia en la zona desde hace varias décadas, maneja un camping y tenía vínculos con las autoridades de Parques Nacionales, el Gobierno macrista y con el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) de aquella administración.Cuando llevaron a Betiana a una de esas reuniones llevaba su ropa tradicional: un pañuelo en la cabeza y un vestido amplio y oscuro atado por una trapelakucha (prendedor metálico). Con sus 16 años y su joven rostro, habló poco pero firme.

El miércoles 2 de junio de 2021, un incendio intencional quemó la ruca (casa) de Betiana en el territorio recuperado de la Lof Lafken Winkul Mapu. La familia estaba en Bariloche y cuando regresó habían perdido todo, incluso elementos necesarios para el ejercicio de su rol espiritual tales como invaluables piezas de platería, vestimenta y su kultrung ceremonial que fueron consumidos por el fuego. Cuando denunciaron el hecho dijeron que había desconocidos acompañados por efectivos de Gendarmería y Parques Nacionales merodeando el lugar. Sin embargo, nunca fue esclarecido. Y ahora ella está presa acusada del mismo delito.

*Este artículo pertenece a la Agencia Presentes y es reproducido por Tiempo Argentino a partir de un convenio de publicación para difundir periodismo especializado y de calidad.