“´Ya vas a ver cuando venga tu padre´. Ese lugar común heredado muestra un tipo de rol paterno, vertebrado por tres elementos principales: la ausencia, la Ley y la Realidad. No estaba, ese padre; llegaba. Y su condición ausente posibilitaba que su cuerpo fuera la carne portante de una abstracción, la Ley. Ley, fantasía terrorífica y ordenadora; orden: mando y organización. Padre la traía del Afuera. Porque ese padre era la cuña, o la bisagra, que introducía el mundo social en el niño; el representante oficial del mundo Social en el mundo doméstico.” Así comienza Cachorro. Breve tratado de filosofía paterna de Agustín J. Valle, recientemente publicado por Hekht Libros. Estos tres elementos del «padre tradicional» eran la contrapartida del rol de la «mujer tradiconal». Pero las cosas han cambiado. 

Mientras la mujer, gracias a su lucha, ha adquirido un nuevo perfil, el del hombre parece desdibujarse o no estar a la altura de los cambios en el mundo femenino. Éste es el planteo fundamental del libro. ¿Cómo se puede ejercer hoy la masculinidad sin los prejuicios y las ideas prefabricadas que pesaron –y siguen pesando- sobre ella? La paternidad constituye un buen campo de observación para intentar respuestas a los interrogantes sobre las características de una nueva masculinidad –el autor habla de “masculinidades”- que sea afirmativa y potente, pero diferente de la caracterización que le dio la sociedad patriarcal. ¿Cómo ejercer la masculinidad sin opresión? “Las prácticas y los ánimos igualitaristas invitan a los varones a repensar nuestra consistencia. No está pensada una figura de varón y padre a la altura del movimiento de liberación femenina” sintetiza el autor. 

Lo que sigue es una suerte diario de la paternidad: observaciones sobre el desperezarse del bebé, la risa, la sonrisa, el amamantamiento, la partes del cuerpo…como si toda la historia de la especie se recreara en ese bebé que crece bajo la mirada atenta y presente del padre. En este sentido, el ensayo es también autobiografía, observación y reflexión «en vivo y en directo» para decirlo con una burda y repetida fórmula televisiva. El autor habla del nacimiento y desarrollo de su propio hijo (Jeremías) pero se asume como ser individual y social, como un hombre de hoy que es también todos los hombres de hoy.

En la observación se entabla una relación íntima, exclusiva, que se cree única porque tiene que ver con la experiencia subjetiva. Sin embargo, tal como lo marca Valle, en esa relación personal se repiten lugares comunes de todos los padres, porque la subjetividad misma tiene una matriz social. No se ama a un hijo –ni a ninguna otra persona- sin tener a mano un cliché transmitido a través de generaciones desde tiempos inmemoriales. “La cantidad de cosas de las que podés hablar con cualquier otro flamante padre, cualquiera de cualquier parte del mundo, es enorme y sorprendente de tan común, afirma el autor. Los bebés tienen los mismos llantos, las mismas carcajadas, los mismos gases…te encontrás un papá mexicano o ruso y, en parva de detalles, te encontrás. Cosas de la vida que se considera privada, resultan ser alevosamente comunes.”

En esta suerte de diario de paternidad presente, a diferencia de los libros que “enseñan” a ser madre –no hay muchos que enseñen a ser padre-  Valle no da recetas, no tiene respuestas para todos. Por el contrario, plantea interrogantes y toma la observación afectiva y cálida del bebé como una forma de ejercer la paternidad presente en los tiempos que corren. “Estamos viviendo un acontecimiento histórico, un desplazamiento, para el cual no hay guion establecido, dijo el autor en una entrevista. Este desplazamiento tiene que abrir, no solo la posibilidad de crítica a estas masculinidades violentas, sino también la posibilidad de contar masculinidades que se puedan afirmar, que no tengan vergüenza de sus fortalezas, porque violencia y fortaleza no son lo mismo. No sabemos bien cómo son esas masculinidades, hay que investigarlas. Una de las líneas de investigación, de experimentación de estas masculinidades nuevas consiste en la paternidad de cercanía, en la paternidad de presencia. Estas son las primeras generaciones en las que es tan masivo que ambos trabajen. Y de hecho fue también eso lo que hizo a la escritura del libro. Cuando la mamá de mi hijo empezó a trabajar a los seis meses, yo me quedaba muchos días enteros con él y en el momento de su siesta me iba a la terraza de mi casa a tratar de registrar lo que más me había sorprendido, de lo que había visto en ese momento.” 

Lo que transmite Cachorro es una visión con ojos nuevos o con ojos “ignorantes” –en el mejor sentido de la palabra- de lo que significa el nacimiento de un bebé y la convivencia con él en el día a día. De esta forma se va tejiendo un diario del deslumbramiento, el descubrimiento, la emoción y la ternura, sentimientos que hasta hace no tanto tiempo parecían pertenecer con exclusividad a la mujer. 

¿Qué es lo que moviliza el cambio operado en el campo femenino en relación con la paternidad? Según el autor, el abandono de la actitud de padre ausente, de padre que viene del afuera y que representa la Ley, de padre al que se le nota “la marca de la gorra”. La Ley se impone, lo que constituye en sí mismo un acto de violencia. El padre que hoy comienza a transformarse era –es- el que determina qué es la Realidad. Dice Valle en Cachorros: “Es padre era, además, agente del principio de Realidad: vas a ver cuando llegue tu padre implica que todo lo que ves mientras tanto no es visión verdadera. Sólo en su presencia la percepción alcanzará de manera inequívoca la versión última de las cosas; él realizará la realidad (disolviendo tus versiones ensoñadas…). Para el padre, entonces, los descubrimientos y creaciones del niño no forman parte de la realidad. El mundo del bebé –el mundo que el bebé va haciendo- no forma parte de lo verdadero. Puede ser fuente de ternura, pero no de conocimiento.” 

En Cachorro, la observación del bebé es también aprendizaje, conocimiento, autoconocimiento o reconocimiento en la medida en que el padre que observa ha sido un bebé que quedó olvidado en el proceso de volverse adulto. Quien busque fórmulas para ser un buen padre no las encontrará en este libro. A cambio, encontrará una reflexión lúcida y sensible acerca de la aventura de ser padre hoy y de lo que es necesario «desaprender» para ejercer una paternidad presente. 

Agustín J.Valle nació en 1981. Comenzó a estudiar Historia en la UBA pero el estallido del 2001 lo llevó a abandonar la carrera. Ignacio Lewkowicz y Diego Sztulwark fueron dos figuras fundamentales en su formación. Ha publicado Sólo las cosas, notas de subjetividad mediática y crónicas de naturaleza urbana y De pies a cabeza, ensayos sobre fútbol entre muchos otros libros.