Una nueva falla en una escuela porteña. A horas del inicio del ciclo lectivo cayó una mampostería en el colegio Bernasconi que terminó hiriendo al padre de una alumna. Tras el hecho, la comunidad educativa le envió una carta a la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña, reclamándole inversión para este histórico colegio porteño donde además hoy no está funcionando el servicio de agua.

A las 13.30 del mediodía del lunes, en el primer día de clases, en la entrada al patio que se encuentra a metros de la entrada al Instituto por la calle Cátulo Castillo, se desprendió un pedazo de mampostería (aparentemente, parte de una moldura histórica) que impactó sobre el padre de la abanderada de la Escuela Nº3 “Dr. Angel Golfarini”, en el Instituto Félix Fernando Bernasconi. El hombre debió ser trasladado de urgencia por el SAME a la guardia del Hospital Penna. 

Para dimensionar el tamaño del establecimiento, en su edificio funcionan dos jardines y cuatro escuelas: el jardín de infantes Común  Nº5, el Jardín de Infantes Integral  Nº10, las escuelas primarias Nº1, Nº2  (jornada completa), Nº3 y Nº4  (jornada simple), la Escuela de Adultos Nº 2, y la Escuela de Coro y Orquesta Athos Palma, todas ellas pertenecientes al Distrito Escolar Nº 6. 

Padres, madres, ex alumnos y docentes escribieron una carta a Acuña en el que sostiene que como edificio histórico (Monumento Histórico Nacional a partir del Decreto N° 756/2009), el Bernasconi requiere trabajos continuos de mantenimiento: “Hace muchos años que hay problemas edilicios que se solucionan por partes —si es que lo hacen— o espacios que dejan de usarse en lugar de repararse. Las molduras decorativas de todo el establecimiento son parte fundamental de aquello que requiere un trabajo continuo de mantenimiento, tal como se realiza en todos los edificios de esta antigüedad. El Gobierno de la Ciudad de Buenos es responsable legal por el mantenimiento preventivo y correctivo de este edificio, tal como lo establece la propia normativa de edificación de la Ciudad, y por tanto responsable de todo daño a la salud humana que se produzca por la desatención de su deterioro”. 

No se puede decir que sea algo sorpresivo o que no se haya alertado de los peligros edilicios del Bernasconi: la Auditoría General de la Ciudad durante el 2012 advirtió por problemas serios de mantenimiento, y la Defensoría del Pueblo porteña alertó entre los años 2015 y 2017 por obras inconclusas sobre la entrada de Cátulo Castillo y el inconveniente que aquello acarreó para el correcto desenvolvimiento de las actividades educativas. Y no se trata de la única escuela con problemas. Días atrás ocurrió una falla en un tablero electrónico de la escuela N° 8 de Boedo (en Maza 1935) que hirió a un obrero y por el que continúan habiendo marchas y reclamos al Ejecutivo porteño sobre causas y obras necesarias, aún sin respuesta.

“Exigimos una solución urgente y permanente para los problemas edilicios de todo el Instituto Bernasconi –concluye la carta de la comunidad educativa que tiene más de 200 firmas y adhesiones–, que afectan ostensiblemente a las molduras en general, al Salón de Actos y el natatorio, junto con el sistema de cañerías del Instituto (que han privado a niños y trabajadores de agua el día de hoy, transitando aún la pandemia por Covid-19), y que requieren del peritaje e informe de especialistas”.